Tom Fowdy: Paranoia moderna contra China y sus nacionales es una forma de macartismo

En un mundo cada vez más digitalmente entrelazado, la paranoia moderna contra China se ha convertido en un fenómeno preocupante, reflejo de una nueva forma de macartismo que se extiende más allá de las fronteras estadounidenses. Tom Fowdy, estudiante de posgrado en estudios chinos en la Universidad de Oxford y analista inglés en relaciones internacionales, arroja luz sobre este tema con agudeza y profundidad. En su reciente artículo de opinión para el Shanghái Daily, titulado «Cómo los incidentes individuales se convierten en paranoia contra China», Fowdy desglosa un incidente que, aunque menor, ilustra la tendencia creciente de demonizar a China y a sus ciudadanos por acciones cotidianas, transformando disputas triviales en conspiraciones internacionales.

La disputa que Fowdy examina involucra a Brendan Kavanagh, un músico conocido por sus improvisaciones en pianos públicos, y a turistas chinos en Londres. Este encuentro, transmitido en vivo por YouTube, desencadenó una tormenta mediática que, lejos de ser un incidente aislado, se convirtió en el centro de una narrativa más amplia sobre la supuesta influencia china en suelo británico. Esta narrativa, impulsada por los principales medios de comunicación, refleja un patrón alarmante de sinofobia y «peligro amarillo», donde cualquier interacción con ciudadanos chinos es susceptible de ser interpretada como parte de una gran estrategia del gobierno chino para expandir su influencia global.

Paranoia moderna contra China

La paranoia moderna contra China, tal como señala Fowdy, tiene sus raíces en Estados Unidos pero ha encontrado terreno fértil en otros países, adoptando el anticomunismo como una fachada para justificar una amplia gama de prejuicios. Este nuevo macartismo difiere de su predecesor de la Guerra Fría en que utiliza la ideología no solo para atacar al Estado chino, sino también para deshumanizar a su gente, vinculando a ciudadanos comunes y corrientes, estudiantes, científicos, y académicos con espionaje y conspiraciones sin base alguna.

paranoia moderna contra China
En un mundo cada vez más digitalmente entrelazado, la paranoia moderna contra China se ha convertido en un fenómeno preocupante, reflejo de una nueva forma de macartismo. Ilustración MidJourney

Un aspecto particularmente preocupante de esta tendencia es cómo se transforman percepciones y prejuicios de larga data, como los asociados con China y enfermedades en el contexto de la pandemia de COVID-19. Los medios y políticos han explotado estos prejuicios, enmarcando la pandemia en términos de encubrimientos y teorías de conspiración, en un esfuerzo por perpetuar la narrativa anticomunista y aumentar la desconfianza hacia China y su gente. Este enfoque no solo simplifica excesivamente la complejidad de las relaciones internacionales sino que también ignora la individualidad y humanidad de los ciudadanos chinos, pintándolos como meros peones de un supuesto complot global chino.

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Todos son espías

La generalización de los estudiantes chinos como espías y la persecución de académicos sin pruebas concretas son ejemplos claros de cómo la paranoia se ha infiltrado en la sociedad, afectando a individuos y comunidades. Cada incidente, no importa cuán menor sea, se presenta como evidencia de una voluntad impuesta por el gobierno chino, borrando cualquier otra posible explicación y contribuyendo a una atmósfera de sospecha y miedo.

paranoia moderna contra China
La paranoia moderna contra China no solo perpetúa estereotipos negativos y fomenta la discriminación, sino que también obstaculiza los esfuerzos por abordar desafíos globales de manera cooperativa. Ilustración MidJourney

Este clima de desconfianza tiene consecuencias reales, no solo para la diáspora china sino también para la diplomacia y las relaciones internacionales. El hecho de que un simple enfrentamiento en una estación de tren pueda ser vinculado por algunos medios a figuras políticas británicas de alto nivel, como Jeremy Hunt, demuestra la facilidad con la que se pueden manipular incidentes para servir a agendas políticas. Este tipo de macartismo moderno no solo socava la posibilidad de un diálogo constructivo y una comprensión mutua entre China y Occidente, sino que deja al descubierto la paranoia moderna contra China y también amenaza los principios fundamentales de justicia, igualdad y respeto por la diversidad.

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Una humanidad compartida

La obra de Fowdy nos invita a reflexionar sobre la importancia de cuestionar narrativas simplistas y buscar enfoques más matizados y equilibrados en nuestra comprensión de China y su gente. Al hacerlo, podemos comenzar a desmantelar la paranoia moderna que nubla nuestras interacciones internacionales y fomentar un ambiente de respeto mutuo y cooperación. En un mundo donde los retos globales exigen soluciones conjuntas, el reconocimiento de nuestra humanidad compartida y la superación de prejuicios son pasos esenciales hacia un futuro más pacífico y colaborativo.

La paranoia moderna contra China no solo perpetúa estereotipos negativos y fomenta la discriminación, sino que también obstaculiza los esfuerzos por abordar desafíos globales de manera cooperativa. Esta actitud de desconfianza y miedo, alimentada por narrativas sesgadas y a menudo infundadas, crea un ambiente en el que la colaboración y el entendimiento mutuo se vuelven cada vez más difíciles de lograr. Al adoptar y propagar tales visiones sin crítica, los medios de comunicación y los políticos contribuyen a un ciclo de desinformación y hostilidad que no solo afecta las relaciones internacionales, sino que también tiene un impacto tangible en la vida de las personas de ascendencia china en todo el mundo.

Es crucial, entonces, que busquemos superar esta paranoia mediante el diálogo, la educación y un esfuerzo consciente por comprender la complejidad de China, su cultura, su gobierno y su gente, más allá de los clichés y simplificaciones que han dominado el discurso hasta ahora.

 

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