Brasil, Colombia y México podrían sentir el coletazo de la ira de Trump contra Maduro

El inminente regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero podría desatar una cadena de eventos políticos que impacten no solo a Venezuela, sino también a sus vecinos más cercanos, como Brasil, Colombia y México. La ira de Trump contra Maduro, una frase que evoca el estilo confrontacional del exmandatario estadounidense, podría redefinir el panorama geopolítico en América Latina. En esta cadena de eventos solo posibles en el mundo de las especulaciones que genera el propio aun presidente electo, podrían ser arrastrados consigo los países que han optado por una postura más ambivalente hacia el régimen chavista.

Ana María Rodríguez Brazón, corresponsal en Caracas de El Tiempo, periodista con más de una década de experiencia cubriendo escenarios complejos en Venezuela, publicó recientemente un análisis titulado: ¿Reconocimiento de Colombia y México? Por qué ambos países asistirán a la posesión de Maduro. En su escrito, Rodríguez Brazón subraya cómo Colombia y México han optado por enviar a sus embajadores a la toma de posesión de Nicolás Maduro, en lugar de sus mandatarios, lo cual refleja una estrategia de “semireconocimiento” que algunos consideran un fracaso diplomático. Su análisis expone cómo esta decisión deja la cancha libre para que Estados Unidos mantenga una posición dominante en las discusiones sobre el futuro de Venezuela.

La ira de Trump contra Maduro

El envío de representantes diplomáticos en lugar de figuras de alto perfil como Gustavo Petro, Claudia Sheinbaum o incluso Luiz Inácio Lula da Silva, revela una táctica para evitar un acercamiento directo con Nicolás Maduro, sin romper completamente los lazos diplomáticos. Sin embargo, analistas como Wálter Molina aseguran que esta postura los convierte en cómplices pasivos del régimen, debilitando su legitimidad como actores neutrales en la búsqueda de soluciones democráticas para Venezuela. Este contexto allana el camino para que Trump, conocido por su mano dura contra Maduro, implemente medidas más agresivas, reavivando lo que se percibe como la “ira de Trump contra Maduro” que podría afectar a toda la región.

Colombia, Brasil y México al enviar a sus embajadores a la toma de posesión de Nicolás Maduro, en lugar de sus mandatarios, refleja una estrategia de “semireconocimiento” que algunos consideran un fracaso diplomático. Ilustración MidJourney

La dinámica geopolítica en juego incluye no solo a estos países latinoamericanos, sino también al renovado equipo de Trump, cuyos miembros tienen un historial de políticas firmes contra Venezuela. Figuras como Marco Rubio, propuesto como Secretario de Estado, y Mike Waltz, impulsor de la Ley Bolívar, consolidan un bloque anticomunista que podría imponer nuevas sanciones, revocar licencias petroleras y fortalecer las restricciones económicas al régimen chavista. Estas acciones no solo repercutirían en Venezuela, sino también en países como Brasil, Colombia y México, que mantienen vínculos económicos y políticos con Caracas.

Colombia en primera línea

Para Colombia, que comparte una extensa frontera con Venezuela, las tensiones podrían intensificarse en múltiples frentes. El flujo migratorio, que ya representa un desafío para Bogotá, podría agravarse si Trump intensifica las sanciones contra Maduro, generando una nueva ola de desplazados. Además, las relaciones comerciales y los acuerdos bilaterales en sectores clave como energía y transporte podrían verse afectados, dado que cualquier presión sobre Caracas impacta directamente en la región fronteriza. La “ira de Trump contra Maduro” podría, entonces, convertirse en un problema no solo diplomático, sino también humanitario para Colombia.

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En el caso de México, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha tratado de mantener una postura de neutralidad hacia Venezuela, evitando enfrentamientos abiertos. Sin embargo, esta política podría ser insuficiente frente a las posibles represalias económicas que Trump pueda extender a los aliados de Maduro. México, como principal socio comercial de Estados Unidos en América Latina, podría verse obligado a adoptar una posición más crítica hacia el régimen chavista para evitar fricciones con Washington. Esta situación generaría tensiones internas en el gobierno mexicano, cuya estrategia ha sido apostar por el diálogo y la no intervención.

¿Solo hay tres dictaduras en América Latina?

Brasil, bajo el liderazgo de Lula da Silva, enfrenta un dilema similar. La relación histórica de Brasil con Venezuela, especialmente en el ámbito energético, podría convertirse en un arma de doble filo. Aunque Lula ha intentado equilibrar sus posturas, cualquier recrudecimiento de las sanciones estadounidenses podría obligar a Brasil a tomar una decisión más clara. Este escenario se complicaría aún más si se materializa la “ira de Trump contra Maduro”, que busca desarticular las “tres dictaduras” de América Latina: Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Mientras tanto, los analistas señalan que el enfoque de Trump hacia Venezuela en esta nueva etapa podría diferir de su estrategia de 2019, cuando las expectativas de un cambio de régimen liderado por Juan Guaidó no se concretaron. Según el politólogo Pablo Andrés Quintero, la administración de Trump aprendió de los errores del pasado, y aunque es poco probable que se replique un esfuerzo unilateral tan medidas ambicioso, sí podría intensificar económicamente que compliquen aún más la situación en Venezuela y sus alrededores.

Es importante destacar que el régimen de Maduro ha optado por un bajo perfil frente al regreso de Trump, posiblemente esperando más concesiones en futuras negociaciones. Sin embargo, esta estrategia podría volverse insostenible si la administración republicana retoma un enfoque más agresivo. Ilustración MidJourney.

Un vecindario en problemas

Es importante destacar que el régimen de Maduro ha optado por un bajo perfil frente al regreso de Trump, posiblemente esperando más concesiones en futuras negociaciones. Sin embargo, esta estrategia podría volverse insostenible si la administración republicana retoma un enfoque más agresivo, con sanciones que afectan directamente a las exportaciones petroleras, la principal fuente de ingresos de Venezuela. Esta presión no solo afectaría al chavismo, sino también a los países vecinos que dependen de las relaciones comerciales con Caracas.

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En este contexto, los países que han optado por un enfoque de “semireconocimiento” hacia Maduro enfrentan un futuro incierto. Si Trump cumple con su promesa de desarticular las dictaduras latinoamericanas, Brasil, Colombia y México se verán obligados a redefinir sus políticas exteriores hacia Venezuela. Este reacomodo geopolítico podría generar tensiones internas en estos países, cuyos gobiernos han apostado por la diplomacia como solución a la crisis venezolana.

La “ira de Trump contra Maduro” no solo representa una amenaza para el régimen chavista, sino también un desafío para la estabilidad regional. Las decisiones que tomen Brasil, Colombia y México en los próximos meses serán cruciales para determinar si se alinean con Washington o buscan estrategias independientes para manejar la compleja relación con Venezuela. Lo que está claro es que la política de Trump hacia América Latina promete ser tan polarizante como en su primer mandato, y el impacto de estas decisiones se sentirá en toda la región.

 

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