Delincuentes del narcotráfico de Rosario asesinan personas al azar para presionar a Javier Milei

En un escalofriante giro de eventos que parece sacado de una trama de ficción más que de la cruda realidad, las calles de Rosario se han convertido en el escenario de una táctica de terror extremadamente brutal y arbitraria: delincuentes vinculados al narcotráfico asesinan personas al azar. Este perturbador método, aparentemente dirigido a presionar al presidente Javier Milei para que modifique su política de seguridad en la región, ha sembrado el terror en la población y plantea serias preguntas sobre la eficacia de las estrategias gubernamentales contra el crimen organizado.

La autora de este reportaje es Mar Centenera, redactora para EL PAIS, basada en la ciudad de Buenos Aires. Con un profundo conocimiento en la cobertura de la «narcocriminalidad», Centenera nos trae: «Cuatro asesinatos al azar y terror narco en las calles: Milei endurece su política de seguridad en Rosario». Este título encapsula la escalada de violencia que azota a Rosario, donde la muerte de Bruno Bussanich, un joven trabajador de una gasolinera, y los asesinatos de tres conductores profesionales han reavivado el miedo y la incertidumbre entre los ciudadanos.

Asesinan personas al azar

Los asesinatos al azar no son solo actos de violencia indiscriminada, sino que llevan un mensaje escalofriante: la disposición de los narcotraficantes a derramar sangre inocente para hacer valer sus demandas. En la gasolinera donde Bussanich perdió la vida, los asesinos dejaron un mensaje manuscrito advirtiendo que matarían a más inocentes si no se atendían sus exigencias. Este acto vil no solo busca amedrentar a las autoridades, sino también sembrar el caos y el terror entre la población general, haciendo que todos se sientan potenciales víctimas de esta locura desenfrenada.

asesinan personas al azar
Los asesinatos al azar no son solo actos de violencia indiscriminada, sino que llevan un mensaje escalofriante: la disposición de los narcotraficantes a derramar sangre inocente para hacer valer sus demandas. Ilustración MidJourney

La respuesta del gobierno no se hizo esperar. Tanto el presidente Milei como el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, han prometido una lucha sin cuartel contra el narcotráfico, endureciendo las políticas de seguridad y ofreciendo recompensas por información que conduzca a la captura de los responsables. Sin embargo, este firme compromiso se encuentra con una realidad desalentadora: los narcos que asesinan personas al azar no desean detenerse y los actos de violencia continúan, desafiando abiertamente los esfuerzos estatales.

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Rosario es una ciudad “caliente”

Rosario, desafortunadamente, no es ajena a la violencia. La ciudad ha sido durante mucho tiempo un punto caliente debido a la rivalidad entre bandas criminales ligadas al narcotráfico. Sin embargo, la reciente ola en la que asesinan personas al azar marca un cambio alarmante en las tácticas utilizadas por estas organizaciones. Anteriormente, los ajustes de cuentas entre las propias bandas constituían la mayoría de los homicidios. Ahora, los ciudadanos comunes se encuentran en el fuego cruzado, víctimas de una guerra que no eligieron.

El impacto de estos crímenes va más allá del horror y la pérdida de vidas. Ha paralizado la vida cotidiana en Rosario, con protestas desde los balcones, la suspensión de clases, y servicios esenciales como el transporte y la recolección de basura detenidos temporalmente. Los hospitales han restringido sus servicios a emergencias, y el clamor por paz y seguridad resuena en cada esquina de la ciudad. El destacado futbolista Ángel Di Maria, oriundo de Rosario, expresó el sentir general de la comunidad al pedir paz, simbolizado por una fotografía de la ciudad adornada con un lazo negro de luto.

Alta tasa de homicidios

La tasa de homicidios en Rosario, significativamente más alta que el promedio nacional, es un claro indicativo de la profundidad del problema. Ningún gobierno hasta la fecha ha logrado una solución duradera, en parte debido a la infiltración del narcotráfico en las instituciones encargadas de combatirlo. La asunción de Milei al poder trajo consigo una política de seguridad más dura, incluyendo el traslado de los presos más peligrosos y restricciones severas a su comunicación. Sin embargo, estas medidas, aunque necesarias, no han logrado aplacar la violencia.

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La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ha anunciado la intensificación de los esfuerzos contra el narcotráfico, solicitando incluso la aplicación de la ley antiterrorista para castigar doblemente a quienes busquen sembrar el terror en la población. Ilustración MidJourney.

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ha anunciado la intensificación de los esfuerzos contra el narcotráfico, solicitando incluso la aplicación de la ley antiterrorista para castigar doblemente a quienes busquen sembrar el terror en la población. La estrategia incluye un mayor despliegue policial, apoyo táctico de las Fuerzas Armadas, y una ley antimafia que responsabiliza a todos los miembros de una banda por los crímenes cometidos. Estas medidas reflejan la determinación del gobierno de no ceder ante las amenazas y la violencia de estas bandas que asesinan personas al azar.

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Una guerra en toda regla

La confrontación entre el estado y los narcotraficantes en Rosario es, según las palabras del presidente Milei, una guerra en toda regla. La elección, dice, es clara: «son ellos o nosotros». El gobierno se encuentra en un punto de inflexión crítico, enfrentándose a un enemigo implacable que no duda en usar la violencia más extrema para alcanzar sus objetivos. La lucha promete ser larga y difícil, pero es una batalla que el estado no puede permitirse perder. La seguridad y la paz de la población de Rosario, y de Argentina en su conjunto, dependen de ello.

La situación en Rosario es un recordatorio sombrío de hasta dónde están dispuestos a llegar los criminales para intimidar y ejercer su poder: asesinan personas al azar, dejando a una comunidad entera en un estado de miedo y desesperación constantes.

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