El periodismo muere por ausencia de vocación y porque “pocos pueden vivir de él”

Este año ha sido sombrío para el periodismo, con despidos en Los Angeles Times, la revista Time, NBC News, Forbes, National Geographic, Business Insider y Sports Illustrated. La reducción de personal en redacciones a lo largo de EE. UU. ha dejado una marca imborrable en la industria, llevando a muchos periodistas a abandonar la profesión, no por falta de pasión, sino por el agotamiento y la falta de seguridad laboral. El periodismo, antaño una vocación noble y respetada, se tambalea bajo el peso de las presiones económicas y la disminución del apoyo institucional. Desde luego, no es solo un asunto que se da en los Estados Unidos, el mundo tiene ya grandes sepulcros donde yace la prensa. E punto en este trabajo es que la fuente maneja los datos de su país.

Matthew Powers, profesor asociado en el Departamento de Comunicación de la Universidad de Washington y codirector del Centro de Periodismo, Medios y Democracia, ha estudiado extensamente estas transformaciones en las carreras de medios. En un artículo reciente para el portal The Conversation, titulado “El periodismo se ha convertido en la zona cero de la crisis vocacional”, Powers analiza cómo la crisis en el periodismo refleja problemas más amplios en carreras socialmente importantes. Con credenciales sólidas y un enfoque en las implicaciones sociales de estas transformaciones, Powers es una voz autorizada en el análisis de la crisis actual del periodismo.

El periodismo está entubado

La frase “el periodismo muere” no es simplemente una metáfora dramática, sino una descripción precisa de lo que está sucediendo. La falta de vocación y la imposibilidad de vivir dignamente del periodismo están acabando con una profesión vital para la democracia. Este fenómeno no solo afecta a los periodistas, sino que tiene repercusiones en toda la sociedad, creando lo que los expertos llaman “desiertos de noticias”. Estas son áreas con acceso limitado a noticias locales confiables, lo que dificulta que los ciudadanos tomen decisiones informadas y participen activamente en la vida política.

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Los salarios estancados son uno de los principales factores que contribuyen a esta crisis. En 2023, el salario medio de los periodistas en EE. UU. fue de 57.500 dólares, una cifra que no ha mantenido el ritmo con la inflación ni con los salarios en campos relacionados como las relaciones públicas y la comunicación corporativa, donde el salario medio es de 66.750 dólares. Ilustración MidJourney

Los salarios estancados son uno de los principales factores que contribuyen a esta crisis. En 2023, el salario medio de los periodistas en EE. UU. fue de 57.500 dólares, una cifra que no ha mantenido el ritmo con la inflación ni con los salarios en campos relacionados como las relaciones públicas y la comunicación corporativa, donde el salario medio es de 66.750 dólares. Esta disparidad salarial, combinada con la falta de seguridad laboral y las crecientes exigencias del trabajo, ha llevado a muchos a reconsiderar su vocación. Para muchos, las recompensas intrínsecas del periodismo, como la autoexpresión y la conexión con valores democráticos, ya no son suficientes para compensar las dificultades económicas y personales que enfrentan.

Mujeres al mando, pero sin dinero

Powers destaca que la feminización de los informes legislativos en EE. UU. es un área de estudio relevante en este contexto. La creciente presencia de mujeres en un campo tradicionalmente dominado por hombres podría ser vista como un avance positivo, pero también refleja cómo las condiciones laborales precarias afectan de manera desproporcionada a las mujeres. En el periodismo, como en otras vocaciones, las mujeres a menudo enfrentan mayores desafíos en términos de equilibrio entre la vida laboral y personal, lo que agrava aún más la crisis vocacional.

