Luis Britto García habla de la estrategia actoral con su característica lucidez, señalando cómo figuras políticas contemporáneas, desde Marine Le Pen hasta Donald Trump, han hecho del espectáculo una herramienta central en sus campañas. Esta estrategia, según Britto García, no solo define el discurso de estos líderes, sino también la forma en que conectan con las masas a través de gestos calculados, discursos polémicos y una teatralidad que disfraza las contradicciones de fondo en sus políticas. El autor, conocido por su amplia obra literaria y ensayística, contextualiza este fenómeno en una reflexión más amplia sobre el estado actual de las democracias y los sistemas de poder global.
Luis Britto García, nacido en Caracas en 1940, es narrador, ensayista, dramaturgo y ganador de múltiples premios literarios, incluyendo la Casa de las Américas y el Premio Nacional de Literatura. Sus obras abarcan desde la narrativa hasta el teatro y el ensayo, destacándose por su crítica mordaz y profunda analítica. Entre sus libros más reconocidos se encuentran Rajatabla y La máscara del poder. Recientemente, publicó un material de opinión en TeleSur titulado: “Nuestra América en Estados Unidos”, donde explora el impacto de la política estadounidense en América Latina y cómo esto ha moldeado el devenir de las democracias en la región.
Luis Britto García habla de la estrategia actoral
Luis Britto García habla de la estrategia actoral como un recurso político que encarna la figura del líder disruptivo, ese que aparece ir contra las élites tradicionales mientras las representa de manera encubierta. Desde Marine Le Pen, con su retórica nacionalista en Francia, hasta Giorgia Meloni, con su estilo combativo en Italia, estos personajes explotan las emociones colectivas, ya sea el miedo, el orgullo nacional o el descontento económico. Según Britto García, esta teatralidad responde a una demanda social: la búsqueda de líderes que parecen capaces de transformar radicalmente el statu quo, aunque en la práctica repitan los mismos esquemas de dominación.

Para Britto García, esta teatralidad no es accidental. Desde la gestualidad exagerada hasta el uso meticuloso de escenografías políticas, estos líderes son actores consumados en el escenario mediático global. Volodímir Zelenski, por ejemplo, pasó literalmente del negocio del entretenimiento al poder, utilizando su experiencia como comediante y actor para conectarse emocionalmente con una población enfrentada a una crisis bélica y económica. Según Britto García, esta transición de actor a líder político ilustra cómo el dominio de las técnicas actorales puede ser decisivo en la política contemporánea, especialmente en contextos de inestabilidad.
El mundo en las Redes Sociales
Luis Britto García habla de la estrategia actoral al señalar cómo estos líderes han convertido las redes sociales en su escenario principal. Donald Trump, con sus tweets incendiarios y sus mítines masivos, redefine el discurso político tradicional, transformándolo en una serie de momentos virales diseñados para captar la atención y polarizar a las audiencias. En América Latina, figuras como Javier Milei en Argentina replican este modelo, utilizando un estilo provocador que combina insultos, referencias culturales y una narrativa antisistema que parece diseñada para resonar con las frustraciones de las clases medias y bajas.
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Sin embargo, Britto García no se detiene en el análisis de las tácticas mediáticas. También profundiza en las implicaciones éticas y políticas de estas estrategias. Para él, la teatralidad política no es inocua; se convierte en una herramienta de manipulación que desvía la atención de los problemas estructurales. Meloni, por ejemplo, enfatiza su papel como madre y defensora de los valores tradicionales mientras implementa políticas que perpetúan las desigualdades económicas y sociales. Para Britto García, este desdoblamiento entre lo que se dice y lo que se hace es parte integral de la estrategia actoral que caracteriza a estos líderes.
Políticos con tilde en el histrión
Luis Britto García habla de la estrategia actoral como un fenómeno que trasciende fronteras y sistemas políticos. Señala cómo esta teatralidad también encuentra ecos en las democracias liberales, donde los líderes recurren a gestos simbólicos para construir narrativas que refuercen su legitimidad. Zelenski, por ejemplo, ha utilizado su imagen como presidente en tiempos de guerra para proyectar la idea de un líder valiente y sacrificado, incluso cuando enfrenta críticas por su manejo de la economía y la política interna. Según Britto García, esta capacidad para manejar los símbolos y las emociones colectivas es una de las razones por las que estos líderes logran mantenerse en el poder a pesar de las contradicciones evidentes en sus gestiones.
La estrategia actoral, según Britto García, no solo se manifiesta en el discurso, sino también en la puesta en escena de la política. Los mítines de Trump, por ejemplo, son comparables a espectáculos de entretenimiento masivo, diseñados para generar emociones intensas y lealtad incondicional entre sus seguidores. En este sentido, Milei adopta una estrategia similar en Argentina, utilizando su personalidad excéntrica y sus referencias culturales para capturar la imaginación de un electorado cansado de las promesas incumplidas de los partidos tradicionales.

La democracia hace crisis
Luis Britto García habla de la estrategia actoral destacando cómo esta teatralidad también refleja una crisis de representación en las democracias contemporáneas. Según el autor, la falta de soluciones reales a los problemas económicos y sociales ha llevado a las masas a buscar líderes que, aunque no ofrezcan respuestas concretas, al menos parezcan comprometidas con la transformación del sistema. En este contexto, la estrategia actoral se convierte en una respuesta a la desesperación colectiva, un espectáculo que ofrece esperanza, aunque sea efímera.
En su reflexión, Britto García conecta este fenómeno con el auge de los medios digitales y la cultura de la inmediata. Señala que, en un mundo saturado de información, la teatralidad política se adapta perfectamente a las lógicas de las redes sociales, donde la atención es efímera y las narrativas se construyen a partir de fragmentos visuales y emocionales. Para él, esta fragmentación del discurso político tiene consecuencias profundas, ya que dificulta el debate racional y favorece la polarización.
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¿Ciudadanos o espectadores?
Luis Britto García habla de la estrategia actoral no solo como una crítica, sino también como un llamado a reflexionar sobre el papel de los ciudadanos en este espectáculo político. Según el autor, la teatralidad de Le Pen, Meloni, Zelenski, Milei y Trump no sería tan efectiva si no encontrara un terreno fértil en sociedades desinformadas o apáticas. Por ello, Britto García insiste en la necesidad de fomentar una ciudadanía crítica, capaz de discernir entre el espectáculo y las políticas reales, entre las promesas y las acciones.
En su conclusión, Britto García advierte que la estrategia actoral no es un fenómeno aislado, sino parte de un cambio más amplio en las dinámicas del poder. Para él, la política del espectáculo representa tanto una amenaza como una oportunidad. Por un lado, puede ser utilizado para manipular y dividir; por otro, también puede ser un recurso para movilizar y empoderar a las masas, siempre y cuando se acompaña de una propuesta política coherente y transformadora. En última instancia, Britto García invita a repensar la relación entre la política y el espectáculo, no como un fin en sí mismo, sino como un medio para construir sociedades más justas y conscientes.

