AIE: En 2030 el mundo producirá ocho millones de barriles de petróleo más de los que consumirá

En un reciente informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), se proyecta que para 2030 el mundo estará produciendo ocho millones de barriles de petróleo más de los que consumirá diariamente. Esta sobreoferta, según el organismo, tendrá significativas repercusiones tanto para los mercados globales como para las economías de los países dependientes del crudo.

Ignacio Fariz, redactor de la sección de Economía de EL PAÍS, es el autor del informe original titulado “El mundo se encamina a un exceso de petróleo en 2030 solo superado por el del confinamiento”. Fariz, con una destacada trayectoria en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México, estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y completó el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid. Su análisis profundiza en cómo la oferta de petróleo crecerá el doble que la demanda en lo que resta de la década, resaltando los factores que contribuirán a esta tendencia y sus posibles consecuencias.

Más petróleo del que quemaremos

La AIE indica que, para finales de esta década, la demanda mundial de petróleo rondará los 105,4 millones de barriles diarios, solo un pequeño aumento respecto a los niveles actuales. Sin embargo, la producción alcanzará los 113,8 millones de barriles diarios, impulsada principalmente por países fuera de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) como Estados Unidos, Brasil y Canadá. Este excedente de ocho millones de barriles diarios es una cifra que no se había visto desde los confinamientos por la pandemia de COVID-19 en 2020.

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El aumento de la electrificación del parque móvil y la mejora en la eficiencia energética son dos de los factores clave que están contrarrestando el crecimiento de la demanda de petróleo. Ilustración MidJourney

El aumento de la electrificación del parque móvil y la mejora en la eficiencia energética son dos de los factores clave que están contrarrestando el crecimiento de la demanda de petróleo. En muchos países, la transición hacia vehículos eléctricos y la adopción de tecnologías más eficientes están reduciendo significativamente la dependencia del petróleo. Al mismo tiempo, la generación de electricidad a partir del petróleo está disminuyendo, especialmente en las naciones que aún dependen de este recurso.

La balanza no se equilibrará

La demanda creciente en Asia emergente y en sectores específicos como la aviación y la petroquímica no será suficiente para equilibrar la balanza. La AIE prevé que el consumo de petróleo comenzará a declinar hacia el final de la década, con un pico de demanda en 2030. Esta desaceleración del consumo se debe en parte a los cambios estructurales en la economía de China y a la transición energética global.

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En Europa, la caída de la demanda será particularmente pronunciada. Se espera que los países ricos reduzcan su consumo en alrededor de tres millones de barriles de petróleo diarios para 2030, pasando de los 45,7 millones actuales a 42,7 millones. En Europa, esta reducción será aún más notable, con una disminución anual del 1% que resultará en un consumo inferior a los 14 millones de barriles diarios para el final de la década. Esta tendencia refleja un cambio significativo en las políticas energéticas y de movilidad, así como en la adopción de tecnologías más limpias y eficientes.

Algunas lecturas geopolíticas

Este cambio en la demanda está llevando a una reconfiguración del mercado petrolero global. El centro de gravedad se está desplazando del Atlántico al este del canal de Suez, con un incremento del comercio de petróleo entre Oriente Medio y Asia. Las sanciones a Rusia también están alterando el flujo del petróleo, con una mayor parte de la producción rusa dirigiéndose a China e India.

A pesar de las tensiones recientes en las refinerías, exacerbadas por la invasión rusa de Ucrania, la capacidad de transformación de crudo en combustibles aumentará en solo 3,3 millones de barriles diarios. No obstante, este incremento será suficiente para satisfacer toda la demanda, gracias a la electrificación del transporte y el aumento de la producción de biocombustibles y derivados del gas natural. Esto podría llevar a un menor ritmo de refinación en Asia y al cierre de algunas refinerías hacia el final de la década.

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La AIE prevé que el consumo de petróleo comenzará a declinar hacia el final de la década, con un pico de demanda en 2030. Esta desaceleración del consumo se debe en parte a los cambios estructurales en la economía de China y a la transición energética global. Ilustración MidJourney.

Impacto en países OPEP

La AIE advierte que esta capacidad excedente tendrá importantes implicaciones para los mercados petroleros, tanto dentro como fuera de la OPEP, así como para la industria del fracking en Estados Unidos. Las empresas petroleras y los países dependientes del crudo deberán ajustar sus estrategias para adaptarse a esta nueva realidad. La actual estructura económica y las políticas energéticas en desarrollo influirán significativamente en cómo se manejará este exceso de petróleo en el mercado global.

El director ejecutivo de la AIE, Fatih Birol, enfatiza que el gran excedente de oferta previsto debería ser una señal de alerta para las empresas petroleras. Deben asegurarse de que sus planes y estrategias de negocio estén preparadas para los cambios que se avecinan. Esta transición energética, junto con el cambio estructural en la economía china, hará que el consumo de petróleo se desacelere y alcance su pico en 2030.

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Un cartel bajo incertidumbre

Los actuales recortes voluntarios de oferta de la OPEP no serán suficientes para equilibrar el mercado en el futuro. La incertidumbre sobre el rumbo de la OPEP aumentará a medida que el mercado se adapte a la nueva realidad de exceso de oferta. La demanda en Europa, en particular, disminuirá significativamente, afectando a la industria de refinación y a los mercados de destilados medios como el diésel y el queroseno.

El mundo se enfrenta a un escenario de sobreoferta de petróleo sin precedentes para 2030. Las implicaciones de esta situación son vastas y afectarán a múltiples niveles, desde la economía global hasta las estrategias empresariales y las políticas energéticas. La transición hacia una mayor eficiencia y electrificación es inevitable, y los actores del mercado petrolero deberán adaptarse para sobrevivir en esta nueva era de abundancia de crudo.

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