El dios de la inflación sonrió cuando Javier Milei prometió dolarizar a la Argentina

En un contexto económico turbulento donde la inflación castiga sin clemencia el bolsillo de los argentinos, la promesa de Javier Milei de dolarizar a la Argentina ha resonado como un eco prometedor en las vastas llanuras del Río de la Plata. Este audaz planteamiento, sin precedentes en la historia reciente del país, se presenta como una solución radical ante la persistente depreciación del peso argentino, que ha perdido su batalla contra el dólar en una economía marcada por la volatilidad y la incertidumbre. Dolarizar a la Argentina, una medida que suscita tanto esperanzas como temores, promete ser el faro que guíe al país hacia un puerto de estabilidad y crecimiento económico.

La inspiración para la creación de este reportaje proviene del material de Mary Anastasia O’Grady, quien escribe «The Americas». Se trata de una columna semanal sobre política, economía y negocios en América Latina y Canadá que redacta para The Wall Street Journal, y que ha titulado en su última entrega: “¿Teme Milei de Argentina a la dolarización?”. En ella, expone los desafíos y oportunidades que enfrenta la Argentina en su camino hacia una posible dolarización. Según O’Grady, para un Estado profundamente endeudado como Argentina, la tentación de seguir imprimiendo pesos es grande, pero las consecuencias a largo plazo de tal política podrían ser devastadoras.

Sobre Sísifo y cómo dolarizar a la Argentina

El presidente Javier Milei, tras la derrota de su amplio proyecto de ley en la Cámara Baja, como Sísifo, no se ha dado por vencido y ha lanzado una nueva estrategia política que involucra a los gobernadores del país. Esta maniobra busca evitar un Congreso dominado por intereses especiales y hablar directamente con el pueblo que lo eligió, en un intento de avanzar en su agenda de reformas que incluye dolarizar a la Argentina. Sin embargo, esta decisión viene acompañada de un retraso en la estabilización monetaria, apostando primero a recuperar el equilibrio fiscal en las cuentas del gobierno, esperando que le siga un peso más estable. Aunque esta estrategia podría tener éxito, no deja de ser un juego peligroso con la inflación.

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Su primer discurso ante el Congreso, el 1 de marzo, estuvo lleno de apasionadas defensas de la libertad y advertencias de que utilizaría decreto ejecutivo para restaurar derechos que considera usurpados por la clase política. Ilustración MidJourney

Desde mucho antes de su campaña presidencial, Milei ha criticado duramente al peronismo y sus promesas vacías, posicionándose como un defensor de una visión radical para Argentina que incluye el desmantelamiento del Estado de bienestar y la liberación de los espíritus animales de la economía. Su primer discurso ante el Congreso, el 1 de marzo, estuvo lleno de apasionadas defensas de la libertad y advertencias de que utilizaría decreto ejecutivo para restaurar derechos que considera usurpados por la clase política. Este enfoque de confrontación destaca su intención de cambiar el status quo y abordar el «desastre» en que se encuentra el país, un esquema que, según él, beneficia a la élite política a costa de los argentinos comunes.

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Un nuevo contrato social

El Pacto de Mayo, propuesto por Milei, pretende ser un nuevo contrato social que establece los principios del nuevo orden económico argentino. Entre estos principios se encuentran la protección de la propiedad privada, la restricción fiscal y el comercio abierto, todos ellos esenciales para la recuperación económica del país. Este enfoque, aunque arriesgado, es un llamado a la paciencia y confianza de la nación, con la promesa de que dolarizar a la Argentina será un hecho eventualmente.

Sin embargo, la situación actual no es motivo de orgullo. La inflación anual de tres dígitos sigue siendo un problema grave, y las promesas de dolarización y cierre del banco central de Milei ahora parecen ser objetivos a mediano plazo. A pesar de un balance fiscal logrado en enero, la economía se encuentra en recesión, y las expectativas de inflación superan el 200% para el año. La situación se agrava por el aumento de las reservas internacionales, que no es señal de confianza, sino resultado de imprimir pesos para comprar dólares y luego emitir deuda a altas tasas de interés para absorber esos pesos.

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Luis Caputo, ministro de Economía de Milei, y otros miembros del gabinete, quienes han sido parte de administraciones anteriores fallidas, se encuentran ante el dilema de ser parte de un gobierno sin la capacidad de imprimir su propia moneda. Ilustración MidJourney.

Milei sabe que la inflación es un impuesto oculto

La inflación, siempre y en todas partes, actúa como un impuesto oculto que perjudica a ahorradores, trabajadores, consumidores y pensionados. En Argentina, esto ha llevado a una disminución del poder adquisitivo y a un empobrecimiento de la población. Pero al mismo tiempo, la devaluación de la moneda beneficia al Estado endeudado, al disminuir el valor real de su deuda en pesos. Este mecanismo subrepticio de extracción de recursos revela la complejidad del desafío que enfrenta Milei.

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Luis Caputo, ministro de Economía de Milei, y otros miembros del gabinete, quienes han sido parte de administraciones anteriores fallidas, se encuentran ante el dilema de ser parte de un gobierno sin la capacidad de imprimir su propia moneda. Esta situación plantea la pregunta de si temen dolarizar a la Argentina o si están buscando alternativas para manejar la inflación sin renunciar al control monetario que brinda la impresión de pesos.

El mandato de Milei para el cambio es claro, pero su durabilidad está en juego. Cuanto más tiempo tome resolver la inflación, mayores serán los riesgos de que algo más salga mal. Para recuperar la prosperidad, Argentina necesita que los dólares fluyan hacia el sistema bancario, lo que solo sucederá cuando Milei levante los controles cambiarios, de capital y comerciales, permitiendo que la nación ahorre, invierta, gane y gaste en la moneda que elija. La dolarización de Argentina no es solo una promesa económica; es un compromiso con la libertad y la prosperidad a largo plazo del país.

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