El “mea culpa” de Assange desvela el tatuaje de doble moral estadounidense

El pasado lunes 24 de junio, Julian Assange, el fundador de WikiLeaks, quedó en libertad tras 11 años de reclusión. Su «crimen» fue entregar más de 200.000 documentos secretos del Gobierno de Estados Unidos a cinco periódicos, entre ellos EL PAÍS. Gracias a estas revelaciones, el mundo tuvo la certeza de la doble moral estadounidense en sus relaciones internacionales, especialmente con los países árabes, y en sus operaciones militares en Irak y Afganistán.

Ana Iris Simón, periodista originaria de Campo de Criptana, Ciudad Real, y autora del libro ‘Feria’ (Círculo de Tiza), ha trabajado en diversos medios como ‘Telva’, ‘Vice España’, y ha colaborado en ‘La Ventana’ de la Cadena SER, así como en Playz de RTVE. En la Sección de Opinión de EL PAÍS, Simón publicó recientemente un artículo titulado: “Assange nos demostró que tenemos Gobiernos lacayos”. En esta pieza, Simón explora cómo la liberación de Assange obliga a España a hacer justicia con José Couso, un periodista español asesinado por el Ejército estadounidense en 2003 durante la invasión de Irak.

Doble moral estadounidense

Assange nos mostró la cruda realidad de los abusos y ataques indiscriminados a civiles en Irak y Afganistán por parte del ejército estadounidense. Una de las piezas más impactantes divulgadas por WikiLeaks fue el vídeo «Asesinato colateral» de 2007, que muestra cómo las fuerzas estadounidenses asesinan a 12 civiles en Bagdad, incluidos dos reporteros de Reuters. Este acto de violencia se convirtió en una prueba irrefutable de la doble moral estadounidense, un país que se presenta como defensor de la libertad y los derechos humanos, mientras perpetra atrocidades fuera de sus fronteras.

La muerte de José Couso no fue la única tragedia periodística en Irak a manos de las tropas estadounidenses. Cuatro años antes de la liberación de Assange, el 8 de abril de 2003, Couso fue asesinado durante el ataque al Hotel Palestina en Bagdad, donde se alojaba parte de la prensa internacional. El ataque no sólo acabó con la vida de Couso, sino que también marcó un apagón informativo que silenció la cobertura mediática hasta la caída de la estatua de Sadam Husein.

doble moral estadounidense
Ana Iris Simón desde la Sección de Opinión de EL PAÍS, publicó recientemente un artículo titulado: “Assange nos demostró que tenemos Gobiernos lacayos”. En esta pieza, Simón explora cómo la liberación de Assange obliga a España a hacer justicia con José Couso, un periodista español asesinado por el Ejército estadounidense en 2003 durante la invasión de Irak. Ilustración MidJourney

Una gestión aberrante

La gestión del caso Couso por parte de las autoridades españolas fue, en palabras de Simón, aberrante. Desde el principio, la familia Couso percibió que las autoridades parecían sabotear la investigación. Sus sospechas se confirmaron cuando los documentos filtrados por Assange revelaron que los gobiernos españoles, tanto del Partido Popular como del Partido Socialista Obrero Español, actuaron como lacayos de una potencia extranjera que había asesinado a un ciudadano español. Este comportamiento desveló, una vez más, la doble moral estadounidense y la complicidad de las élites políticas españolas.

Gracias a las filtraciones de WikiLeaks, se supone que Cándido Conde-Pumpido, entonces fiscal general del Estado, había asegurado al embajador estadounidense que los fiscales españoles seguirían oponiéndose a las órdenes de detención de los militares responsables de la muerte de Couso. Además, se descubrió que el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero había «ayudado entre bastidores» para que la fiscalía apelara la decisión del juez de detener a los asesinos del periodista.

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Claro desprecio por la justicia

La doble moral estadounidense se manifestó también en la respuesta de las élites españolas. Si Couso hubiera sido asesinado por insurgentes iraquíes, probablemente habría sido proclamado un héroe nacional. Sin embargo, como fue asesinado por «los buenos», las élites españolas se sintieron incómodas al señalar y hacer pagar a sus verdugos. Esta actitud muestra un claro desprecio por la justicia y una sumisión a los intereses de Estados Unidos.

El caso de Couso es un recordatorio de que nuestros gobiernos, independientemente del partido político, han sido cómplices de un crimen de guerra y de la violación de la libertad de expresión. Desde José María Aznar, quien declaró junto a George W. Bush que creía en la versión estadounidense, hasta Zapatero, quien torpedeó el caso, pasando por Mariano Rajoy, que limitó la jurisdicción universal, y Pedro Sánchez, que aún no ha cumplido su promesa de restablecerla. Todos ellos han fallado en hacer justicia para Couso.

Deuda pendiente con José Couso

Ahora que celebramos la libertad de Assange, es imperativo recordar la deuda pendiente con José Couso. El caso Couso, que está recurrido en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en Estrasburgo, sigue siendo una herida abierta en la lucha por la justicia y la libertad de prensa. La liberación de Assange nos recuerda la importancia de exigir justicia para todos aquellos que han sido víctimas de la doble moral estadounidense.

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Desde José María Aznar, quien declaró junto a George W. Bush que creía en la versión estadounidense, hasta Zapatero, quien torpedeó el caso, pasando por Mariano Rajoy, que limitó la jurisdicción universal, y Pedro Sánchez, que aún no ha cumplido su promesa de restablecerla. Todos ellos han fallado en hacer justicia para Couso. Ilustración MidJourney.

La liberación de Assange no solo pone en evidencia las falencias de los sistemas judiciales y políticos, sino que también nos obliga a reflexionar sobre el poder y la influencia de Estados Unidos en el escenario global. La doble moral estadounidense, que predica la democracia y los derechos humanos mientras cometen crímenes de guerra, es un tatuaje indeleble que debe ser confrontado y denunciado.

Por la libertad de prensa

En última instancia, la liberación de Julian Assange y la lucha por la justicia para José Couso son dos caras de la misma moneda. Ambos casos subrayan la necesidad de una mayor transparencia y rendición de cuentas en las acciones de los gobiernos. Es esencial que la comunidad internacional, y en particular España, tome una posición firme contra la impunidad y la doble moral estadounidense. Sólo así podremos asegurar un futuro en el que la justicia y la verdad prevalezcan sobre los intereses políticos y las alianzas estratégicas.

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La valentía de Assange al exponer la verdad y el sacrificio de Couso en busca de la misma son recordatorios poderosos de la importancia de la libertad de prensa y la responsabilidad de los gobiernos para protegerla. La lucha por la justicia para Couso es, en esencia, una lucha por todos aquellos que buscan la verdad en un mundo cada vez más opaco y controlado por intereses poderosos.

La liberación de Julian Assange es un paso hacia la justicia, pero no es suficiente. Es hora de que España y el mundo hagan justicia para José Couso y todos los periodistas que han dado sus vidas en la búsqueda de la verdad. Solo entonces podremos decir que hemos aprendido de los errores del pasado y que estamos comprometidos a no repetirlos. La doble moral estadounidense debe ser desafiada y desmantelada, y la verdad debe ser nuestra guía en este proceso.

 

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