A quién se le factura la paz de El Salvador: A Bukele o a los Acuerdos de Chapultepec

En la búsqueda de la «paz de El Salvador», un tema resuena en las calles y en las mentes de los salvadoreños: ¿A quién se le debe este momento de tranquilidad? ¿Es al presidente Nayib Bukele con sus políticas de seguridad, o a los históricos Acuerdos de Paz de Chapultepec de 1992? Este dilema no solo define el presente de El Salvador, sino también su percepción del pasado y sus esperanzas para el futuro.

La «paz de El Salvador» ha sido una aspiración esquiva, una promesa a veces tangible, otras veces distante. A 32 años de los Acuerdos de Chapultepec, un aire de cambio sopla en el país. Con Bukele en el poder, muchos salvadoreños, como Feliciano Guevara Romero, expresan un renovado sentido de seguridad y optimismo. Según Romero, es a través de Bukele que Dios ha traído paz al país, una paz que no se vio inmediatamente después de los acuerdos de 1992.

La paz en El Salvador

Por otro lado, los Acuerdos de Paz representaron un esfuerzo monumental para terminar con un conflicto armado que desgarró a la nación durante 12 años, dejando un saldo de 75.000 muertos. Buscaban no solo el cese de la violencia, sino también promover la democratización y el respeto irrestricto a los derechos humanos. Para muchos, estos acuerdos sentaron las bases para una paz duradera, aunque los frutos de sus esfuerzos tal vez hayan tardado décadas en madurar.

paz de El Salvador
La «paz de El Salvador» ha sido una aspiración esquiva, una promesa a veces tangible, otras veces distante. A 32 años de los Acuerdos de Chapultepec, un aire de cambio sopla en el país. Ilustración MidJourney

La administración de Bukele, por su parte, ha sido audaz y controvertida. Su gestión se abroga la paz en El Salvador. Con una guerra declarada contra las pandillas y la implementación de un Estado de Excepción, ha buscado erradicar la violencia que aterrorizaba a los salvadoreños en su vida diaria. Las cifras oficiales muestran una notable disminución en la tasa de homicidios, de 25 por cada 100.000 habitantes en 1993 a 2.4 en 2023. Sin embargo, estas medidas han generado debate sobre su sostenibilidad y su impacto en los derechos humanos y las libertades civiles.

Tambièn puedes leer: Pablo Biderbost y Guillermo Boscán: Cáncer del narcotráfico y la pobreza hizo metástasis en Ecuador

La farsa de los Acuerdos de Paz

El propio Bukele ha calificado los Acuerdos de Paz como una «farsa», lo cual ha inflamado el debate. Rodolfo Cardenal, director del Centro Monseñor Romero de la Universidad Centroamericana (UCA), argumenta que Bukele no ha terminado la guerra, sino que ha confundido la desarticulación de las pandillas con la consecución de la paz en El Salvador. Según Cardenal, la paz es más que seguridad; implica derecho, justicia y una distribución equitativa de la riqueza y oportunidades, áreas en las que aún hay mucho por hacer.

En este panorama, el legado de los Acuerdos de Paz aún resuena. Expertos como Carlos Monterroza reconocen que, aunque han habido fallas en su implementación, marcaron una transición crucial en la sociedad salvadoreña, estableciendo las bases para el avance democrático. Sin embargo, también se señala que no se han sanado completamente las heridas dejadas por la guerra.

Solución inmediata y visible

En contraste, las políticas de Bukele han ofrecido una solución más inmediata y visible a los problemas de seguridad. Sin embargo, hay quienes, como Omar Serrano, vicerrector de proyección social de la UCA, argumentan que estas medidas contradicen los espíritus de los Acuerdos de Paz, militarizando la seguridad pública y limitando ciertas libertades.

La realidad salvadoreña actual es compleja. Por un lado, está la narrativa de un país que finalmente «saborea» la paz bajo la administración de Bukele, y por otro, la percepción de que esa paz es superficial o a costa de libertades fundamentales. La paz en El Salvador, como concepto y como experiencia vivida, varía enormemente de una persona a otra en esa nación centroamericana.

Para algunos, como Andrés López, quien perdió a su hermano durante la guerra civil, la firma de los Acuerdos de Paz trajo un alivio inmediato, pero también el surgimiento de nuevas formas de violencia, como las pandillas. Ahora, con Bukele, ve una disminución en la violencia callejera, pero también teme lo que el futuro podría traer una vez que el actual presidente deje el cargo.

paz de El Salvador
La realidad salvadoreña actual es compleja. Por un lado, está la narrativa de un país que finalmente «saborea» la paz bajo la administración de Bukele, y por otro, la percepción de que esa paz es superficial o a costa de libertades fundamentales. Ilustración MidJourney

Por otro lado, están las voces críticas como la de Samuel Ramírez, del movimiento de víctimas del régimen de excepción, quien cuestiona la naturaleza de la paz actual, sugiriendo que es más una «paz de apariencias» que una paz real y sostenible.

Distinción entre seguridad y paz

La distinción entre seguridad y paz es clave en este debate. Mientras que la seguridad puede ser medida en términos de tasas de homicidio y arrestos, la paz es más esquiva y abarca aspectos como la justicia social, la equidad y el respeto a los derechos humanos. En este sentido, las políticas de Bukele han logrado avances significativos en términos de seguridad, pero queda por ver si estos avances conducen a una paz sostenible y justa.

Tambièn puedes leer: Irak y Siria son atacados: Una tormenta perfecta se cuece en el Medio Oriente

El desafío de El Salvador es doble: por un lado, debe mantener y mejorar las condiciones de seguridad que permiten a sus ciudadanos vivir sin miedo a la violencia diaria; por otro, debe trabajar hacia una paz más profunda y sostenible, que aborde las causas subyacentes de la violencia y promueva la justicia y la equidad.

En conclusión, la «paz de El Salvador» es un mosaico compuesto por las políticas de seguridad de Bukele y el legado de los Acuerdos de Paz de Chapultepec. Mientras que las políticas de Bukele han traído cambios significativos en el panorama de seguridad del país, los Acuerdos de Paz siguen siendo fundamentales para entender la historia y la política salvadoreña. La verdadera paz, sin embargo, es un trabajo en progreso, uno que requiere un compromiso constante con la justicia, la equidad y los derechos humanos, así como con la seguridad y el orden público. En última instancia, la factura de la paz salvadoreña podría no ser atribuible a una sola entidad o evento, sino a un proceso continuo y evolutivo en el que participa toda la nación.

Related articles

- Publicidad -spot_imgspot_img
spot_imgspot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí