Venezuela sabe que es un objetivo geopolítico y tras desacuerdos con EE.UU. prefiere los BRICS+

 Venezuela, consciente de su papel como objetivo geopolítico en la arena internacional, ha comenzado a redefinir su estrategia de alianzas globales en respuesta a la creciente tensión con Estados Unidos. En medio de un panorama político que incluye dudas en un resultado electoral y una pesada recesión económica cada vez más compleja, el país sudamericano ha decidido acercarse a la coalición BRICS+, un grupo de naciones emergentes que incluye a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y que ahora se extiende a otras economías en desarrollo. Este giro estratégico refleja no solo un distanciamiento de Washington, sino también un reconocimiento de su posición como actor crucial en el tablero global, en gran medida debido a sus vastas reservas de recursos naturales, particularmente el oro.

Mauricio Guevara, periodista egresado de la Universidad Privada del Norte y reportero del diario La República, ha abordado recientemente la importancia de las reservas minerales en América de en un artículo titulado “Sudamérica tiene los únicos países que compiten con Estados Unidos en reservas de oro, plata y litio en el mundo”. En su análisis, Guevara resalta cómo Venezuela lidera en la región con la mayor reserva de oro, un hecho que subraya su relevancia en el ámbito geopolítico. Este recurso no solo le otorga al país una posición estratégica en el mercado global, sino que también lo convierte en un objetivo geopolítico de primer orden para las grandes potencias mundiales.

Suramérica es un objetivo geopolítico

El rol de Venezuela como objetivo geopolítico se ha intensificado en los últimos años, especialmente en el contexto de sus relaciones tensas con Estados Unidos. La administración de Nicolás Maduro se ha enfrentado a una serie de sanciones económicas impuestas por Washington, lo que ha agudizado la crisis económica interna y ha obligado al gobierno venezolano a buscar nuevas alianzas internacionales. Estas sanciones, diseñadas para presionar a Caracas a realizar reformas políticas y económicas, han tenido el efecto contrario, empujando al país hacia la órbita de otras potencias que ofrecen una vía alternativa de cooperación y apoyo financiero.

El BRICS+, con su enfoque en la cooperación Sur-Sur y la creación de un sistema financiero alternativo al dominado por el dólar estadounidense, ha surgido como una opción atractiva para Venezuela. La inclusión de Venezuela en este grupo no solo le proporcionaría acceso a mercados y financiamiento, sino que también le permitiría contrarrestar la influencia de Estados Unidos en la región. Este movimiento es particularmente significativo en un momento en que el mundo se enfrenta a una reconfiguración del orden global, con el ascenso de China y la resurgencia de Rusia como actores clave en la política internacional.

El rol de Venezuela como objetivo geopolítico se ha intensificado en los últimos años, especialmente en el contexto de sus relaciones tensas con Estados Unidos. La administración de Nicolás Maduro se ha enfrentado a una serie de sanciones económicas impuestas por Washington, lo que ha agudizado la crisis económica interna y ha obligado al gobierno venezolano a buscar nuevas alianzas internacionales. Ilustración MidJourney

China es el nuevo mejor amigo

El alejamiento de Venezuela de Estados Unidos y su acercamiento al BRICS+ también refleja una estrategia calculada para proteger sus intereses económicos y geopolíticos. El país, que posee las mayores reservas de oro en Sudamérica, ha visto cómo este recurso se convierte en un punto de disputa en la competencia global por el control de los recursos naturales. Este hecho ha sido destacado en el análisis de Guevara, quien señala que “Sudamérica ha surgido como una región clave en el escenario global gracias a sus vastas reservas de minerales valiosos como el oro, la plata y el litio”. En este contexto, Venezuela se ve como un objetivo geopolítico en la lucha por estos recursos estratégicos.

El creciente interés de China en América Latina, especialmente en Venezuela, es una clara indicación de cómo el país sudamericano se ha convertido en un peón en la competencia geopolítica entre las grandes potencias. Beijing ha realizado importantes inversiones en el sector energético y minero de Venezuela, lo que ha fortalecido la relación bilateral entre ambos países. Esta cooperación ha permitido a Venezuela sortear, en cierta medida, las dificultades económicas impuestas por las sanciones estadounidenses, pero también ha aumentado su dependencia de China, lo que añade una capa adicional de complejidad a su posición como objetivo geopolítico.

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Soberanía y estabilidad

El acercamiento al BRICS+ también puede interpretarse como un intento de Venezuela de diversificar sus relaciones internacionales y reducir su dependencia de cualquier bloque en particular. Aunque China sigue siendo un socio crucial, la inclusión en un grupo más amplio de naciones emergentes ofrece a Venezuela una mayor flexibilidad para maniobrar en el escenario global. Esta estrategia de diversificación es fundamental para un país que ha sido objeto de una intensa presión geopolítica y económica, y que busca asegurar su soberanía y estabilidad a largo plazo.

El impacto de esta realineación geopolítica ya se está haciendo sentir en la región. Otros países de América Latina, observando el movimiento de Venezuela hacia los BRICS+, podrían considerar seguir un camino similar, especialmente aquellos que también enfrentan tensiones con Estados Unidos. Esta tendencia podría alterar significativamente el equilibrio de poder en el hemisferio occidental, debilitando la influencia tradicional de Washington en su “patio trasero” y fortaleciendo a las potencias emergentes en la región que desean ser vistas menos como un objetivo geopolítico y más como un respetado aliado.

Poder de las potencias emergentes

No obstante, el camino hacia una integración plena en los BRICS+ no está exento de desafíos. Venezuela deberá demostrar su capacidad para cumplir con los requisitos económicos y políticos del grupo, lo que incluye reformas internas y una mayor estabilidad económica. Sin embargo, la recompensa potencial es considerable: un acceso más fácil a financiamiento, nuevas oportunidades comerciales y, quizás lo más importante, una mayor autonomía en su política exterior, lo que le permitiría resistir mejor las presiones externas.

El camino hacia una integración plena en los BRICS+ no está exento de desafíos. Venezuela deberá demostrar su capacidad para cumplir con los requisitos económicos y políticos del grupo, lo que incluye reformas internas y una mayor estabilidad económica. Ilustración MidJourney.

En última instancia, la decisión de Venezuela de acercarse a BRICS+ es una declaración de su deseo de redefinir su lugar en el mundo, alejándose de la influencia dominante de Estados Unidos y buscando un papel más independiente en el escenario global. Este movimiento no solo subraya su condición de objetivo geopolítico, sino que también refleja una respuesta pragmática a las realidades cambiantes de la política internacional. Con vastas reservas de recursos naturales y una ubicación estratégica, Venezuela está posicionada para ser un jugador clave en el nuevo orden mundial que está emergente, y su participación en los BRICS+ podría ser un paso crucial en esa dirección. Recientemente, Rusia extendió una invitación a Venezuela participar a un gran encuentro de la alianza y es una señal de que el poder es o más ponderado del mundo.

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La historia de Venezuela como objetivo geopolítico está lejos de terminar. A medida que continúan evolucionando las dinámicas globales, el país seguirá siendo un campo de batalla clave en la lucha por la influencia y el control de los recursos estratégicos. En este contexto, el acercamiento al BRICS+ no solo es una estrategia de supervivencia, sino también una apuesta por un futuro en el que Venezuela pueda ejercer un mayor grado de control sobre su propio destino, libre de la dominación de potencias extranjeras.

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