La fortaleza conocida como la Unión cívico-militar, ideada por Hugo Chávez y sostenida por Nicolás Maduro, enfrenta hoy sus más duras pruebas. Esta estructura, compuesta por una compleja red de agencias militares, policiales y de inteligencia, ha sido crucial para la permanencia del régimen de Maduro, pero ahora se encuentra bajo escrutinio y presión como nunca antes. La Unión Cívico-Militar no es una simple asociación, es una estructura cultural, difícil de desarmar y que ha experimentado diferentes test del ácido y hasta el día de hoy se muestra monolítica.
Jack Nicas, jefe de la oficina de Brasil de The New York Times, con sede en Río de Janeiro, ha explorado en su artículo «¿Qué sostiene a Maduro en el poder?» cómo esta unión ha sido fundamental para mantener el control autoritario en Venezuela. Nicas, conocido por su habilidad para abordar temas de política, economía y cultura en América del Sur, resalta en su investigación que la Unión cívico-militar es una construcción cultural que ha resistido múltiples intentos de desmantelamiento y sigue siendo una fuerza monolítica en el país. “¿Se ha perdido toda esperanza para la democracia en Venezuela? Los líderes de la oposición están tratando de avanzar y Estados Unidos ha reconocido a su candidato como el ganador de la votación del domingo. Pero Maduro no parece estar cerca de renunciar al poder”.
Blindada la unión cívico-militar
La Unión cívico-militar no es simplemente una alianza entre el gobierno y las fuerzas armadas; es una simbiosis profundamente arraigada en la política y la sociedad venezolana. Esta relación se consolidó durante el mandato de Chávez, quien entendió la importancia de mantener a las fuerzas de seguridad leales a su gobierno. Bajo Maduro, esta unión se ha vuelto aún más crítica, especialmente en tiempos de crisis económica y política. Las fuerzas armadas, con aproximadamente 150,000 miembros, están distribuidas entre el ejército, la armada, la fuerza aérea y la guardia nacional, todas ellas vigiladas por múltiples agencias de inteligencia que aseguran la lealtad al régimen.

Esta estructura fue ideada en el tiempo que en Venezuela se conoce con el nombre de la IV República. Los adecos -adeptos de Acción Democrática– la gestaron y Rómulo Betancourt los manejó a su antojo. Sin embargo, Chávez es el padre de ese ecosistema. Dividió a las fuerzas de seguridad en tantas ramas como ha sido posible. Sacó al Estado mayor del estema escolar de la Casa de las Américas y más de diez generaciones de militares no conocen más que el grito de “patria, socialismo o muerte” como consigna. Además, el cargo de más peso y mayor remuneración no es el de Ministro de Defensa o Mayor General, es el ser Director de las Escuelas más importantes de las Fuerzas Armadas Bolivarianas, cuna de los hombres en armas que sostienen de pie a la revolución.
Un magnífico rompe olas
La fortaleza de la Unión cívico-militar se pone a prueba cada vez que surge una nueva ola de protestas o cuando la comunidad internacional cuestiona la legitimidad de las elecciones en Venezuela. La reciente elección, declarada no democrática por observadores internacionales, ha provocado arrestos masivos de opositores políticos y ha generado un renovado debate sobre la capacidad de Maduro para mantenerse en el poder. A pesar de estas tensiones, la estructura de la Unión cívico-militar ha demostrado ser resiliente, actuando como un baluarte contra los intentos de cambio político.
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Marcel Dirsus, politólogo y autor de «How Tyrants Fall», subraya que en los regímenes autoritarios, la verdadera amenaza proviene de las fuerzas de seguridad. En su análisis, señala que los dictadores a menudo dependen de un pequeño círculo de figuras influyentes para mantener su poder, y en el caso de Venezuela, estas figuras están fuertemente armadas y organizadas. La historia ha demostrado que cuando estas fuerzas se fragmentan o cambian de bando, los regímenes autoritarios tienden a colapsar. Sin embargo, en Venezuela, la Unión cívico-militar ha sido diseñada específicamente para prevenir tal fragmentación, con múltiples unidades que se vigilan entre sí para evitar la concentración de poder.
Estabilidad y control
La permanencia de Maduro en el poder no solo depende de la fuerza bruta, sino también de la percepción de estabilidad y control. La Unión cívico-militar ha jugado un papel crucial en proyectar esta imagen, sofocando protestas y neutralizando a la oposición. Sin embargo, las fuerzas armadas no son inmunes a las tensiones internas. La presión internacional y las sanciones económicas han exacerbado las divisiones dentro del gobierno y las fuerzas de seguridad, poniendo a prueba la cohesión de esta unión. La pregunta que muchos analistas se hacen es cuánto tiempo más podrá mantenerse intacta esta estructura bajo tales presiones.
Erica Frantz, profesora de ciencia política en la Universidad Estatal de Míchigan, quien estudia el autoritarismo, destaca que la supervivencia de regímenes como el de Maduro depende en gran medida del apoyo continuo de las fuerzas de seguridad. En su libro «The Origins of Elected Strongmen», Frantz argumenta que la lealtad de los militares y las agencias de inteligencia es el pilar fundamental que sostiene a los dictadores en el poder. En Venezuela, la Unión cívico-militar ha demostrado ser una barrera formidable contra los intentos de democratización, pero esta misma estructura podría ser su talón de Aquiles si las tensiones internas se agravan.

El reto es quebrarlas
El futuro de la democracia en Venezuela parece incierto, pero lo que es claro es que cualquier cambio significativo requerirá un quiebre en la Unión cívico-militar. La oposición ha intentado atraer a las fuerzas de seguridad a su causa, apelando a su sentido del deber y a la Constitución. María Corina Machado, líder de la oposición, hizo un llamado directo a los militares antes de las elecciones, instándolos a respetar la voluntad del pueblo. Sin embargo, la respuesta de los líderes militares ha sido ambigua, oscilando entre la lealtad a Maduro y una cautelosa neutralidad.
Las fuerzas de seguridad, incluyendo los llamados colectivos y la milicia nacional, han jugado un papel crucial en la represión de las protestas y la intimidación de la oposición. Estos grupos, a menudo armados y respaldados por el gobierno, han sido una herramienta eficaz para mantener el control. Sin embargo, su lealtad no es absoluta. La historia ha demostrado que cuando los regímenes comienzan a mostrar signos de debilidad, estos mismos grupos pueden volverse en su contra en un intento por salvarse a sí mismos.
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Otras prueba de fuego más
La situación actual en Venezuela es una prueba de fuego para la Unión cívico-militar. Con la economía en ruinas, la inflación disparada y la escasez de bienes básicos, la presión sobre el régimen de Maduro es intensa. La comunidad internacional, liderada por Estados Unidos y la Unión Europea, ha aumentado las sanciones y el aislamiento diplomático, buscando forzar un cambio. Sin embargo, mientras la Unión cívico-militar se mantenga cohesionada, es poco probable que Maduro se vea obligado a ceder el poder.
La Unión cívico-militar en Venezuela es una fortaleza construida por Chávez y mantenida por Maduro, diseñada para resistir las más duras pruebas. Aunque enfrenta presiones internas y externas, su capacidad para mantener el control ha sido notable. La clave para el futuro de Venezuela radica en la cohesión de esta unión y en la capacidad de la oposición para fracturarla. Mientras tanto, la población venezolana sigue soportando las consecuencias de un régimen autoritario que ha demostrado ser tan resistente como complejo.