Odiar al inmigrante es una política sistemática que se consolida en el primer mundo

Odiar al inmigrante parece haberse convertido en una política sistemática que se consolida en el primer mundo. Recientes eventos en Southport, Inglaterra, son un claro ejemplo de cómo el odio hacia los inmigrantes es utilizado y manipulado para fomentar la violencia y el caos social. La tragedia que comenzó con un ataque brutal en una clase de baile infantil se convirtió en un catalizador para la ira xenófoba y los disturbios, alimentados por la desinformación y la manipulación en las redes sociales.

Leo Sands y William Booth, periodistas de The Washington Post, abordaron este tema en su artículo titulado “Alborotadores de extrema derecha atacan a la policía y una mezquita del Reino Unido en medio de acusación falsas de apuñalamientos”. Sands, un reportero de noticias de última hora y editor del London Hub de The Washington Post, junto con Booth, jefe de la oficina de Londres del mismo diario, presentan una crónica detallada de los disturbios que tuvieron lugar en Southport. Estos eventos se desencadenaron después de que redes de extrema derecha difundieran información falsa sobre el ataque a una clase de baile con temática de Taylor Swift, acusando incorrectamente a un inmigrante de ser el autor del crimen.

Odiar al inmigrante como política

El motín en Southport comenzó con cánticos de “Queremos recuperar nuestro país” y una serie de actos violentos contra la policía y una mezquita local. Los alborotadores lanzaron ladrillos, hirieron a 50 agentes, destruyeron propiedades y causaron pánico entre los residentes. La violencia y el odio fueron incitados por publicaciones en las redes sociales que afirmaban falsamente que el responsable del ataque a las niñas era un solicitud de asilo reciente. La narrativa de “odiar al inmigrante” se utilizó para justificar actos de violencia que dejaron a una comunidad devastada y temerosa.

El motín en Southport comenzó con cánticos de “Queremos recuperar nuestro país” y una serie de actos violentos contra la policía y una mezquita local. Los alborotadores lanzaron ladrillos, hirieron a 50 agentes, destruyeron propiedades y causaron pánico entre los residentes. Ilustración MidJourney

La policía de Merseyside, liderada por la jefa Serena Kennedy, tuvo que enfrentar una situación extremadamente delicada, tratando de mantener el orden mientras investigaban los hechos. Las autoridades realizaron varios arrestos y continúan investigando las circunstancias que rodean tanto el ataque inicial como los disturbios posteriores. Sin embargo, la manipulación de la información y la rapidez con la que se propagaron las falsas acusaciones dejaron claro el poder de las redes sociales en la era moderna y cómo pueden ser utilizados para avivar el odio y la violencia.

Una agenda política

Patrick Hurley, miembro del Parlamento de Southport, subrayó que los disturbios no fueron organizados por residentes locales, sino por “matones borrachos” que explotaron la tragedia para promover sus agendas políticas. A pesar de estas declaraciones, la narrativa de “odiar al inmigrante” ya había tomado fuerza, amplificada por figuras de extrema derecha como Tommy Robinson, quien en redes sociales justificó la ira de los alborotadores y culpó a las políticas de inmigración del gobierno británico por la tragedia.

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La difusión de desinformación no es un fenómeno nuevo, pero la velocidad y el alcance que las redes sociales proporcionan a estas falsedades son alarmantes. Un tuit inicial, fabricado para generar hostilidad hacia los inmigrantes, recibió al menos 1,7 millones de visitas antes de ser eliminado. Este tuit, propagado por sitios web de desinformación y amplificado por figuras públicas como Andrew Tate y Laurence Fox, generó una reacción en cadena que culminó en los disturbios de Southport. La afirmación falsa fue vista por millones de personas, incitando a la violencia y el odio basado en mentiras.

