Anecdótico espejismo de un país pobre: Guyana cree haberse ganado la lotería con la bonanza petrolera 

En un giro del destino que parece sacado de un cuento de hadas económico, Guyana, tradicionalmente uno de los países más pobres de América del Sur, se encuentra en la cúspide de una transformación monumental. La frase «Guyana cree haberse ganado la lotería» resuena entre sus habitantes y observadores internacionales, reflejando un optimismo desbordante ante el descubrimiento de vastos yacimientos de petróleo en sus aguas. Este hallazgo promete propulsar al país desde las sombras de la pobreza hacia la luz deslumbrante de la riqueza y el desarrollo. 

Leandro Prazeres, periodista de la BBC Mundo, corresponsal del equipo BBC News Brasil en Brasilia, con una Maestría en Política Internacional y Derechos Humanos de City, University of London, captura este fenómeno en su crónica titulada «Es como si el país hubiera ganado la lotería»: la nueva riqueza de Guyana, el Dubái de Sudamérica”. La historia de los hermanos Shiv y Hemant, quienes regresaron a Guyana atraídos por el auge petrolero después de décadas en Canadá, ilustra la esperanza y la oportunidad que ahora siente el pueblo guyanés. 

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Guyana cree haberse ganado la lotería 

Desde el anuncio de Exxon Mobil en 2015 sobre el descubrimiento de gigantescos yacimientos de petróleo, Guyana ha sido catapultada al centro de atención internacional. Las estimaciones sugieren que las reservas de petróleo podrían superar los 17.000 millones de barriles, una cifra astronómica que eclipsa las reservas probadas de países como Brasil. La perspectiva de convertirse en uno de los mayores productores de petróleo del mundo ha generado un fervor casi utópico en el país. 

Este optimismo no es infundado. El Fondo Monetario Internacional estima que el PIB de Guyana experimentó un crecimiento vertiginoso, de US$5.170 millones en 2019 a US$14.700 millones en tan solo unos años, un testimonio del impacto transformador del petróleo. La economía, antaño dependiente de la agricultura de subsistencia, la minería de oro y diamantes, y la explotación forestal, está en camino de redefinirse completamente. Es así que Guyana cree haberse ganado la lotería, pero toda condición azarosa viene con un alto precio. 

Niñas indígenas wayúu
Las estimaciones sugieren que las reservas de petróleo de Guyana podrían superar los 17.000 millones de barriles, una cifra astronómica que eclipsa las reservas probadas de países como Brasil. Ilustración MidJourney

Nuevos ricos y mismos pobres 

El boom petrolero ha traído consigo no solo riqueza, sino también un cambio en la estructura social y económica de Guyana. Una nueva clase media emerge, personificada por empresarios como los hermanos Misir, quienes ven en el sector inmobiliario una mina de oro. La inversión en infraestructura, visible en la proliferación de proyectos de construcción por todo Georgetown, simboliza la fe en un futuro próspero y estable. 

Sin embargo, el entusiasmo por la bonanza petrolera también plantea preguntas sobre la sostenibilidad y la equidad de este crecimiento. Guyana cree haberse ganado la lotería, pero su única posesión es una gran responsabilidad de la que debe hacerse consciente. La historia nos ha enseñado que la dependencia de un solo recurso natural puede ser peligrosa, y Guyana se enfrenta al desafío de evitar la «maldición del petróleo», que ha afectado a muchos países ricos en recursos. La gestión prudente de la riqueza petrolera, la diversificación económica y la inversión en capital humano son esenciales para asegurar que este boom no se convierta en un espejismo. 

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Todos aman a los millonarios 

A pesar de estos desafíos, el optimismo prevalece. La llegada de cadenas hoteleras internacionales y la apertura de nuevos negocios reflejan una economía en expansión y una sociedad en transformación. Este nuevo entorno económico ha redefinido lo que significa ser guyanés, ofreciendo una visión de un futuro lleno de posibilidades. 

El regreso de la diáspora, como los hermanos Misir, simboliza la renovada fe en Guyana. Este fenómeno no solo refuerza el mercado interno, sino que también inyecta habilidades y capital en la economía. La confianza en el país como un lugar viable para la inversión y la vida está en su punto más alto en décadas. Sin embargo, es una terrible decisión, percibir que Guyana cree haberse ganado la lotería, porque es premio es solo un espejismo. 

Niñas indígenas wayúu
El verdadero desafío para Guyana no es simplemente extraer y vender petróleo; es asegurar que la riqueza generada se distribuya de manera que beneficie a toda la población y se invierta en mejorar la calidad de vida a largo plazo. Ilustración MidJourney

Mucho hay por hacer 

Pero el verdadero desafío para Guyana no es simplemente extraer y vender petróleo; es asegurar que la riqueza generada se distribuya de manera que beneficie a toda la población y se invierta en mejorar la calidad de vida a largo plazo. La educación, la salud y la infraestructura crítica deben ser prioridades para el gobierno, garantizando que el país no solo sea rico en recursos, sino también en oportunidades para sus ciudadanos. 

En este momento histórico, Guyana se encuentra en una encrucijada entre el potencial de un futuro próspero y los riesgos inherentes a su recién descubierta riqueza. La dirección que tome dependerá de la capacidad de sus líderes para planificar y actuar con previsión, y de su gente para exigir transparencia y responsabilidad. 

El espejismo de una Guyana transformada por el petróleo en un paraíso terrenal está lleno de promesas y peligros. Pero con una gestión cuidadosa, el país puede superar los obstáculos y asegurar que su “billete gordo petrolero” sea un verdadero cambio de fortuna, no solo para la economía, sino para cada guyanés. Guyana cree haberse ganado la lotería, pero lo único con valor que posee es la esperanza de que, en las décadas venideras, la nación no solo sea conocida por su riqueza petrolera momentánea, sino también como un modelo de desarrollo sostenible y equitativo. 

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