En un escenario global cada vez más interconectado, la aparición de Rusia a través de Afrika Korps como un actor influyente en África despierta una mezcla de asombro e inquietud. Esta iniciativa, que podría interpretarse como un renacimiento de tácticas feudales en la era moderna, se inscribe dentro de un marco de ambiciones geopolíticas y económicas que resuenan con ecos del pasado.
Desde el comienzo de su conflicto con Ucrania, Rusia ha elevado significativamente su perfil en África. Este interés no es un fenómeno aislado, sino que forma parte de una estrategia más amplia, delineada brillantemente por Stephen Blank, experto en geopolítica y geoestrategia de la ex Unión Soviética, Rusia y Eurasia. Blank, en su artículo para The Hill, desvela cómo Moscú, utilizando una gama de instrumentos de poder estatales, busca afianzar su influencia en el continente africano.
Rusia a través de Afrika Korps
La presencia rusa en África, ahora canalizada a través de Afrika Korps, no es solo una cuestión de intereses económicos. Es, en su esencia, una búsqueda de bases y nodos de influencia duraderos que permitan a Moscú acceder a recursos naturales clave y establecerse como una potencia dominante en la región. Esta estrategia incluye no solo la inversión en infraestructura y la venta de armas, sino también un apoyo más sutil a líderes autoritarios que favorezcan las políticas exteriores rusas.

Lo que hace particularmente intrigante a la intervención de Rusia a través de Afrika Korps es la combinación de métodos tradicionales y modernos. El uso de mercenarios, como en el caso del grupo Wagner, apoyado por el Estado, y su transformación en Afrika Korps, evidencia una adaptación de tácticas antiguas a los desafíos contemporáneos. Este grupo, cuyo nombre evoca reminiscencias del Tercer Reich, representa una forma moderna de intervención que va más allá del apoyo militar, incursionando en la política, la economía y la guerra de la información.
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Nuevas bases militares
La operación de Rusia en África, a través de Afrika Korps, también se enfoca en el establecimiento de bases militares, terrestres, marítimas y aéreas. Esta aspiración no es nueva; tiene sus raíces en la historia, remontándose a los tiempos de Catalina la Grande y su obsesión con Bizancio y Constantinopla. La búsqueda de estas bases es, en esencia, un intento de Rusia de proyectar su poder imperial y reafirmar su estatus como una gran potencia, aunque su armada no sea precisamente un coloso en el escenario mundial.
Más allá de la mera presencia militar, lo que Rusia a través de Afrika Korps persigue un control más sutil y duradero. Apoyando gobiernos autoritarios que respalden o al menos no se opongan seriamente a sus políticas, Moscú busca mantener una influencia constante y beneficiosa. Esta relación simbiótica permite a Rusia extraer recursos y ganancias, al tiempo que asegura la lealtad de los gobernantes locales.
Adaptación a nuevos tiempos
El interés renovado de Moscú en África y su implementación de una visión de Rusia a través de Afrika Korps es, por tanto, una manifestación de una estrategia imperial clásica adaptada a los tiempos modernos. Representa un juego de poder donde la geopolítica, la economía y la influencia militar se entrelazan en un intento de remodelar el equilibrio de poder en el continente. En este escenario, África no es solo un campo de recursos y oportunidades económicas, sino un tablero estratégico en el juego global de influencia y poder.

Este resurgimiento de tácticas y estrategias que recuerdan épocas feudales, ejecutado a través de Afrika Korps, plantea preguntas sobre el futuro de África en el contexto internacional. Mientras las potencias mundiales continúan compitiendo por influencia, la verdadera pregunta es cómo estas maniobras afectarán a los países y pueblos africanos, cuyas voces y necesidades a menudo quedan eclipsadas en el juego de ajedrez geopolítico.
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Jugar a la vieja geopolítica
Rusia a través de Afrika Korps no solo está redefiniendo su papel en África, sino que también está desafiando las nociones convencionales de intervención y cooperación internacional. En un mundo cada vez más multipolar, la estrategia de Moscú en África puede ser un indicador de cómo las viejas tácticas pueden ser revividas y adaptadas para servir a los objetivos modernos, planteando interrogantes sobre la naturaleza del poder y la influencia en el siglo XXI.
La operación de Rusia por intermedio de Afrika Korps en África es un claro ejemplo de cómo las estrategias históricas pueden ser reinventadas para servir a los intereses contemporáneos. En un continente rico en recursos y oportunidades, la presencia rusa, si bien es una continuidad de sus objetivos de largo plazo, representa también un nuevo capítulo en la historia de África y su relación con las potencias globales. Cómo se desarrollará este capítulo y qué significará para el futuro de África y del mundo sigue siendo una cuestión abierta, sujeta a las complejidades y caprichos de la geopolítica moderna.

