Tiranías y democracias: Todos usan el sistema global de secreto financiero para ocultar dinero

El secreto financiero que envuelve la acumulación de riquezas ocultas es un tema de creciente interés y preocupación a nivel mundial. Este sistema global de secreto financiero contiene más de 50 billones de dólares repartidos en más de 70 jurisdicciones, en millones de cuentas ocultas, fideicomisos secretos y corporaciones anónimas. Esta vasta red se utiliza para ocultar riquezas y evitar impuestos, un hecho que Daniel Calingaert, decano de programas globales en Bard College, ha revelado en su ensayo titulado “Hay que desmantelar el sistema global que permite a los ricos ocultar su riqueza”, publicado en The Hill. Calingaert argumenta que el secreto financiero debe ser desmantelado por completo.

Calingaert, un experto en temas globales y decano en Bard College, expone cómo escándalo tras escándalo que involucra riquezas secretas ha llamado la atención en los últimos años solo para luego desaparecer de la vista pública. En su opinión, el sistema global que facilita el secreto financiero sigue operando en la sombra, beneficiando a los más ricos y poderosos mientras que el ciudadano común sigue pagando su parte justa de impuestos. Este sistema, según él, ha sido explotado no solo por multimillonarios y corporaciones multinacionales como Apple, Nike y Uber, que mezclan sus ganancias en diferentes paraísos fiscales extraterritoriales, sino también por líderes políticos de todo el mundo.

Desmantelar el secreto financiero

El secreto financiero, según Calingaert, socava la democracia al permitir que líderes políticos y oligarcas escondan sus riquezas en el extranjero. Entre los implicados se encuentran ex primeros ministros o primeros ministros en ejercicio de Argentina, Australia, la República Checa, Islandia y el Reino Unido; ministros de finanzas de Brasil, Francia y Países Bajos; y un Secretario de Comercio de Estados Unidos. Estos líderes participan en un sistema que beneficia a las elites ricas a expensas del resto de la población.

La frustración con la democracia ha alcanzado un máximo histórico, con mayorías en Estados Unidos y otros lugares insatisfechos con la forma en que la democracia está funcionando en sus países. El secreto financiero permite que estos líderes jueguen según su propio conjunto de reglas, mientras que los empleados asalariados y los trabajadores comunes deben pagar su parte justa de impuestos.

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El secreto financiero, según Calingaert, socava la democracia al permitir que líderes políticos y oligarcas escondan sus riquezas en el extranjero. Entre los implicados se encuentran ex primeros ministros o primeros ministros en ejercicio de Argentina, Australia, la República Checa, Islandia y el Reino Unido; ministros de finanzas de Brasil, Francia y Países Bajos; y un Secretario de Comercio de Estados Unidos. Ilustración MidJourney

Rusos y chinos también lo usan

Además, dice Calingaert, nuestros adversarios utilizan nuestro secreto financiero contra nosotros. Los oligarcas rusos sancionados ocultan sus activos en Europa y Estados Unidos detrás de fideicomisos opacos, y las entidades chinas recurren a empresas fantasma para enmascarar su robo de propiedad intelectual. Rusia, China y otros adversarios gastan dinero de forma encubierta para interferir en los procesos políticos e influir en las decisiones gubernamentales en los países democráticos. El sistema global de secreto financiero fue creado por los políticos del pasado, pero los líderes de hoy tienen la capacidad y la responsabilidad de derribarlo.

Calingaert propone varias medidas para desmantelar este sistema, empezando por poner fin al anonimato corporativo, eliminar los instrumentos financieros secretos y responsabilizar a los facilitadores por complicidad en la corrupción. Sugiere que Estados Unidos, como el mayor facilitador del secreto financiero en el mundo, tome la iniciativa. Estados Unidos es conocido por sus empresas fantasma en Delaware, los fideicomisos secretos en Dakota del Sur y los bienes raíces de lujo en Nueva York y Los Ángeles. Calingaert cree que Estados Unidos está en una posición privilegiada para persuadir a otras democracias a seguir su ejemplo. Junto con la Unión Europea, el Reino Unido y Japón, Estados Unidos puede desmantelar el sistema global de secreto financiero.

