Detener el cambio climático pasa por migrar al uso de energías alternativas

La lucha contra el cambio climático ha llegado a un punto crucial, donde la migración al uso de energías alternativas se presenta como un camino ineludible. Este cambio es especialmente crítico en América Latina y el Caribe (ALC), una región que Patricia Espinosa y Lourdes Melgar describen como particularmente vulnerable al cambio climático. Estas expertas, con roles destacados en la Alianza Financiera de Glasgow para las Cero Emisiones Netas y la Alianza Mundial de la Energía para las Personas y el Planeta, respectivamente, enfatizan la urgencia de acelerar la revolución de la energía limpia en América Latina.

El panorama actual muestra que el cambio climático podría costar hasta el 16% del PIB de la región de ALC durante este siglo, según Moody’s. Sin embargo, la región también posee un potencial enorme para liderar la transición a las energías renovables. Con el 60% de su producción de electricidad ya proveniente de fuentes renovables, principalmente hidroeléctricas, la región se encuentra en una posición envidiable para impulsar aún más esta transición. América Latina no solo cuenta con recursos eólicos y solares de primer nivel, sino también con vastas reservas de minerales esenciales para la energía limpia, incluyendo más de la mitad del litio mundial.

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La transición a la energía limpia no está exenta de desafíos. Los grupos más vulnerables, como las mujeres, las comunidades rurales y los pueblos indígenas, corren el riesgo de quedarse atrás. Ilustración MidJourney

Energías alternativas y acciones disruptivas

La Agencia Internacional de la Energía (AIE) señala que, para seguir una senda climática segura, se necesitan acciones radicales, decisivas e inmediatas. Esto incluye una colaboración internacional efectiva, liderazgo político firme, alianzas público-privadas y marcos regulatorios bien diseñados. La inversión necesaria para duplicar la apuesta en fuentes de energías alternativas de aquí a 2030 es considerable, pero los beneficios son palpables: acceso a la energía para millones, reducción de muertes prematuras y creación de empleos en el sector de energía limpia.

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Sin embargo, la transición a la energía limpia no está exenta de desafíos. Los grupos más vulnerables, como las mujeres, las comunidades rurales y los pueblos indígenas, corren el riesgo de quedarse atrás. Por lo tanto, es crucial que las iniciativas climáticas reflejen principios de justicia e inclusividad. Además, la infraestructura energética de América Latina, orientada principalmente a la producción y consumo de gas y petróleo, necesita una transformación para facilitar el desarrollo, almacenamiento, distribución y transmisión de energías renovables.

Un ejemplo en el vecindario

Costa Rica ofrece un ejemplo inspirador. Buscando convertirse en el primer país carbononeutral del mundo para 2050, ha implementado estrategias que, según el Banco Interamericano de Desarrollo, le permitirían alcanzar o superar sus metas de neutralidad en más del 75% de los escenarios futuros posibles. Otros países de la región también están posicionados para disminuir su dependencia de los combustibles fósiles y mejorar su seguridad energética.

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Las nuevas soluciones para el almacenamiento de energía, junto con una mejora de la conectividad regional, serán fundamentales para construir una infraestructura energética robusta, resiliente y moderna. Ilustración MidJourney

Un aspecto crucial en esta transición es el desarrollo de capacidades en energías alternativas y la mejora de la eficiencia energética. La Alianza Financiera de Glasgow para las Cero Emisiones Netas está colaborando con instituciones financieras locales para reforzar la financiación de la acción climática en la región, mostrando cómo las alianzas público-privadas pueden ser clave en este proceso.

Soluciones innovadoras

En el Caribe, las dificultades específicas del clima, la geografía y la topografía presentan desafíos únicos para la generación y transmisión de energía renovable. La generación distribuida y tecnologías como las redes de malla en Haití, donde cada hogar puede generar gran parte de su energía con paneles solares y estar conectado a redes de uso compartido, son soluciones innovadoras en el marco de las energías alternativas. Además, los sistemas de almacenamiento de energía basados en baterías (BESS) emergen como soluciones fundamentales para la estabilización de la red eléctrica durante la transición energética.

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El futuro sostenible de América Latina y el Caribe depende de una inversión e innovación continuas. Las nuevas soluciones para el almacenamiento de energía, junto con una mejora de la conectividad regional, serán fundamentales para construir una infraestructura energética robusta, resiliente y moderna. Mientras tanto, es esencial que los proyectos se diseñen y ejecuten con un enfoque en la justicia social y la inclusión de las comunidades indígenas.

La región de ALC se encuentra en una encrucijada crucial en la lucha contra el cambio climático. Con compromisos firmes, alianzas público-privadas efectivas e inversiones coordinadas, la región puede liderar la revolución energética que su gente y el mundo necesitan desesperadamente.

 

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