Javier Milei mantendrá la idea de una “argenchina” o sacará a los asiáticos de Buenos Aires

La posible presidencia de Javier Milei ha generado un intenso debate en Argentina y en la comunidad internacional sobre el futuro de las relaciones entre el país sudamericano y China. El ultralibertario, conocido por sus posturas controvertidas y su retórica inflamatoria, ha declarado en repetidas ocasiones su firme oposición a cualquier relación con países comunistas, lo que ha llevado a cuestionamientos sobre el destino de las millonarias inversiones chinas en Argentina y la continuidad de la denominada «argenchina».

Las cifras hablan por sí solas. En 2022, la República Popular China invirtió la asombrosa suma de USD 1.340 millones en Argentina, consolidando una relación económica que ha ido en aumento en los últimos años. Estas inversiones abarcan diversos sectores, desde la infraestructura hasta la energía, y han contribuido significativamente al crecimiento económico argentino.

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China es una nación pragmática y buscará como negociar con el ultralibertario. Ilustración MidJourney

Argenchina es una idea en la práctica

La autoría del nombre combinado de las dos naciones es del ministro de Economía y actual candidato presidencial, Sergio Massa, quien llegó a bromear sobre la posibilidad de rebautizar al país como «argenchina» debido a la importancia de estas inversiones.

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El estrechamiento de lazos entre Argentina y China fue evidente cuando Argentina superó a Brasil como el principal destino de inversiones chinas en América Latina en el año anterior. Además, Argentina fue anunciada recientemente como uno de los seis países que se unirá al BRICS a partir de 2024, un grupo conformado por Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica. Esta inclusión en un grupo tan influyente a nivel global representa un hito importante para Argentina.

Nueva Ruta de la Seda

Otro aspecto a destacar es la participación de Argentina en la «Nueva Ruta de la Seda», un ambicioso proyecto de desarrollo impulsado por China. Argentina fue la primera gran economía de América Latina en unirse a esta iniciativa, lo que demuestra el interés mutuo en fortalecer sus lazos comerciales y de inversión. Todo esto plantea la pregunta inevitable: ¿qué ocurrirá con estas relaciones si Javier Milei llega a la presidencia?

Javier Milei, un economista y político con una ideología ultralibertaria, ha sido crítico abierto de China y ha expresado su rechazo a mantener relaciones con países comunistas. La idea de una “argenchina” no debe hacerle gracia. Sus declaraciones han generado incertidumbre en los círculos empresariales y diplomáticos sobre el futuro de las inversiones chinas en Argentina y la continuidad de la política de apertura económica del país.

Atrapado entre el dinero

Sin embargo, muchos expertos consideran poco probable que una eventual victoria de Milei conduzca a una ruptura total entre Argentina y China. A pesar de sus afirmaciones, la realidad económica y geopolítica podría imponerse sobre sus posturas ideológicas. Aquí es donde entran en juego diversos factores que deben ser tenidos en cuenta.

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Mucho dinero hay en juego y es posible que lo ideológico sea desplazado a segundo lugar. Ilustración MidJourney

En primer lugar, la dependencia económica mutua es un factor crítico. Argentina ha recibido inversiones significativas de China que han contribuido al crecimiento de su economía. Por otro lado, China ha encontrado en Argentina un socio estratégico en América Latina, lo que le ha permitido expandir su presencia en la región y asegurar acceso a recursos naturales clave, como la soja y el petróleo. Una ruptura brusca de estas relaciones tendría un alto costo económico para ambas partes y argenchina ya no sería un sustantivo de risas sino un insulto para Oriente.

Milei no es el país

Además, Argentina ha demostrado su voluntad de diversificar sus relaciones internacionales sin necesariamente abandonar sus lazos con China. La inclusión en el BRICS y la participación en la «Nueva Ruta de la Seda» son ejemplos claros de cómo el país busca fortalecer su posición en el escenario internacional. Estas iniciativas no necesariamente estarían en conflicto con las políticas de Milei, siempre y cuando se pueda mantener un equilibrio.

Por otro lado, es importante destacar que las declaraciones de los candidatos en campaña pueden diferir de sus acciones una vez en el poder. La realidad de gobernar a un país implica tomar decisiones pragmáticas que pueden alejarse de las posturas ideológicas más extremas. En este sentido, Milei podría verse presionado por la realidad económica y diplomática a mantener una relación estable con China, incluso si sus discursos previos han sido críticos. De allí que argenchina puede prevalecer.

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China es poco emocional

En cuanto a la postura de China, el gigante asiático tiende a mantener relaciones pragmáticas con los países, independientemente de su sistema político. China ha demostrado una disposición a adaptarse a las circunstancias y trabajar con gobiernos de diferentes orientaciones ideológicas en todo el mundo. Esto sugiere que, aunque Milei llegara a la presidencia con una postura anti-China, el gobierno chino podría estar dispuesto a negociar y buscar soluciones que beneficien a ambas partes.

La pregunta sobre el futuro de la relación entre Argentina y China en un posible gobierno de Javier Milei es compleja y llena de incertidumbre. A pesar de las declaraciones del candidato ultralibertario, la realidad económica y diplomática podría llevar a mantener una relación estable con China.

La dependencia mutua, los intereses económicos y la disposición de China a adaptarse a las circunstancias son factores que sugieren que una ruptura total es poco probable. Argentina, como un país en desarrollo, necesita mantener relaciones internacionales sólidas y buscar oportunidades para el crecimiento económico, independientemente de quién ocupe la presidencia. La «argenchina» es un fenómeno complejo que va más allá de las palabras de un candidato en campaña.

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