Worldcoin ha irrumpido en la escena tecnológica con una mezcla de fascinación y controversia que pocos proyectos han logrado igualar. Creado por Sam Altman, el mismo visionario detrás de OpenAI, Worldcoin promete una solución audaz en un mundo donde la inteligencia artificial y la tecnología avanzada amenazan con desdibujar la línea entre lo humano y lo artificial. Sin embargo, la promesa de escanear los ojos de millones de personas a cambio de una criptomoneda ha generado tanto amores como odios, reflejando la complejidad de un proyecto que se mueve en la delgada línea entre la innovación y la intrusión.
Angus Berwick, un periodista de The Wall Street Journal, ha estado cubriendo de cerca este fenómeno. Con una sólida trayectoria que incluye la cobertura de criptomonedas, delitos financieros y mercados, Berwick se unió al Journal en 2023 después de su paso por Reuters, donde se destacó como periodista de investigación. Su más reciente artículo, titulado «Worldcoin de Sam Altman está luchando con los gobiernos por tus ojos», publicado en la sección de Tecnología del Journal, ofrece una visión detallada de los desafíos que enfrenta este ambicioso proyecto. Según Berwick, más de una docena de jurisdicciones han suspendido las operaciones de Worldcoin o han investigado su procesamiento de datos, lo que ha colocado a Altman en una batalla constante con los gobiernos.
La visión de Worldcoin
Sam Altman, conocido por su trabajo en OpenAI, tiene una visión clara: salvar a la humanidad del impacto de la inteligencia artificial que él mismo está ayudando a desarrollar. Su iniciativa Worldcoin no es solo una criptomoneda; es un intento de crear la red financiera y de identidad más grande jamás imaginada, un proyecto que, según Altman, es crucial para abordar el riesgo de no poder distinguir entre humanos y robots en un futuro dominado por la IA. Sin embargo, esta misión ha sido recibida con escepticismo por parte de las autoridades de diversos países, que han puesto en duda la transparencia y las intenciones de Worldcoin.

El proyecto, lanzado oficialmente el año pasado, ha logrado verificar a más de seis millones de personas en casi 40 países, una cifra impresionante que, sin embargo, no ha sido suficiente para apaciguar las preocupaciones de los reguladores. A pesar de las promesas de Altman de que la tecnología de Worldcoin es completamente privada, con orbes que eliminan todas las imágenes después de la verificación y códigos de iris que no contienen información personal, varios gobiernos han expresado sus dudas sobre la seguridad de estos datos. La Fundación Worldcoin, registrada en las Islas Caimán, ha sido objeto de redadas, bloqueos y multas en países como Hong Kong, Argentina, España y Kenia.
Los pobres no tienen problemas
Las críticas a Worldcoin no se limitan a la privacidad. Angus Berwick señala que algunos expertos en privacidad han acusado al proyecto de aprovecharse de la falta de sofisticación tecnológica en ciertas regiones, utilizando «pequeños incentivos» para alentar a las personas a entregar sus datos biométricos. En Kenia, por ejemplo, Worldcoin logró medio millón de inscripciones en solo tres meses después de su lanzamiento, pero pronto se enfrentó a investigaciones criminales por la recopilación de datos. A pesar de estos contratiempos, Altman y su equipo han continuado con su misión, ajustando sus prácticas para cumplir con las normativas locales y manteniendo su visión de un mundo donde todos estén conectados a través de Worldcoin.
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A pesar de los obstáculos, Worldcoin ha seguido adelante, impulsado por la creencia de Altman en la necesidad de una identidad global unificada. En una entrevista reciente, el director de privacidad de Worldcoin, Damien Kieran, defendió el proyecto, afirmando que cualquier iniciativa innovadora inevitablemente genera escrutinio. Según Kieran, Worldcoin está trabajando estrechamente con los reguladores para abordar las preocupaciones sobre la privacidad y ha suspendido la opción de compartir imágenes de iris mientras desarrolla un nuevo proceso. Sin embargo, este enfoque no ha sido suficiente para calmar las inquietudes de los críticos, que temen que Worldcoin pueda estar sentando las bases para un sistema de vigilancia global.
La suma de todos los miedos
El camino hacia la aceptación de Worldcoin no ha sido fácil. Las autoridades en Hong Kong descubrieron que el proyecto retenía imágenes del iris durante hasta una década, lo que llevó a una prohibición de sus operaciones. En Argentina, las investigaciones se centraron en la falta de transparencia y en términos de uso que algunos consideran abusivos. En España, Worldcoin fue acusado de escanear a niños en masa, mientras que en Portugal se cuestionó el consentimiento de los usuarios para el uso de sus datos. Estas acciones han llevado a Worldcoin a implementar nuevas medidas de seguridad, como la verificación de documentos de identidad para disuadir a los menores y la opción de eliminar permanentemente los códigos de iris, en un intento por cumplir con las estrictas normativas de protección de datos de la Unión Europea.
A medida que Worldcoin avanza en su misión, también ha comenzado a enfrentar los desafíos que plantea la misma tecnología que busca combatir. Alex Blania, el director ejecutivo de Tools for Humanity, la empresa detrás de Worldcoin, ha señalado que la urgencia del proyecto se ha incrementado debido al rápido avance de la inteligencia artificial, que ya está transformando la forma en que interactuamos en línea. Con la proliferación de bots y cuentas falsas en redes sociales, la necesidad de una identidad digital verificable se ha vuelto más apremiante. Sin embargo, esta misma urgencia ha generado dudas sobre la capacidad de Worldcoin para mantener la seguridad de los datos de sus usuarios en un mundo cada vez más digitalizado.

La valentía por ser millonarios
Un aspecto crucial del éxito de Worldcoin radica en su criptomoneda, WLD. A medida que Worldcoin desbloquea gradualmente los tokens asignados para las «subvenciones» de los usuarios, junto con la porción reservada para los inversores y miembros del equipo, el precio de WLD se ha vuelto un factor determinante en la viabilidad del proyecto. Aunque WLD se comercializa activamente, su precio está controlado en gran medida por la pequeña cantidad de monedas en circulación, lo que genera preocupación sobre la sostenibilidad del valor de la criptomoneda a largo plazo. Sin embargo, Worldcoin ha logrado captar la atención de inversores de alto perfil, recaudando 240 millones de dólares de empresas como Andreessen Horowitz y Khosla Ventures, lo que subraya la confianza de algunos en el potencial del proyecto.
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A medida que Worldcoin continúa su expansión global, Altman y su equipo enfrentan la difícil tarea de equilibrar la innovación con la regulación. Si bien el proyecto ha sido criticado por su enfoque agresivo y la percepción de que se está aprovechando de regiones con menos conocimientos tecnológicos, también ha demostrado una capacidad notable para adaptarse a las exigencias de los reguladores y para ajustar sus prácticas en función de las preocupaciones. planteadas. La pregunta que queda es si Worldcoin podrá cumplir con su ambiciosa promesa de salvarnos de un futuro incierto, o si, en cambio, se convertirá en otro ejemplo de cómo las buenas intenciones pueden verse frustradas por las complejidades del mundo real.
En última instancia, Worldcoin representa una intersección fascinante entre la tecnología avanzada, la privacidad y la gobernanza global. Con su futuro aún incierto y sus desafíos cada vez más complejos, el proyecto de Sam Altman sigue siendo un experimento audaz que tanto sus defensores como sus detractores observarán de cerca en los próximos años.