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¿Transparencia como norma?
La transparencia corporativa está empezando a convertirse en la norma. Estados Unidos, el Reino Unido y la UE ahora exigen que las empresas revelen quiénes son sus verdaderos propietarios “beneficiarios”. Sin embargo, en muchos lugares se niega o restringe el acceso público a los registros de beneficiarios reales, y los paraísos fiscales insulares bajo el dominio británico aún no han establecido dichos registros. Además, el registro de beneficiarios reales de EE. UU. deja grandes lagunas: el capital privado, el capital de riesgo y los fondos de cobertura están exentos, al igual que la mayoría de los fideicomisos y los activos digitales (como las criptomonedas). Estas lagunas son lo suficientemente importantes como para hacer que el registro sea inútil, porque los fondos ilícitos fluirán hacia dondequiera que permanezca el secreto financiero.

Para frenar la evasión fiscal, las corporaciones multinacionales deberían informar sus ingresos, ganancias y actividad económica por país, de modo que los gobiernos puedan gravarlas en función de dónde se encuentran sus ventas y sus empleados. Esta reforma minimizaría los beneficios y, por tanto, el uso de los paraísos fiscales. Calingaert sugiere que una vez que estos sistemas financieros dominantes se vuelvan transparentes, deberían quedar aislados de las jurisdicciones secretas. Los bancos extranjeros deberían actuar con la debida diligencia sobre los beneficiarios reales del dinero que ingresan y, si no lo hacen, deberían ser excluidos de nuestros sistemas financieros. Los fondos que provienen o van a jurisdicciones secretas, como Dubai y Turquía, deberían ser objeto de un mayor escrutinio.

Un tema de seguridad global

El secreto financiero también socava la seguridad global. Los adversarios de las democracias, como Rusia y China, utilizan el secreto financiero para ocultar sus actividades ilícitas y para influir en la política interna de otros países. Los oligarcas rusos, por ejemplo, han ocultado sus activos en Europa y Estados Unidos mediante fideicomisos opacos, y las entidades chinas utilizan empresas fantasmas para enmascarar el robo de propiedad intelectual. Este uso del secreto financiero por parte de nuestros adversarios es una amenaza directa a la estabilidad y la seguridad de las democracias.

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El secreto financiero también socava la seguridad global. Los adversarios de las democracias, como Rusia y China, utilizan el secreto financiero para ocultar sus actividades ilícitas y para influir en la política interna de otros países. Ilustración MidJourney.

Calingaert también subraya la importancia de controlar a los profesionales que facilitan la entrada de dinero sucio en el sistema financiero. Abogados, contadores y proveedores de servicios empresariales deben estar obligados a seguir las reglas contra el lavado de dinero, conocer a sus clientes e informar sobre actividades sospechosas. Deberían estar sujetos a duras sanciones si infringen estas reglas. La necesidad de una mayor regulación y supervisión de estos facilitadores es crucial para combatir el secreto financiero y la evasión fiscal.

Una tarea difícil

El sistema global de secreto financiero está diseñado para ocultar dinero, incluido el dinero sucio, y evadir impuestos. No tiene ningún beneficio económico, sino más bien un lastre para el desarrollo económico, un motor de tensiones sociales, un factor que contribuye al conflicto y una amenaza a la democracia. Ha llegado el momento de desmantelar este sistema. Los líderes actuales tienen la oportunidad de erradicar este problema, pero necesitarán la voluntad política y el apoyo internacional para hacerlo. La transparencia y la rendición de cuentas son esenciales para restaurar la confianza en las democracias y asegurar un futuro más justo y equitativo para todos.

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El trabajo de Daniel Calingaert en The Hill ofrece una guía clara sobre cómo podemos comenzar a desmantelar el sistema de secreto financiero. Su propuesta de política reciente detalla los pasos necesarios: poner fin al anonimato corporativo, eliminar los instrumentos financieros secretos, responsabilizar a los facilitadores y aislar el sistema financiero de las jurisdicciones secretas. Estados Unidos, junto con sus aliados en la Unión Europea, el Reino Unido y Japón, debe liderar este esfuerzo. Solo a través de la acción concertada y la cooperación internacional podremos erradicar el secreto financiero y construir un sistema económico más transparente y justo.

Este secreto financiero ha permitido a los ricos y poderosos ocultar su riqueza durante demasiado tiempo. Es hora de poner fin a esta práctica y asegurar que todos, desde las corporaciones multinacionales hasta los líderes políticos, paguen su parte justa. Al hacerlo, no solo fortalecemos nuestras democracias, sino que también enviamos un mensaje claro a nuestros adversarios de que ya no toleraremos el uso del secreto financiero para socavar nuestra seguridad y estabilidad. La transparencia es la clave para un futuro más equitativo y seguro, y debemos actuar ahora para lograrlo.

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