En la actual coyuntura política de Estados Unidos, el concepto del «Estado Profundo» se ha convertido en un tema candente y recurrente, especialmente en el discurso de ciertos sectores conservadores. Esta noción sugiere la existencia de una burocracia incrustada que no solo opera independientemente de la administración en turno, sino que, según se alega, actúa con el propósito explícito de socavar las agendas políticas que considera contrarias a sus intereses. En este escenario, Donald Trump se presenta no sólo como un candidato presidencial, sino como un desafiante principal de este supuesto «Estado Profundo». Su campaña adquiere relevancia adicional al ser señalada por figuras como Liz Truss, quien comparó su experiencia como primera ministra del Reino Unido con los desafíos que Trump podría enfrentar de ser reelegido.
La autora de este análisis es Liz Truss, quien además de su breve paso por el liderazgo del gobierno británico en 2022, es la escritora de un libro en el que aborda la necesidad de contrarrestar el globalismo y el liberalismo. Truss aporta a esta discusión con un artículo de opinión en The Wall Street Journal, titulado “El Estado profundo acecha a Trump”, donde expone su visión sobre cómo estructuras burocráticas similares socavaron su mandato y amenazan con hacer lo mismo con Trump.
Estado profundo o el Baba Yaga de Trump
En su artículo, Truss describe cómo, tanto en el Reino Unido como en Estados Unidos, una coalición de tecnócratas y burocratas ha logrado desplazar el poder de las figuras electas. Estos grupos, según Truss, no solo interfieren con las políticas gubernamentales, sino que también representan una amenaza continua para la democracia al anteponer sus agendas personales y profesionales sobre la voluntad del electorado. En el contexto de una posible presidencia de Trump, este enfrentamiento es visto no solo como una batalla política, sino como una lucha por el alma de la administración pública.

La premisa que Trump y sus seguidores promueven es que el «Estado Profundo» no solo incluye a demócratas o figuras liberales, sino también a miembros del propio partido republicano que se resisten a cambios significativos en la estructura y dirección del gobierno. La noción de Truss de que su propia administración fue víctima de fuerzas similares en el Reino Unido aporta un paralelismo que refuerza el mensaje de Trump de que no basta con ganar elecciones; también es necesario reformar profundamente la burocracia para implementar verdaderos cambios.
La situación descrita por Truss durante su mandato ilustra los desafíos que enfrentó debido a la resistencia de un establecimiento económico acostumbrado a un modelo de gobierno que favorece altos impuestos y regulaciones extensas. Estas fuerzas, según ella, están igualmente presentes en Estados Unidos y listas para desafiar cualquier intento de Trump por desviarse del status quo. El caso de los fondos de pensiones en el Reino Unido, y cómo políticas económicas mal recibidas llevaron a su caída política, se espeja en la advertencia de Truss a Trump y sus aliados sobre la necesidad de estar preparados para enfrentar y desmantelar estas estructuras entrelazadas en el gobierno.
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El poder en las sombras
Este contexto de «Estado Profundo» trasciende la política partidista para convertirse en un referente de cómo el poder en las sombras puede desestabilizar gobiernos democráticamente elegidos. La experiencia de Truss es un testimonio de la lucha no solo contra adversarios políticos evidentes, sino contra un enemigo más insidioso y arraigado dentro de la estructura gubernamental misma. Para Trump, el desafío es doble: debe convencer no sólo al electorado de que es el líder necesario en estos tiempos turbulentos, sino también demostrar que puede superar las barreras internas que el mismo sistema ha erigido para protegerse.
En conclusión, mientras Trump se prepara para una posible revancha contra Joe Biden, su campaña debe ser vista no solo como una lucha electoral, sino como un esfuerzo por redefinir el papel y el alcance del gobierno federal en Estados Unidos. El «Estado Profundo», con sus implicaciones tanto evidentes como ocultas, representa un obstáculo formidable. La posibilidad de que Trump pueda desmantelarlo se presenta no solo como una necesidad para implementar su agenda, sino como un imperativo para revitalizar la confianza en la capacidad del gobierno de actuar verdaderamente en el interés del pueblo.
Conservadurismo mundial
Si los desastres de los últimos tres años nos han enseñado algo es que la presidencia de Trump podría ofrecer una dirección alternativa que, según sus partidarios, es urgente para la supervivencia de los valores conservadores en un mundo occidental cada vez más amenazado por ideologías contrarias. La promoción del ecoextremismo y el avance de políticas progresistas son vistos por muchos conservadores no solo como un desafío político, sino como una amenaza a los principios fundamentales de la nación.
La narrativa que Trump debe adoptar, por lo tanto, es una de confrontación y renovación. No basta con asumir el cargo; es necesario emprender una reforma radical del sistema burocrático para asegurar que las decisiones políticas reflejen verdaderamente la voluntad del electorado. En este sentido, el mensaje de Truss resuena profundamente, advirtiendo que, sin un plan concreto y una ejecución decidida, cualquier victoria electoral podría ser efímera en las garras del Estado Profundo.
Republicanos y trumpistas: hay diferencias
El contexto electoral para Trump se complica aún más con la presencia de republicanos que, aunque compartan su etiqueta partidista, no comparten su visión disruptiva. Estos elementos dentro del propio partido representan otro nivel del «Estado Profundo» que no sólo debe ser reconocido, sino abiertamente confrontado si se busca una transformación genuina. Así, la batalla de Trump no es solo contra adversarios externos, sino también contra aquellos dentro de su entorno político que buscan mantener el statu quo.

Además, la perspectiva internacional no puede ser ignorada. Como líder de una de las naciones más poderosas del mundo, el presidente de Estados Unidos tiene un impacto significativo no solo en su propio país, sino en la geopolítica global. Una administración que desafíe abiertamente el «Estado Profundo» podría enviar un mensaje poderoso a otras naciones sobre el valor de la soberanía nacional y la importancia de la gobernanza transparente y directamente accountable a sus ciudadanos.
La advertencia de Liz Truss
Por último, es esencial que la campaña de Trump y sus aliados preparen el terreno para una confrontación que será tanto legal como política. El «Estado Profundo» se ha enraizado en muchas instituciones, y desarraigarlo requerirá una estrategia que combine astucia política con resiliencia legal. No es sólo una cuestión de ganar una elección, sino de transformar una estructura que ha evolucionado para protegerse de precisamente ese tipo de cambios disruptivos.
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Mientras Donald Trump se prepara para su potencial retorno a la Casa Blanca, su campaña debe articular no solo una visión política clara, sino también un plan estratégico para superar las resistencias internas y externas que sin duda enfrentará. En este esfuerzo, la experiencia de Liz Truss sirve como una advertencia y guía valiosa sobre los desafíos y las estrategias necesarias para enfrentar a un «Estado Profundo» que es tan real en Estados Unidos como lo fue en su tiempo en el Reino Unido.