Lista de actuaciones ilegales o reprobables de los países occidentales no deja de crecer

La lista de actuaciones ilegales o reprobables de los países occidentales no deja de crecer. Esta tendencia alarmante no solo desafía los principios fundamentales sobre los que se basan estas naciones, sino que también pone en tela de juicio su liderazgo moral en el ámbito global. Los países occidentales, que históricamente han defendido valores como la democracia y los derechos humanos, ahora enfrentan una serie de acusaciones que socavan su credibilidad.

Andrea Rizzi, corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una columna dedicada a cuestiones europeas, ha abordado este tema con una claridad inquietante. Rizzi, licenciado en Derecho y con varios másteres en su haber, recientemente escribió un material de opinión titulado “La bajeza de Occidente”, publicado en EL PAÍS. En su artículo, Rizzi subraya cómo las acciones de los países occidentales, lejos de ser ejemplares, han sido motivo de constante preocupación y crítica.

El lastre de los países occidentales

En los últimos treinta años, hemos sido testigos de una serie de eventos que han puesto en entredicho la integridad moral de los países occidentales. Uno de los ejemplos más dolorosos es el genocidio de Srebrenica, que simboliza la terrible inacción europea durante las masacres de los Balcanes. Esta tragedia, junto con otras, ilustra la incapacidad de Europa para intervenir de manera efectiva y prevenir atrocidades. Los países occidentales no solo han fallado en prevenir estos actos, sino que, en muchos casos, han sido cómplices directos o indirectos.

El papel de Estados Unidos en esta lista es particularmente significativo. Guantánamo y Abu Ghraib son ejemplos emblemáticos de la abdicación de EE. UU. a los principios del Estado de derecho y los derechos humanos. Ilustración MidJourney

El papel de Estados Unidos en esta lista es particularmente significativo. Guantánamo y Abu Ghraib son ejemplos emblemáticos de la abdicación de EE. UU. a los principios del Estado de derecho y los derechos humanos. Estas instalaciones se han convertido en símbolos de la tortura y el abuso, manchando la reputación de una nación que se autoproclama defensora de la libertad. El programa de vigilancia masiva sin autorización judicial, conocido como Viento Estelar, y los vuelos de la vergüenza de la CIA, en los que participaron varios países europeos, también destacan la cooperación de Occidente en prácticas reprobables.

La cereza del pastel

La invasión de Irak, liderada por Estados Unidos y apoyada por aliados europeos como el Reino Unido, España y Portugal, es otro claro ejemplo de atropello al derecho internacional. Basada en mentiras descaradas sobre la existencia de armas de destrucción masiva, esta invasión no solo desestabilizó la región, sino que también dejó una estela de caos y sufrimiento que perdura hasta hoy. Los países occidentales, en su afán por imponer su voluntad, han ignorado repetidamente las normas internacionales.

Tambièn puedes leer: ¿Cuáles similitudes hacen pensar a Sadanand Dhume que India puede derivar en una Venezuela?

La intervención en Libia, seguida del abandono del país al desastre, y la situación en Siria, abandonada al mismo destino, muestran una tendencia preocupante de los países occidentales a intervenir sin asumir responsabilidad por las consecuencias. Este patrón de comportamiento no solo es irresponsable, sino que también es moralmente cuestionable. Los países occidentales, en su búsqueda de intereses estratégicos, han dejado a estas naciones en ruinas, mostrando una indiferencia alarmante hacia el sufrimiento humano.

Mezquindad sistemática

Durante la pandemia, el egoísmo en la distribución de las vacunas fue otro punto de crítica. Estados Unidos se negó a exportarlas, mientras que los europeos, aunque lo hicieron, boicotearon la liberación de patentes, lo que habría permitido una producción más amplia y equitativa. Esta actitud refleja un enfoque centrado en sí mismos, en lugar de un espíritu de solidaridad global. Los países occidentales, que deberían liderar con el ejemplo, han demostrado una falta de compromiso con la justicia global.

La ocupación israelí de territorios palestinos y el continuo suministro de munición por parte de EE. UU. para una respuesta bélica con toda probabilidad criminal, son otras manchas en el historial de los países occidentales. Durante décadas, han permitido y apoyado acciones que violan los derechos humanos básicos, mostrando una doble moral evidente. La reciente orden de cese inmediato de la ofensiva de Israel sobre Rafah por parte del Tribunal Internacional de Justicia es un recordatorio de la ineficacia de los sistemas internacionales y la bajeza de los poderes occidentales.

La intervención en Libia, seguida del abandono del país al desastre, y la situación en Siria, abandonada al mismo destino, muestran una tendencia preocupante de los países occidentales a intervenir sin asumir responsabilidad por las consecuencias. Ilustración MidJourney.

Migración, aporofobia y racismo

La cuestión migratoria también ha sido manejada de manera desastrosa por los países occidentales. La infame separación de niños de sus familias bajo la administración de Trump y la diferencia en el tratamiento a refugiados de Ucrania en comparación con los de Siria son ejemplos claros de políticas discriminatorias y crueles. La subcontratación a regímenes autoritarios para frenar la inmigración, sabiendo que estos utilizarán métodos brutales, es una muestra más de la hipocresía occidental. Los países occidentales han demostrado que están dispuestos a sacrificar sus principios humanitarios por conveniencia política.

Estos problemas no son exclusivos de un partido político o una administración en particular. Tanto demócratas como republicanos en Estados Unidos, así como gobiernos de diferentes signos políticos en Europa, han contribuido a este historial de bajezas. La administración de Biden, por ejemplo, continúa alimentando el conflicto en Gaza, mientras que el gobierno laborista de Tony Blair se embarcó en la desastrosa invasión de Irak. En Dinamarca, un gobierno socialdemócrata encabeza ahora la petición de avanzar en esquemas de inmigración que buscan consolidar una «Europa fortaleza».

Tambièn puedes leer: Marcos Carrillo: Hay muchas razones para negociar y una de ellas es ganar tiempo

Erosión de la democracia

El auge de la ultraderecha en Occidente añade una capa adicional de peligro a esta situación. Líderes como Orbán en Hungría, Kaczyński en Polonia y Trump en Estados Unidos han mostrado una tendencia alarmante hacia el autoritarismo y la erosión de los valores democráticos. Aunque con diferencias, estos líderes comparten un nacionalismo extremo y una política identitaria que amenaza con justificar discriminaciones y excepciones peligrosas. Los países occidentales deben esforzarse por mantenerse leales a sus valores fundamentales de democracia y derechos humanos, no solo porque es lo justo, sino porque es esencial en su competencia con las potencias autoritarias.

La crítica de Andrea Rizzi es un llamado de atención necesario. Occidente debe enfrentar sus fallos y trabajar activamente para corregirlos. No se trata solo de proteger su reputación, sino de adherirse a los principios que han sido la base de su éxito y liderazgo global. La lista de actuaciones ilegales y reprobables es larga y dolorosa, pero reconocer estos errores es el primer paso hacia la redención y la restauración de la integridad moral. Los países occidentales deben recordar que su verdadera fortaleza reside en la práctica de los valores que predican, y cualquier desviación de estos principios solo servirá para debilitarlos en el largo plazo.

Related articles

- Publicidad -spot_imgspot_img
spot_imgspot_img

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí