Los narcos se están comiendo vivo a México y ese festín daña las entrañas de EE.UU.

 En un entramado de violencia, corrupción y poder, los cárteles de la droga han tejido una red que no solo asfixia a México, sino que extiende sus tentáculos hacia las entrañas de EE.UU., alimentando una crisis de sobredosis sin precedentes. Esta situación ha puesto en jaque la cooperación bilateral en materia de seguridad y narcotráfico, un tema que se ha tornado aún más delicado en el contexto de un año electoral en ambos países. La relación entre Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se balancea en un hilo debido a la percepción de una inadecuada cooperación por parte del gobierno mexicano en la lucha contra el narcotráfico, una lucha que parece estar perdiéndose entre acusaciones y necesidades políticas.

Este reportaje, inspirado en el trabajo de Benjamín Álvarez Gruber para Deutsche Welle bajo el título: «Drogas y migración: el difícil equilibrio entre Biden y AMLO», explora cómo la relación entre México y Estados Unidos se ha deteriorado en medio de una devastadora epidemia de drogas sintéticas, principalmente fentanilo, que se producen en México y se contrabandean a través de la frontera. La cooperación antinarcóticos, esencial para abordar este problema, se ha visto socavada por diversos factores, incluidas acusaciones de financiamiento del narcotráfico en las campañas presidenciales de López Obrador y una ley que limita la operación de la DEA en México. Estos eventos han tensado aún más las relaciones bilaterales, con Estados Unidos enfrentando una ola sin precedentes de muertes por sobredosis y México lidiando con la violencia y el poder de los cárteles de la droga.

Migración y drogas en las entrañas de EE.UU.

Las entrañas de EE.UU. se ven afectadas directamente por esta crisis. Según los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC), Estados Unidos registró más de 110 mil muertes por sobredosis de drogas en un año, de las cuales 71 mil están directamente asociadas a opioides sintéticos como el fentanilo. La DEA identifica a dos grupos del crimen organizado mexicano, el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), como los principales productores de fentanilo ilegal que llega al país. Este escenario subraya la complejidad de la crisis, que no solo es un problema de salud pública en Estados Unidos sino también una cuestión de seguridad nacional que involucra la estabilidad y gobernabilidad de México.

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Según los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC), Estados Unidos registró más de 110 mil muertes por sobredosis de drogas en un año, de las cuales 71 mil están directamente asociadas a opioides sintéticos como el fentanilo. Ilustración MidJourney

La relación entre las políticas de drogas y migración es otro aspecto crítico de este entramado. La contención de flujos migratorios irregulares hacia Estados Unidos ha sido un tema decisivo, llevando a una situación que algunos expertos comparan con el «chantaje estilo Erdogan», refiriéndose al acuerdo entre la Unión Europea y Turquía para controlar la migración. México, bajo la administración de López Obrador, ha encontrado en la migración un punto de negociación con Estados Unidos, lo que ha llevado a una cooperación precaria en la lucha contra el narcotráfico. Esta situación ha provocado críticas de expertos y funcionarios, quienes señalan que la falta de una política de seguridad efectiva permite que las organizaciones criminales mexicanas sigan operando con impunidad, afectando no solo a México sino también a Estados Unidos.

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Una débil cooperación

El arresto en 2020 en Estados Unidos del exministro de Defensa mexicano, Salvador Cienfuegos, bajo acusaciones de narcotráfico, marcó un punto de inflexión en la cooperación antinarcóticos entre ambos países. La respuesta de México, condicionando cualquier colaboración en materia de seguridad y migratoria, ejemplifica las tensiones y desafíos que enfrentan ambos países para establecer un marco de cooperación eficaz. A pesar de los esfuerzos, como el lanzamiento del plan Entendimiento Bicentenario en 2021, las resistencias de México y la continua negación del gobierno mexicano de abordar el problema de manera integral han limitado significativamente el progreso.

La crisis de las drogas sintéticas, especialmente el fentanilo, que se encuentra en las entrañas de EE.UU., no solo es un reflejo de los desafíos en la cooperación bilateral sino también de la necesidad de abordar las causas fundamentales del narcotráfico y la adicción. Mientras Estados Unidos busca estrategias para reducir la demanda y mejorar la prevención y tratamiento de las adicciones, México se enfrenta a la tarea de combatir la violencia y el poder de los cárteles, que no solo amenazan la seguridad interna sino también la estabilidad política del país.

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ELa contención de flujos migratorios irregulares hacia Estados Unidos ha sido un tema decisivo, llevando a una situación que algunos expertos comparan con el «chantaje estilo Erdogan», refiriéndose al acuerdo entre la Unión Europea y Turquía para controlar la migración. Ilustración MidJourney.

Y las elecciones en el horizonte

En este contexto, las elecciones en ambos países se presentan como un momento crítico para definir el futuro de la cooperación antinarcóticos y migratoria. La capacidad de ambos gobiernos para manejar estas cuestiones no solo influirá en la relación bilateral sino también en la lucha global contra el narcotráfico y la crisis de las drogas. Los narcos se están comiendo vivo a México, y ese festín daña profundamente las entrañas de EE.UU., planteando un desafío monumental para ambos países en su búsqueda de seguridad, estabilidad y bienestar para sus ciudadanos.

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En esta compleja dinámica, el papel de la comunidad internacional y la necesidad de estrategias globales para combatir el narcotráfico cobran especial relevancia. La crisis del fentanilo, con su devastador impacto en la salud pública y la seguridad, no se limita a la frontera entre México y Estados Unidos, sino que es un problema que afecta a diversas naciones en todo el mundo.

La cooperación internacional, incluyendo el intercambio de inteligencia, el fortalecimiento de las capacidades institucionales y la promoción de políticas de reducción de la demanda, se hace imprescindible para enfrentar este desafío global. La lucha contra los cárteles de la droga y el narcotráfico requiere de un enfoque holístico que vaya más allá de las medidas represivas, incorporando estrategias de desarrollo social y económico que aborden las causas raíz de la producción y el tráfico de drogas. Solo así, se podrá aspirar a una solución sostenible a largo plazo que beneficie no solo a México y Estados Unidos, sino a toda la comunidad internacional.

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