Elisabeth Braw: la resiliencia nacional es fundamental para la seguridad de la OTAN

En un mundo marcado por la incertidumbre y la creciente competencia estratégica, la resiliencia nacional se ha convertido en un pilar esencial para la seguridad de la OTAN. Elisabeth Braw, investigadora principal de la Iniciativa de Seguridad Transatlántica del Consejo Atlántico en el Centro Scowcroft de Estrategia y Seguridad, destaca que la resiliencia nacional no es solo una estrategia defensiva, sino una herramienta crucial para la estabilidad de la Alianza. En su artículo titulado «La resiliencia nacional es una parte crucial de la defensa. Aquí están los países que lo están haciendo bien», Braw argumenta que los países que fortalezcan su resiliencia nacional estarán mejor preparados para enfrentar las amenazas contemporáneas.

Elisabeth Braw, reconocida por su trabajo en temas de seguridad transatlántica, ha realizado contribuciones significativas a través de su labor en el Consejo Atlántico y su reciente libro «Adiós, globalización: el retorno de un mundo dividido». Su enfoque se centra en cómo la resiliencia nacional puede ser una herramienta decisiva para la OTAN en un contexto donde las amenazas no solo provienen de conflictos armados, sino también de ciberataques, desinformación y otros desafíos híbridos. Según Braw, la OTAN debe adaptar sus estrategias para incluir medidas de resiliencia que no solo fortalezcan las capacidades militares, sino también las civiles.

Tiempos de resiliencia nacional

La resiliencia nacional ha sido un componente esencial de la misión de la OTAN desde sus inicios, como se refleja en el Artículo 3 del Tratado del Atlántico Norte. Este artículo subraya la importancia de que las partes mantengan y desarrollen su capacidad para resistir ataques armados, tanto de manera individual como colectiva. Sin embargo, Braw señala que, durante años, muchos aliados han descuidado este aspecto fundamental. La razón principal es que la resiliencia nacional es difícil de cuantificar en comparación con la defensa militar tradicional, donde se pueden medir claramente los efectivos y el armamento.

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La resiliencia nacional ha sido un componente esencial de la misión de la OTAN desde sus inicios, como se refleja en el Artículo 3 del Tratado del Atlántico Norte. Este artículo subraya la importancia de que las partes mantengan y desarrollen su capacidad para resistir ataques armados, tanto de manera individual como colectiva. Ilustración MidJourney

En la cumbre de Varsovia de 2016, los líderes de la OTAN adoptaron siete «requisitos básicos» para mejorar la resiliencia nacional, que incluyen la continuidad del gobierno y servicios críticos, suministros de energía resilientes y la capacidad de manejar el movimiento incontrolado de personas, entre otros. A pesar de estos esfuerzos, Braw argumenta que algunos aliados han tratado estas directrices más como ambiciones que como requisitos. Sin embargo, hay países que están avanzando significativamente en este ámbito, demostrando que la resiliencia nacional puede ser una realidad tangible.

Ejemplos interesantes

Suecia y Finlandia son ejemplos destacados de cómo la resiliencia nacional puede integrarse efectivamente en la seguridad de un país. Suecia, con su enfoque en la «defensa total» desde la Segunda Guerra Mundial, ha involucrado a toda la sociedad en la preparación para situaciones de crisis. Este enfoque ha sido renovado en años recientes con iniciativas como el folleto «Si llega la crisis o la guerra», que proporciona a los ciudadanos información clave sobre cómo actuar en emergencias. Finlandia, por su parte, ha desarrollado una estrategia de «defensa territorial mental», fomentando un sentido de deber y preparación entre sus ciudadanos.

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Estos ejemplos nórdicos ofrecen lecciones valiosas para otros miembros de la OTAN. Braw destaca que la participación ciudadana y la preparación cívica son componentes esenciales de la resiliencia nacional. Al involucrar a la población en los esfuerzos de defensa, estos países no solo fortalecen sus capacidades para enfrentar amenazas externas, sino que también construyen una sociedad más cohesionada y preparada para cualquier eventualidad.

Una práctica convincente

La resiliencia nacional no es exclusiva de los países nórdicos. Otros aliados de la OTAN también están implementando medidas innovadoras. Letonia, por ejemplo, ha introducido un plan de estudios de defensa en las escuelas secundarias, enseñando a los jóvenes habilidades de resiliencia. Alemania, a través de su Technisches Hilfswerk (THW), ha creado un modelo eficaz de voluntariado que puede adaptarse fácilmente a los esfuerzos de resiliencia nacional. Estos ejemplos muestran que, aunque no todas las prácticas son aplicables a todos los países, hay soluciones que pueden adaptarse y adoptarse para mejorar la resiliencia.

Además, Braw subraya la importancia de aprender de amigos y aliados fuera de la OTAN. Singapur y Australia, en la región Indo-Pacífica, han desarrollado estrategias de resiliencia que pueden ofrecer valiosas lecciones. Singapur celebra un día anual de defensa total, mientras que Australia está desarrollando una ambiciosa estrategia de resiliencia. Estas prácticas demuestran que la colaboración y el intercambio de conocimientos pueden fortalecer significativamente la capacidad de la OTAN para enfrentar desafíos futuros.

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La resiliencia nacional es una estrategia fundamental que debe ser adoptada y fortalecida por todos los miembros de la OTAN. A medida que la Alianza se enfrenta a un entorno de seguridad cada vez más complejo, la capacidad de resistir y recuperarse de las amenazas es más crucial que nunca. Ilustración MidJourney.

Mejorar las capacidades

En resumen, la resiliencia nacional es un componente esencial para la seguridad de la OTAN. Elisabeth Braw argumenta que, al aprender de los países que ya están implementando medidas efectivas, los aliados de la OTAN pueden mejorar sus propias capacidades y estar mejor preparados para enfrentar una variedad de amenazas. La resiliencia nacional no solo fortalece la defensa contra ataques armados, sino que también crea sociedades más fuertes y cohesionadas, capaces de resistir y recuperarse de diversas crisis.

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La resiliencia nacional es una estrategia fundamental que debe ser adoptada y fortalecida por todos los miembros de la OTAN. A medida que la Alianza se enfrenta a un entorno de seguridad cada vez más complejo, la capacidad de resistir y recuperarse de las amenazas es más crucial que nunca. Siguiendo los ejemplos de países como Suecia, Finlandia, Letonia y Alemania, y aprendiendo de aliados fuera de la OTAN, los miembros de la Alianza pueden construir una resiliencia robusta que garantice su seguridad y estabilidad a largo plazo. La resiliencia nacional no es solo una cuestión de infraestructura y capacidades gubernamentales, sino también de involucrar a la sociedad en su conjunto en los esfuerzos de defensa. Este enfoque holístico es esencial para la seguridad de la OTAN en el siglo XXI.

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