Netanyahu sería el primer incompetente en Israel que con sangre es sus manos siga gobernando

En un contexto de turbulencia política y emocional, Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel que ha durado más tiempo en el cargo, enfrenta ahora la mayor crisis de su carrera política. Acusado de incompetencia tras no impedir una masacre de Hamás que cobró 1200 vidas, su posición parece más frágil que nunca. Esta situación, lejos de ser un incidente aislado, se suma a una serie de controversias que han marcado su mandato, incluidas acusaciones de corrupción y críticas por una polémica modificación del poder judicial, vista por muchos como un intento de acumular más poder.

Los eventos del 7 de octubre, cuando Hamás ejecutó un ataque terrorista matando a 1200 personas y tomando más de 240 rehenes, han desencadenado una ola de indignación en Israel y en la comunidad internacional. La respuesta lenta y considerada ineficaz de su gobierno ha sido un golpe para su reputación ya deteriorada. Su popularidad entre la población israelí, tradicionalmente sólida, ha caído a mínimos históricos. A pesar de esto, debido a las complejidades del sistema parlamentario de Israel y los caprichos de la guerra, pocas son las vías disponibles para forzar su salida del poder.

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La población está indignada y las víctimas y sobrevivientes del ataque piden su renuncia, pero al parecer es algo que no ocurrirá de manera expedita. Ilustración MidJourney

Netanyahu es un incompetente

En un intento desesperado por recuperar el control y la confianza pública, Netanyahu ha propuesto soluciones extremas, como el asesinato de Yahya Sinwar, líder de Hamás en Gaza y presunto autor intelectual de los ataques. Esta estrategia, según analistas, busca presentar un triunfo ante el público israelí y justificar la continuación de la guerra. Sin embargo, muchos ven esto como una medida insuficiente para revertir la marea de indignación pública y restablecer su imagen como líder competente.

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La presión interna se intensifica con llamados a la responsabilidad por las fallas de inteligencia que permitieron el ataque de Hamás. Las protestas y vigilias se han transformado en una demanda colectiva por su dimisión. Figuras clave dentro de su propio partido, el Likud, y su coalición de gobierno, incluyendo a Itamar Ben-Gvir, una figura de extrema derecha, han amenazado con desertar o derrocar al gobierno. Además, Estados Unidos, su aliado más importante, ha comenzado a ejercer presión para limitar las bajas civiles en Gaza, complicando aún más el panorama para Netanyahu.

Al parecer siempre lo supo

La guerra en Gaza, y la gestión de la misma, es un tema central en la política israelí. Un partido de la oposición se ha unido a la coalición de Netanyahu para formar un gobierno de unidad de emergencia y un gabinete de guerra, lo cual fue bien recibido por la población israelí como señal de eficiencia política en tiempos de crisis. Sin embargo, esta unión no resuelve las diferencias internas sobre temas críticos como las negociaciones en torno a los rehenes, la ayuda humanitaria y la conducción de la guerra.

Las tensiones se agudizan aún más con la amenaza de Ben-Gvir de hacer caer al gobierno si la guerra no se reanudaba durante un breve alto al fuego. Esta situación pone de manifiesto las profundas divisiones y el estado volátil de la política israelí, donde el sentimiento general se ha inclinado hacia la derecha desde el ataque de octubre.

Hoy tiene desafíos únicos

El legado y las perspectivas políticas a largo plazo de Netanyahu dependen en gran medida de cómo maneje esta crisis. Según Anshel Pfeffer, columnista del Haaretz y autor de una biografía sobre Netanyahu, aunque ha sobrevivido a numerosos escándalos en el pasado, esta situación presenta desafíos únicos. Su habilidad para “salvar su pellejo político” está siendo puesta a prueba como nunca antes.

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Netanyahu, ahora con sangre de sus compatriotas en sus manos, ha estado siempre sumergido en escándalos de corrupción y ansias de poder. Ilustración MidJourney

El descontento público se ha hecho evidente en múltiples manifestaciones y protestas. En la Plaza de los Rehenes de Tel Aviv, las familias de los secuestrados se han reunido para lamentar, protestar y exigir acciones. El dolor y la ira se palpitan en el ambiente, y figuras como Eran Litman, cuya hija fue asesinada en el ataque de Hamás, acusan directamente a Netanyahu de no proteger a los ciudadanos israelíes.

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Una dimisión inviable

Este escenario político convulso revela un sistema multipartidista complejo, donde cambiar de liderazgo no es tarea sencilla. Según Aviv Bushinsky, exasesor de Netanyahu, a pesar del clamor popular por su renuncia, la realidad política de Israel hace que su salida del poder sea complicada. Algunos miembros del Likud han contemplado dividirse y formar su propio partido, pero la coyuntura actual de guerra lo hace poco probable. La política israelí está en un punto de inflexión, donde cualquier elección futura probablemente favorecerá a un candidato de derecha percibido como un líder militar fuerte.

Benjamin Netanyahu se encuentra en una encrucijada crítica. A pesar de su historial de supervivencia política, la combinación de una crisis sin precedentes, una opinión pública en su contra y un escenario político inestable, plantea serias dudas sobre su capacidad para mantenerse en el poder. La próxima fase de su carrera y su legado dependen crucialmente de cómo maneje esta crisis, tanto en términos de la guerra en Gaza como de su liderazgo político en un Israel profundamente dividido y en conflicto.

 

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