En los últimos años, la percepción sobre la seguridad en Estados Unidos ha cambiado significativamente. Una nación que por décadas fue considerada como el bastión de la democracia y el desarrollo, hoy se enfrenta a una creciente crisis de violencia, desigualdad y desinformación que la coloca en el centro de un debate inesperado: ¿podría algún país incluir a EE.UU. en la lista de los países más peligrosos del mundo? Esta pregunta, que hasta hace poco habría parecido absurda, ha comenzado a tomar fuerza en el análisis de expertos y medios internacionales.
El reconocido columnista Jamelle Bouie, con sede en Charlottesville, Virginia, y Washington, es uno de los analistas más influyentes de la política estadounidense. Desde 2019, forma parte del equipo de opinión de The New York Times, tras haber sido el corresponsal político jefe de la revista Slate y redactor en The Daily Beast. Además, es analista político de CBS News y ha sido becario en The American Prospect y The Nation. Recientemente, Bouie publicó en The New York Times un artículo titulado: «Necesitamos hablar sobre las mentiras», donde expone cómo las promesas incumplidas de Donald Trump han impactado la estabilidad del país.
¿Entre los países más peligrosos del mundo?
Estados Unidos ha experimentado un crecimiento alarmante en términos de violencia política, inestabilidad social y conflictos internos. La proliferación de armas de fuego, los tiroteos masivos y el auge de grupos extremistas han llevado a muchos analistas a preguntarse si la nación aún merece ser catalogada como un país seguro. Mientras la administración actual enfrenta dificultades para frenar estos problemas, los índices de criminalidad y la percepción del peligro han ido en ascenso. Algunos observadores internacionales ya comienzan a equiparar a EE.UU. con aquellos países que aparecen constantemente en la lista de los países más peligrosos del mundo.

La polarización extrema que domina el panorama político estadounidense también ha influido en esta nueva percepción de inseguridad. Bouie señala que Trump ha cimentado su liderazgo en un discurso de división, donde la mentira y la manipulación han sido herramientas clave para movilizar a su base. Esto ha generado un clima de desconfianza e incertidumbre que impacta no solo a los ciudadanos, sino a la imagen de EE.UU. a nivel mundial. En ese contexto, algunos gobiernos extranjeros han comenzado a anunciar a sus ciudadanos sobre los peligros de viajar a ciertas zonas de Estados Unidos, lo que refuerza la idea de que el país podría entrar en la lista de los países más peligrosos del mundo.
Caldo de cultivo para violencia
Las recientes decisiones económicas y políticas de la administración estadounidense tampoco han contribuido a mejorar la situación. El Proyecto 2025, impulsado por la Heritage Foundation, plantea una transformación radical del gobierno que podría desmantelar programas esenciales como la Seguridad Social y el Medicare. Además, los aviones arancelarios de Trump contra China, Canadá y México amenazan con elevar los costos de vida para los estadounidenses y afectar la economía global. Esto genera mayor inestabilidad y podría desencadenar protestas masivas, aumentando el riesgo de enfrentamientos violentos.
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A nivel internacional, la percepción de Estados Unidos ha cambiado significativamente. Mientras algunas organizaciones siguen considerando al país como un modelo de libertad, otras lo ven cada vez más como una nación en declive, marcada por la violencia y la desinformación. En varios informes de derechos humanos, EE.UU. ha sido criticado por su manejo de la migración, el racismo sistémico y la falta de regulación en la venta de armas. La combinación de estos factores lleva a muchos analistas a preguntarse si el país aún merece ser excluido de la lista de los países más peligrosos del mundo.
Copresidente de facto: Elon Musk
La injerencia de figuras como Elon Musk en la política también ha cambiado las reglas del juego. Según Bouie, Musk se ha convertido en un «copresidente de facto», influyendo directamente en decisiones gubernamentales sin ser un funcionario electo. Su estrecha relación con Trump y su impacto en las políticas tecnológicas y de comunicación han generado preocupaciones sobre el futuro de la democracia estadounidense. Si un país donde multimillonarios pueden tener más poder que el Congreso no es considerado un peligro para su propia estabilidad, ¿qué más se necesita para catalogarlo dentro de los países más peligrosos del mundo?
Los ciudadanos estadounidenses también han comenzado a notar estos cambios. Las encuestas recientes reflejan un creciente pesimismo sobre el futuro del país, con un porcentaje significativo de la población considerando que EE.UU. Está en una crisis de gobernabilidad. La violencia policial, los ataques a los derechos reproductivos y la erosión de las instituciones democráticas son solo algunos de los síntomas de un país que parece perder su estabilidad interna.

Crece la extrema derecha
En contraste con la retórica oficial, los medios internacionales han sido más directos en señalar el deterioro de la seguridad en EE.UU. La BBC, Al Jazeera y medios europeos han publicado informes sobre el aumento de la violencia y la radicalización de grupos de extrema derecha. Países como Canadá, Australia y Nueva Zelanda han emitido advertencias de viaje para ciertas regiones de EE.UU., equiparándolas con destinos considerados de alto riesgo. Si las advertencias continúan en aumento, no sería descabellado que algún gobierno decida incluir formalmente a EE.UU. en la lista de los países más peligrosos del mundo.
El problema de la desinformación es otro factor que ha contribuido a la sensación de inseguridad. La proliferación de teorías conspirativas, impulsadas por redes sociales y figuras políticas, ha debilitado la confianza en las instituciones y en los medios de comunicación. Según Bouie, Trump y sus aliados han utilizado la mentira como estrategia política para mantener el control sobre su base, lo que ha generado un entorno donde la verdad y la evidencia objetiva son constantemente cuestionadas.
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Solo se espera el cuándo
A pesar de todo, Estados Unidos sigue siendo una potencia económica y militar. Sin embargo, su liderazgo global se ve amenazado por las mismas crisis internas que lo han llevado al borde de la inestabilidad. Si la violencia política y la polarización continúan en aumento, es posible que en el futuro más países comiencen a considerar a EE.UU. como una nación de alto riesgo. La pregunta ya no es si esto puede suceder, sino cuándo.
Estados Unidos ha llegado a un punto de inflexión. Su imagen como bastión de la seguridad y la democracia está en entredicho, y su inclusión en la lista de los países más peligrosos del mundo ya no parece una idea descabellada. Mientras el país siga sumido en la desinformación, el extremismo y la violencia, será difícil revertir esta percepción. El mundo observa y, tarde o temprano, un país podría dar el primer paso para catalogar a EE.UU. dentro de una lista en la que nunca pensé estar.