Si la democracia es algo real, los “apestados ideológicos” de Le Pen tienen asientos

En un escenario político que alguna vez habría sido impensable, los “apestados ideológicos” de Le Pen se encuentran ahora ocupando un lugar significativo en la política francesa. La reciente victoria del Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen en la primera vuelta de las elecciones legislativas de Francia ha sacudido los cimientos de la democracia europea. La victoria ha planteado una pregunta crucial: ¿realmente la democracia se refleja en la representación de todos los espectros políticos, incluso aquellos considerados extremistas?

Marc Bassets, corresponsal de EL PAÍS en París, que previamente trabajó en Washington, Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington para ‘La Vanguardia’, explora esta cuestión en su artículo titulado: “La extrema derecha de Le Pen viene en la primera vuelta de las legislativas de Francia sin asegurar la mayoría absoluta”. En su análisis, Bassets detalla cómo la victoria de RN en la primera vuelta de las legislativas no solo representa un hito para la extrema derecha francesa, sino que también pone a prueba los límites de la democracia representativa en una nación que históricamente ha sido un baluarte de los derechos humanos y la Ilustración.

Le Pen y la lección de democracia

Francia, conocida por su defensa de los valores democráticos, se encuentra en un punto crítico. El RN, bajo el liderazgo de Marine Le Pen, ha conseguido más de un tercio de los votos en la primera vuelta, posicionándose como la primera fuerza parlamentaria. Sin embargo, alcanzar la mayoría absoluta aún no está garantizado. Este notable avance ha obligado a Emmanuel Macron a hacer un llamamiento a “una gran unión claramente demócrata y republicana” para frenar el ascenso de Le Pen y su partido. El país se enfrenta a una elección decisiva: permitir que un partido con raíces en la ultraderecha xenófoba y antisemita acceda al poder, o formar una coalición heterogénea que abarque desde la izquierda radical hasta la izquierda moderada para impedirlo.

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La victoria ha planteado una pregunta crucial: ¿realmente la democracia se refleja en la representación de todos los espectros políticos, incluso aquellos considerados extremistas? Ilustración MidJourney

La normalización de la RN en la política francesa ha sido un proceso largo y complejo. Durante décadas, los lepenistas fueron relegados a los márgenes del espectro político. Sin embargo, la persistencia y la habilidad de Marine Le Pen para suavizar la imagen del partido han dado sus frutos. Hoy, el RN ha alcanzado una centralidad en la sociedad francesa que nunca antes había disfrutado. Esto se refleja en los resultados electorales y en la creciente aceptación del discurso euroescéptico y nacionalista entre una parte significativa de la población.

Sillas a la vista

La incertidumbre se cierra sobre el futuro político de Francia. Aunque el RN ha logrado un éxito excepcional, aún enfrenta el reto de obtener suficientes escaños para formar un gobierno. Las proyecciones para la segunda vuelta son variadas, y no está claro si el RN alcanzará la mayoría absoluta de los 289 escaños necesarios. Las alternativas incluyen una mayoría absoluta del RN, una gran coalición de moderados e izquierdistas, o un bloqueo parlamentario que podría llevar al desgobierno. En este contexto, la izquierda emerge como el principal bloque opositor, mientras que las formaciones ligadas a Macron han perdido terreno considerablemente.

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La campaña para la segunda vuelta será crucial. Macron ha convocado a un “momento de clarificación”, donde los franceses deberán decidir si permiten que el RN, que ha capturado el malestar profundo de la sociedad, acceda al poder. Marine Le Pen, por su parte, ha declarado que la democracia ha hablado y ahora busca una mayoría absoluta para que Emmanuel Macron nombre a Jordan Bardella como primer ministro. Esta elección representa un punto de inflexión no solo para Francia, sino también para Europa, dado el papel fundamental de Francia en la Unión Europea.

Crecen los desilusionados

El RN con Le Pen liderando ha logrado conectarse con un segmento de la población que se siente desilusionado con las políticas tradicionales. Su discurso antiinmigración, euroescéptico y nacionalista resuena con aquellos que perciben una pérdida de identidad y seguridad en un mundo globalizado. Esta conexión se refleja en la participación electoral, que ha sido la más alta desde 1981, con un 67% de los votantes acudiendo a las urnas. Este aumento en la participación subraya la importancia de estas elecciones y la polarización que existe en la sociedad francesa.

A medida que Francia se adentra en la segunda vuelta de las elecciones, la tensión aumenta. La posibilidad de que el RN obtenga una mayoría absoluta depende en gran medida de las triangulares, donde tres candidatos compiten en la segunda vuelta en distritos donde ningún candidato superó el 12,5% del total de inscritos en la primera vuelta. Estos triangulares pueden dispersar el voto, facilitando la elección de candidatos del RN, a menos que los candidatos menos votados se retiren para concentrar el voto contra la extrema derecha. Este escenario hace que el llamado de Macron a un frente unido contra el RN sea crucial.

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El RN, bajo el liderazgo de Marine Le Pen, ha conseguido más de un tercio de los votos en la primera vuelta, posicionándose como la primera fuerza parlamentaria. Sin embargo, alcanzar la mayoría absoluta aún no está garantizado. Ilustración MidJourney.

La triada francesa

La política francesa ha entrado en una nueva fase. La decisión de Macron de disolver la Asamblea Nacional y convocar a elecciones anticipadas ha precipitado una serie de reacciones en cadena en los partidos políticos. Los macronistas, desorientados por la decisión de su líder, han enfrentado una campaña difícil. La tradicional se ha fracturado, y la izquierda ha logrado, contra todo pronóstico, unificar sus fuerzas para presentar una oposición sólida. Este nuevo capítulo en la política francesa muestra una reconfiguración del paisaje partidista, con una derecha nacionalista y euroescéptica, una izquierda robusta y un bloque central debilitado.

La victoria del RN en la primera vuelta de las legislativas plantea preguntas profundas sobre la naturaleza de la democracia. ¿Es la democracia una verdadera representación de todos los espectros políticos, incluso aquellos que promueven ideas consideradas extremistas? ¿Debería haber límites a lo que se considera aceptable en una sociedad democrática? Estas preguntas no sólo son relevantes para Francia, sino para todas las democracias que enfrentan el ascenso de movimientos populistas y extremistas.

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Marine Le Pen y su partido han demostrado que es posible transformar un discurso radical en una fuerza política dominante. Su éxito refleja un cambio en la percepción pública y una creciente aceptación de ideas que alguna vez fueron marginales. La segunda vuelta de las elecciones legislativas será decisiva para el futuro de Francia y de Europa. Si la democracia es algo real, los “apestados ideológicos” de Le Pen ya tienen asientos en la mesa política, y su influencia solo puede crecer si logran consolidar su poder.

Francia se encuentra en un cruce de caminos. La elección entre permitir que un partido con un pasado controvertido acceda al poder o formar una coalición para impedirlo es una prueba de fuego para la democracia francesa. El resultado de la segunda vuelta de las elecciones legislativas no solo determinará el futuro de Francia, sino que también enviará un mensaje claro sobre la resiliencia de la democracia en Europa. Los próximos días serán cruciales, y el mundo observará de cerca cómo se desarrolla esta lucha por el alma de la democracia francesa.

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