Los hechos originales

El ataque inicial en la clase de baile dejó a tres niñas muertas y a varias personas gravemente heridas. Las víctimas, identificadas como Bebe King, Elsie Dot Stancombe y Alice Dasilva Aguiar, tenían entre 6 y 9 años. La comunidad estaba de luto, organizando una vigilia pacífica en honor a las niñas, cuando los disturbios estallaron, agravando aún más el dolor y la confusión. La tragedia de estas muertes fue utilizada por extremistas para alimentar el odio y la violencia contra los inmigrantes, perpetuando la narrativa de “odiar al inmigrante”.

Andrew Chadwick, profesor de comunicación política en la Universidad de Loughborough, destacó cómo las emociones y la desinformación se combinan para crear una tormenta perfecta de odio y violencia. Según Chadwick, los algoritmos de las redes sociales están diseñados para promover contenido que genera participación, lo cual, en este caso, significó la amplificación de discurso de odio y desinformación. El análisis de Chadwick reveló que el sitio web Channel 3 Now News, que originó la afirmación falsa, tenía todas las características de una plataforma de desinformación con fines políticos o comerciales, de esas que hace tarea fácil el odiar al inmigrante.

La fuerza del Estado

El primer ministro británico, Keir Starmer, condenó los disturbios y prometió que los responsables se enfrentarán a todo el peso de la ley. La respuesta del gobierno y las fuerzas del orden subrayan la gravedad de la situación y la necesidad de abordar el odio y la violencia con firmeza. Sin embargo, los eventos en Southport ponen de manifiesto una tendencia más amplia y preocupante: la consolidación de una política de odio hacia los inmigrantes en el primer mundo.

Estos eventos se desencadenaron después de que redes de extrema derecha difundieran información falsa sobre el ataque a una clase de baile con temática de Taylor Swift, acusando incorrectamente a un inmigrante de ser el autor del crimen. Ilustración MidJourney.

La influencia de los extremistas de derecha en las redes sociales y su capacidad para incitar a la violencia es una amenaza creciente. Sunder Katwala, director del grupo de expertos British Futures, señaló que el caso de Southport no solo demuestra el poder de estos grupos en línea, sino también el peligro del prejuicio antimusulmán en Gran Bretaña. La estrategia de vincular a los musulmanes con crímenes específicos busca atraer a una parte de la población que ya mantiene estereotipos negativos hacia esta comunidad.

El impacto de la desinformación y la violencia motivada por el odio no se limita a un solo evento. La retórica de “odiar al inmigrante” se está consolidando como una herramienta política en muchos países del primer mundo, donde los movimientos de extrema derecha ganan influencia y poder. La capacidad de estos grupos para movilizar a las masas a través de las redes sociales y aprovechar tragedias para promover su agenda es una señal alarmante de los tiempos en que vivimos.

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No son fenómenos aislados

El reportaje de Sands y Booth revela una realidad inquietante: la desinformación y el odio hacia los inmigrantes no son fenómenos aislados, sino parte de una estrategia más amplia que busca desestabilizar y dividir a las sociedades. La narrativa de “odiar al inmigrante” se convierte en una excusa para la violencia y la discriminación, y su propagación en el primer mundo refleja una tendencia peligrosa que debe ser abordada con urgencia.

La respuesta de la comunidad y las autoridades en Southport muestra la resistencia y la determinación de muchos por mantener la paz y la justicia, pero también subraya la necesidad de una acción concertada para combatir la desinformación y el odio. En un mundo cada vez más interconectado, la responsabilidad de prevenir la propagación del odio recae no solo en los gobiernos y las fuerzas del orden, sino en cada individuo que elige informarse y actuar con compasión y justicia.

La historia de Southport es un llamado de atención sobre los peligros del odio y la desinformación, y una oportunidad para reflexionar sobre el tipo de sociedad que queremos construir. “Odiar al inmigrante” no debe ser una política, sino una advertencia de lo que puede suceder cuando el odio y la ignorancia se dejan sin control.

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