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La industria del periodismo ha sido especialmente vulnerable a los cambios tecnológicos y económicos. La digitalización ha transformado la manera en que se producen y consumen las noticias, pero también ha erosionado las fuentes de ingresos tradicionales como la publicidad. Las redacciones se han visto obligadas a adaptarse a un modelo de negocio centrado en el clic, priorizando el contenido que atrae tráfico en lugar de reportajes profundos y analíticos. Esta presión para producir constantemente contenido nuevo ha llevado a muchos periodistas a sentirse como meros productores de contenido, alejados del trabajo de investigación y reporteo original que les atraía a la profesión.

Movimientos estertóreos

La sindicalización en las redacciones ha sido una respuesta a estas condiciones adversas, pero sus efectos han sido limitados en el periodismo. Aunque los sindicatos han logrado algunas mejoras en términos de condiciones laborales y salarios, no han podido detener los despidos ni mejorar la estabilidad laboral a largo plazo. Además, una gran parte de los periodistas trabaja de manera independiente, fuera del alcance de estos sindicatos, y enfrenta aún más inseguridad y aislamiento.

La comparación con otras vocaciones, como la enfermería y la enseñanza, es reveladora. Todas estas profesiones comparten una característica esencial: la promesa de un trabajo significativo y socialmente beneficioso. Sin embargo, las condiciones laborales adversas están erosionando esta promesa. Los enfermeros y cuidadores, por ejemplo, se enfrentan a la presión de eliminar “ineficiencias” para maximizar las ganancias, mientras que los profesores deben enseñar habilidades prácticas en un contexto de presupuestos reducidos. Estas dinámicas socavan la capacidad de los profesionales para encontrar satisfacción y significado en su trabajo.

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La lucha por mantener una carrera en este campo no es solo un problema profesional, sino un reflejo de una sociedad que no logra satisfacer los deseos básicos de sus ciudadanos de encontrar significado a través del trabajo. Ilustración MidJourney.

Desilusión y el agotamiento

A pesar de estos desafíos, el atractivo del periodismo persiste. Muchos aspirantes a periodistas son conscientes de las dificultades que enfrentarán, pero aún así se sienten atraídos por la posibilidad de influir en la sociedad y participar en la defensa de la democracia. Esta persistencia destaca la importancia de las vocaciones y su capacidad para ofrecer recompensas que trascienden el dinero. Sin embargo, la realidad cotidiana de trabajar en el periodismo, con sus exigencias incesantes y su falta de estabilidad, puede llevar a la desilusión y el agotamiento.

El hecho de que muchos periodistas continúen en la profesión, al menos durante un tiempo, no debe desviar la atención de las frustraciones y la insatisfacción que experimentan. La influencia de las fuerzas del mercado podría eventualmente erosionar el interés por el periodismo hasta el punto de que se convierta en una vocación insostenible. En una sociedad donde las carreras socialmente importantes están en crisis, el periodismo se encuentra en una encrucijada crítica. La lucha por mantener una carrera en este campo no es solo un problema profesional, sino un reflejo de una sociedad que no logra satisfacer los deseos básicos de sus ciudadanos de encontrar significado a través del trabajo.

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Una profesión del pasado

El periodismo está en peligro de convertirse en una profesión del pasado, idealizada en películas y libros, pero desconectada de la realidad de los reporteros y editores actuales. Para evitar esta desaparición, es esencial que la sociedad valore y apoye a los periodistas, no solo como individuos, sino como guardianes de la democracia y la información pública. La solución a esta crisis no es simple, pero debe comenzar con el reconocimiento de la importancia vital del periodismo y la necesidad de crear condiciones laborales que permitan a los periodistas vivir dignamente de su trabajo.

El periodismo muere no solo por la ausencia de vocación, sino porque pocos pueden vivir de él. La crisis vocacional que enfrenta esta profesión es un reflejo de problemas más amplios en nuestra sociedad, donde las carreras socialmente importantes están siendo desmanteladas por las presiones económicas. Para salvar el periodismo, es crucial abordar estas presiones y redescubrir el valor intrínseco de una profesión que es fundamental para la democracia y la sociedad.

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