Narcotráfico internacional tiene el poder de reconfigurar el paisaje de varios estados en Latam

El narcotráfico internacional, un fenómeno profundamente enraizado en la historia contemporánea de Latinoamérica, se ha convertido en un poderoso agente de cambio en la región. La reciente crisis en Ecuador, desatada tras el ataque armado en el canal de televisión TC Televisión el 9 de enero de 2024, es un claro ejemplo de cómo el crimen organizado puede desestabilizar no solo la seguridad interna de un país, sino también influir en su estructura política y social.

Este incidente en Ecuador, que llevó al presidente Daniel Noboa a declarar un «conflicto armado interno», es solo la punta del iceberg. Las organizaciones criminales, como Los Choneros, Lobos y Tiguerones, han mostrado su capacidad para extender sus operaciones más allá de las fronteras nacionales, estableciendo vínculos con carteles mexicanos de renombre como el de Sinaloa y el Jalisco Nueva Generación. InsightCrime señala que Los Choneros, originalmente un brazo armado de un cartel colombiano, ejemplifican la creciente internacionalización del crimen organizado.

Tentáculos del narcotráfico internacional

El narcotráfico internacional no solo ha reconfigurado el panorama criminal de países como Ecuador, sino que también ha alterado la geografía política y social de otros estados latinoamericanos. Según Ivan Briscoe, director del Programa para América Latina del International Crisis Group, aunque no se observa una expansión territorial de los carteles, sí hay una diversificación en los puntos de actividad del tráfico internacional de drogas en la región. Este fenómeno ha sido constante en los últimos 40 años, a pesar del desmantelamiento de grandes organizaciones criminales en Colombia y México.

Narcotráfico internacional
En Ecuador, la situación se agrava por su ubicación estratégica entre los dos mayores productores de cocaína: Colombia y Perú. Ilustración MidJourney

Chile, por ejemplo, ha experimentado un aumento alarmante en los homicidios sin autor conocido, pasando de un 23% en 2018 a un 41% en 2022, según datos del Centro Nacional para la Prevención de Homicidios y Delitos Violentos. Esto es interpretado por expertos como una señal del crecimiento y la impunidad del crimen organizado. En Argentina, particularmente en barrios suburbanos de Rosario, se ha observado un incremento en la violencia relacionada con el microtráfico de cocaína en la última década. El portal de periodismo investigativo CIPER resalta la gravedad de esta situación.

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Carteles cambian tácticas

El narcotráfico internacional también ha llevado a una transformación en las estrategias de los carteles. Según Briscoe, ya no existen grandes capos ni organizaciones transnacionales que controlen todo el proceso del tráfico de drogas. En su lugar, hay un ecosistema de actores y grupos criminales que se asocian para distintas actividades, abriéndose paso en nuevos mercados en Latinoamérica. Este cambio de estrategia ha sido evidente en Sudamérica, donde se observa un movimiento de los flujos de narcotráfico no solo hacia el Pacífico, sino también hacia el Atlántico. La globalización y la rapidez de las redes sociales han facilitado esta transición, permitiendo a estas organizaciones operar con mayor eficacia y discreción.

En Ecuador, la situación se agrava por su ubicación estratégica entre los dos mayores productores de cocaína: Colombia y Perú. Esto, según Sebastián Hurtado, presidente de la consultora de riesgo político Prófitas, convierte a Ecuador en un punto clave para el tráfico de drogas, dada su accesibilidad al Océano Pacífico. Sin embargo, a medida que los productores y las bandas criminales busquen nuevas rutas, se espera una expansión hacia otros países de la región. El Índice Global del Crimen Organizado reporta que las bandas criminales con control territorial aumentaron un 23% entre 2021 y 2023, un indicativo claro de esta tendencia expansiva.

Adaptados al modelo de franquicia

El narcotráfico internacional ha adaptado su estrategia operativa. Briscoe explica que los grandes carteles ya no buscan controlar la cadena de narcotráfico por completo. En cambio, optan por alquilar terrenos y rutas a otras organizaciones que actúan a nivel internacional, asegurándose así la logística y la seguridad. Este modelo de «franquicia» es cada vez más común y permite a los carteles mexicanos actuar como intermediarios, buscando aliados para su negocio en otros países.

Otro aspecto crítico es el impacto económico del narcotráfico internacional. En países como Ecuador, la dolarización ha facilitado el lavado de dinero del narcotráfico. Hurtado afirma que la dolarización, combinada con la debilidad institucional, hace que Ecuador sea un terreno fértil para el lavado de activos. Briscoe agrega que la gran cantidad de dólares en efectivo provenientes del narcotráfico en Colombia ha convertido a Ecuador en un imán para esos dólares, facilitando el financiamiento de empresas y negocios ilícitos.

Estrategias conjuntas son cruciales

Frente a este panorama, la cooperación internacional y estrategias conjuntas entre los gobiernos latinoamericanos se vuelven cruciales. Hurtado sugiere que la situación en Ecuador, que ha recibido apoyo de países vecinos, debería ser un llamado a una mayor coordinación y mejores estrategias conjuntas. La preocupación por la expansión de estas actividades criminales a otros países de la región es palpable.

Narcotráfico internacional
Ya no existen grandes capos ni organizaciones transnacionales que controlen todo el proceso del tráfico de drogas. En su lugar, hay un ecosistema de actores y grupos criminales que se asocian para distintas actividades, abriéndose paso en nuevos mercados en Latinoamérica. Ilustración MidJourney

En conclusión, el narcotráfico internacional no solo representa un desafío a la seguridad y estabilidad de los países latinoamericanos, sino que también reconfigura el paisaje social, político y económico de la región. Las alianzas entre distintas bandas criminales, la diversificación de sus operaciones, y su adaptabilidad ante los esfuerzos de control y erradicación, subrayan la complejidad y profundidad del problema.

Los incidentes en Ecuador, junto con la situación en otros países como Chile, Argentina y Brasil, demuestran la capacidad de estas organizaciones para influir en la vida cotidiana de los ciudadanos, la gobernabilidad de los estados y la economía regional. La violencia, el aumento de homicidios, el lavado de dinero, y la corrupción son solo algunas de las manifestaciones más visibles de este fenómeno.

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Acción multifacética y coordinada

La respuesta a este desafío debe ser multifacética y coordinada. Los esfuerzos para combatir el narcotráfico internacional no pueden limitarse a medidas de seguridad y represión; también deben incluir estrategias de desarrollo económico, fortalecimiento institucional, cooperación internacional y programas de prevención y reinserción social. Asimismo, es crucial abordar los factores subyacentes que contribuyen a la proliferación del narcotráfico, como la pobreza, la desigualdad y la exclusión social.

El caso de Ecuador es un recordatorio de que el narcotráfico internacional no es un problema aislado, sino un desafío global que requiere soluciones integradas y sostenibles. La estabilidad y el futuro de Latinoamérica dependen en gran medida de la capacidad de los gobiernos y la sociedad para enfrentar y superar este complejo desafío. Con la expansión de las operaciones del narcotráfico y su capacidad para adaptarse y evolucionar, la lucha contra este flagelo es más urgente que nunca. El camino hacia una Latinoamérica más segura y próspera pasa por un enfoque holístico y colaborativo en el combate al narcotráfico internacional.

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