La igualdad sigue muerta. Esa es la principal conclusión del último informe de ONU Mujeres, publicado en vísperas del Día Internacional de la Mujer. El documento, basado en datos de 159 países, advierte sobre amenazas sin precedentes contra los derechos de las mujeres y las niñas en todo el mundo. La discriminación de género, lejos de erradicarse, persiste con nuevas manifestaciones que van desde una protección jurídica debilitada hasta un alarmante aumento de la violencia sexual en zonas de conflicto. Pese a avances en la representación política y reformas legales, las mujeres siguen teniendo, en promedio, solo el 64% de los derechos legales de los hombres, lo que refleja un retroceso en muchas áreas clave de la igualdad de género.
El informe fue publicado originalmente por la agencia alemana de prensa Deutsche Presse-Agentur (DPA) bajo el título: “Los derechos de las mujeres enfrentan amenazas sin precedentes en todo el mundo, según un estudio de la ONU”. La autora del artículo, Katrin Schuster, periodista con amplia trayectoria en derechos humanos y política internacional, presentó los hallazgos de ONU Mujeres y las preocupaciones expresadas por organismos especializados. Según Schuster, el documento representa un llamado de emergencia ante la creciente oleada de políticas y normativas que ponen en peligro el progreso alcanzado en las últimas tres décadas.
Día de la Mujer: la igualdad sigue muerta
La igualdad sigue muerta, advierten los expertos citados en el informe. La ONU ha identificado que casi una cuarta parte de los gobiernos del mundo han reportado un retroceso en los derechos de las mujeres, con políticas que reducen la financiación de programas de apoyo y debilitan la protección legal de las víctimas de violencia de género. La crisis afecta tanto a países en desarrollo como a naciones con economías avanzadas, donde la regresión de derechos ha sido impulsada por discursos políticos ultraconservadores y crisis económicas que priorizan otros sectores sobre la equidad de género.

El análisis de ONU Mujeres refleja una paradoja. Mientras las mujeres han ganado espacio en los parlamentos nacionales—duplicando su representación desde 1995—las decisiones políticas siguen dominadas por hombres en un 75%. El liderazgo femenino sigue siendo minoritario y, en algunos casos, se enfrenta a amenazas directas. Estudios recientes del Banco Mundial confirman que, aunque las mujeres han obtenido más derechos legales, estos no se traducen automáticamente en igualdad de oportunidades económicas y laborales. Muchas siguen ganando menos que sus colegas hombres por el mismo trabajo y enfrentan mayores obstáculos para acceder a cargos de alta dirección.
Mortalidad materna estancada
La igualdad sigue muerta, como lo demuestra el estancamiento en la reducción de la mortalidad materna. Entre 2000 y 2015, la tasa de muertes maternas cayó un tercio, pero desde entonces ha permanecido prácticamente inalterada. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la falta de acceso a atención médica adecuada sigue siendo la principal causa de estas muertes, especialmente en regiones con sistemas de salud colapsados por conflictos o crisis económicas. Las mujeres en comunidades vulnerables enfrentan barreras adicionales, como la criminalización del aborto en varios países y la ausencia de servicios de salud reproductiva de calidad.
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Un punto alarmante del informe es el incremento del 50% en los casos de violencia sexual en zonas de conflicto desde 2022. Las mujeres y niñas representan el 95% de las víctimas documentadas, lo que evidencia la impunidad con la que operan grupos armados y milicias en diversos territorios. Para Pramila Patten, Representante Especial de la ONU sobre Violencia Sexual en Conflictos, este dato es una señal de que la violencia de género sigue siendo utilizada como arma de guerra, sin consecuencias reales para los perpetradores. La ausencia de justicia y la normalización del abuso en estos contextos refuerzan la vulnerabilidad de las mujeres en situaciones de crisis humanitaria.
¿Unos miles de años más?
La igualdad sigue muerta y, para muchos analistas, su recuperación depende de un compromiso global más firme. ONU Mujeres ha propuesto una agenda de acción con seis pilares fundamentales, entre ellos, una revolución digital que cierra la brecha de género en la tecnología y una justicia climática que reconoce el impacto desproporcionado del cambio climático en las mujeres. Sin embargo, la implementación de estas estrategias requiere voluntad política y financiación adecuada, dos factores que siguen en riesgo ante el aumento del conservadurismo en muchas naciones.
Los organismos especializados en género y desarrollo coinciden en que las soluciones no pueden quedarse en el ámbito legislativo. Según un informe de Amnistía Internacional, los derechos de las mujeres han sido relegados en las prioridades gubernamentales en al menos 30 países en los últimos cinco años. Esto ha resultado en el debilitamiento de las leyes que protegían la igualdad salarial, los derechos reproductivos y la lucha contra la violencia de género. Sin mecanismos de aplicación de efectivo, las reformas quedan en el papel y no generan cambios reales en la vida cotidiana de las mujeres.

Un asunto patriarcal
La igualdad sigue muerta porque la desigualdad está arraigada en todas las estructuras de la sociedad. Desde la infancia, las niñas enfrentan menores oportunidades educativas en comparación con los niños, especialmente en regiones donde la pobreza extrema es una barrera para la escolarización femenina. Según UNICEF, aproximadamente 129 millones de niñas en el mundo no asisten a la escuela, lo que perpetúa un ciclo de dependencia económica y vulnerabilidad ante la explotación laboral y sexual.
El informe de ONU Mujeres deja claro que, aunque se han conseguido avances en igualdad de género en las últimas tres décadas, el progreso no es irreversible. El retroceso en varios países demuestra que los derechos adquiridos pueden desmoronarse ante la falta de compromiso político y social. Sin la acción coordinada de los gobiernos, las organizaciones internacionales y la sociedad civil, las desigualdades persistirán, afectando a generaciones futuras.
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Para muchos activistas, el diagnóstico es claro: sin medidas urgentes, la igualdad seguirá muerta. En un mundo donde las mujeres aún no pueden ejercer plenamente sus derechos, donde la violencia de género sigue cobrando víctimas y donde la brecha económica y laboral persiste, las promesas de igualdad son poco más que un espejismo. La lucha no ha terminado, y el Día Internacional de la Mujer de 2025 se presenta como una oportunidad para reflexionar sobre lo que aún falta por hacer.