Una Defensora del Pueblo en Colombia que habla con la oposición, la derecha y la izquierda

La llegada de Iris Marín como Defensora del Pueblo en Colombia ha marcado un punto de inflexión en la entidad de derechos humanos del país. Marín, quien se convirtió en la primera mujer en ocupar este cargo, ha demostrado desde el primer día su disposición para dialogar con todos los sectores políticos, desde la oposición hasta la derecha y la izquierda. Su enfoque inclusivo y pragmático ha sorprendido a muchos, en un país donde las divisiones políticas suelen ser profundas y el diálogo entre facciones opuestas es caso. «Me reuní con todos y todas: oposición, derecha, izquierda. Creo que se sintieron aliviados, saben que no voy a dejar de escuchar a nadie», comenta Marín, en una entrevista con EL PAÍS, ya posesionada como Defensora del Pueblo.

El autor de esta pieza es Lucas Reynoso, periodista de EL PAÍS en la redacción de Bogotá. Reynoso, un novato comprometido con su labor, se embarcó en la tarea de entrevistar a Marín, la primera mujer en encabezar la Defensoría del Pueblo de Colombia. Su artículo, titulado “Iris Marín, defensora del Pueblo de Colombia: ‘Las negociaciones de paz no han mejorado la situación de vida de la gente’”, fue publicado en el portal de EL PAÍS, destacando la perspectiva crítica de Marín sobre los procesos de paz en Colombia. En su reportaje, Reynoso subraya cómo Marín ha navegado los pasillos del Congreso sin prejuicios ideológicos, logrando un delicado equilibrio entre diferentes corrientes políticas.

Defensora del pueblo al habla

La trayectoria de Iris Marín ha estado marcada por un compromiso constante con los derechos humanos y la resolución de conflictos. Antes de su nombramiento, trabajó como asesora del gobierno de Juan Manuel Santos en las negociaciones de paz con las FARC y se complementó en temas de desplazamiento forzado como magistrada auxiliar de la Corte Constitucional. Su experiencia en el lobby legislativo, como parte de la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ), la preparó para manejar con destreza las complejidades de la política colombiana. “Fui pragmática, sí, pero desde un lugar de que la Defensoría posibilite que todo el mundo pueda hablar”, señala Marín, resaltando su enfoque inclusivo al frente de la entidad.

Su experiencia en el lobby legislativo, como parte de la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ), la preparó para manejar con destreza las complejidades de la política colombiana. “Fui pragmática, sí, pero desde un lugar de que la Defensoría posibilite que todo el mundo pueda hablar”, señala Marín, resaltando su enfoque inclusivo al frente de la entidad. Ilustración MidJourney

A lo largo de la entrevista, Marín no oculta su escepticismo respecto a los procesos de paz en Colombia. A pesar de los múltiples acuerdos y desmovilizaciones, la violencia contra la población civil sigue siendo una constante. Marín destaca que «hemos pensado la paz solo desde el cese de las armas y hemos dejado de lado la agenda de las causas», refiriéndose a los problemas estructurales que perpetúan la violencia, como la desigualdad social y la falta de oportunidades económicas. Su enfoque como Defensora del Pueblo no se limita a denunciar violaciones de derechos humanos; busca también incidir en las políticas públicas para abordar las raíces del conflicto.

Ambiciosa agenda de paz

El nombramiento de Marín como Defensora de Pueblo llegó en un momento crucial para Colombia, cuando el gobierno de Gustavo Petro intenta avanzar en su ambiciosa agenda de paz total. Sin embargo, Marín advierte que los procesos de diálogo con los grupos armados no han traducido mejoras palpables en la calidad de vida de los ciudadanos. “Los actores armados no deben pensar que las ofertas de acuerdos son una especie de protección frente a la criminalidad y el sometimiento de la población”, afirma, subrayando la necesidad de equilibrar los esfuerzos de diálogo con una firme aplicación de la ley y el uso. Legítimo de la fuerza pública.

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Marín también aborda la percepción de que la Defensoría del Pueblo es una institución politizada, a menudo sujeta a cuotas y presiones partidistas. Ella ha intentado cambiar esa narrativa, proponiendo un enfoque en el que la Defensoría se convertirá en un espacio de mediación y consenso. “Les dije que pensemos en algo más grande, que nos beneficiamos a todos”, comenta Marín, quien ha enfatizado la importancia de una colaboración armónica entre los poderes del Estado para garantizar los derechos humanos.

El difícil estado de neutralidad

En una sociedad profundamente polarizada, Marín se ha convertido en una figura de neutralidad, algo que considera fundamental para el papel de la Defensoría del Pueblo. Su habilidad para interactuar con todos los sectores políticos sin ser percibida como una ficha de ningún bando le ha permitido mantener una posición de autoridad moral en su cargo. “Creo que la derecha se siente tranquila de que no sea una ficha de Petro y seguramente los de la izquierda sienten algo parecido respecto a que no sea una ficha de la derecha”, comenta Marín, reflejando su habilidad para navegar las aguas turbulentas de la politica colombiana.

. Marín destaca que «hemos pensado la paz solo desde el cese de las armas y hemos dejado de lado la agenda de las causas», refiriéndose a los problemas estructurales que perpetúan la violencia, como la desigualdad social y la falta de oportunidades económicas. Ilustración MidJourney.

El liderazgo de Marín se ha enfocado también en la necesidad de una revalorización de la vida humana en Colombia, donde la violencia y la muerte a menudo se justifican o se minimizan. “No podemos relativizar los valores de la vida y los derechos humanos, decir que alguien era prostituta o un actor armado”, señala, refiriéndose a la tendencia de la sociedad colombiana a clasificar las vidas según su valor percibido. Marín insiste en que la vida debe ser inviolable, sin excepciones, una postura que resuena en su trabajo diario como Defensora del Pueblo.

Tras la “magistratura moral”

El desafío de Marín como Defensora del Pueblo no es menor. Además de enfrentarse a las complejidades de los procesos de paz, debe lidiar con la percepción pública de la Defensoría y su papel en la sociedad colombiana. Marín reconoce que la institución necesita recuperar su “magistratura moral” y fortalecer su legitimidad política, sin perder de vista su misión original: proteger los derechos humanos de todos los colombianos. A través de su liderazgo, Marín espera transformar la Defensoría en un verdadero espacio de diálogo y protección, un lugar donde se escuchen todas las voces y se articulen soluciones inclusivas para los problemas del país.

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Iris Marín se ha propuesto desafiar los estigmas y prejuicios que rodean a la Defensoría del Pueblo en Colombia. Su enfoque pragmático y su compromiso con los derechos humanos la posicionan como una figura clave en un momento crítico para el país. Mientras navega entre las tensiones políticas y los desafíos sociales, Marín sigue firme en su convicción de que una Defensoría abierta al diálogo y comprometida con la igualdad es esencial para construir una paz duradera y justa en Colombia.

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