La mejor tecnología es invisible: La muerte viajó en el túnel del tiempo del bíper

El sonido agudo del bíper rompió el silencio en medio de una ciudad que parecía ir más rápido que el tiempo. En aquel entonces, la tecnología era visible, tangible y poderosa, pero no letal. Sin embargo, la muerte encontró una manera de viajar a través de ella, atravesando el túnel del tiempo del bíper. Un dispositivo que, en su esencia, servía para la comunicación se convirtió en un canal de destrucción. No es la primera vez que un objeto tan cotidiano se transforma en un arma, pero sí una de las más inquietantes. En un mundo donde confiamos plenamente en la tecnología, el bíper demostró que incluso las herramientas más simples pueden ser manipuladas con finos mortales.

Raúl Limón, licenciado en Ciencias de la Información y máster en Periodismo Digital, ha cubierto durante años historias sobre la intersección entre la tecnología y el terrorismo. Su última pieza, publicada en EL PAÍS bajo el título “Manuel R. Torres, experto en terrorismo: ‘Tras un trauma como los ataques en Líbano, se desconfía de cualquier cosa que esté conectada’”, exponen con claridad el peligro latente que representan los dispositivos de comunicación personal cuando caen en manos equivocadas. Torres, un catedrático de Ciencias Políticas con una vasta experiencia en el estudio del terrorismo, advirtió que una de las principales consecuencias del uso de dispositivos como el bíper o el walkie-talkie para ejecutar ataques es la sensación de inseguridad absoluta. Es esa sensación, tan sutil como devastadora, la que hace que cada sonido, cada vibración, en el túnel del tiempo del bíper, despierte temor en quienes aún lo utilizan.

El túnel del tiempo del bíper

La historia del bíper se remonta a tiempos más simples, cuando la comunicación móvil estaba en sus primeras fases y el teléfono celular era un lujo para pocos. En ese entonces, el bíper era una tecnología revolucionaria, capaz de conectar a las personas de manera rápida y eficiente. Sin embargo, con el paso de los años, este sencillo dispositivo fue desplazado por tecnologías más avanzadas, como los teléfonos móviles inteligentes. Aun así, en ciertos círculos, y especialmente en zonas de conflicto, el bíper siguió cumpliendo un rol vital, manteniendo su lugar en el túnel del tiempo de la tecnología. Su confiabilidad, su simplicidad, lo convertían en una herramienta ideal para quienes necesitaban discreción y eficiencia en la comunicación. Pero esa misma confiabilidad lo hizo vulnerable.

Según Manuel Ricardo Torres, estos dispositivos, una vez manipulados, se convirtieron en bombas letales que no solo provocaron daños físicos sino también una psicosis generalizada. Ilustración MidJourney

En Oriente Próximo, específicamente en Líbano, se vivieron momentos de angustia cuando dispositivos personales como bípers y walkie-talkies fueron utilizados para llevar a cabo explosiones controladas. Según Manuel Ricardo Torres, estos dispositivos, una vez manipulados, se convirtieron en bombas letales que no solo provocaron daños físicos sino también una psicosis generalizada. Los ataques, ejecutados con una precisión aterradora, demostraron que la tecnología cotidiana puede transformarse en un arma mortal. Usando el túnel del tiempo del bíper, los explosivos fueron activados, recordándonos que lo que alguna vez consideramos inofensivo puede convertirse en una amenaza impredecible.

Cuando la muerte llama

La manipulación de los bípers en Líbano no fue un incidente aislado. Desde la década de los 90, diferentes grupos han intentado utilizar dispositivos tecnológicos comunes como armas. El caso más conocido es el del ingeniero palestino Yehie Ayash, cuya muerte en 1996 fue provocada por un teléfono móvil manipulado que detonó en sus manos. Desde entonces, los terroristas han buscado formas de incorporar explosivos en dispositivos cotidianos. Al Qaeda, por ejemplo, intentó en varias ocasiones esconder explosivos en impresoras y otros artículos de tecnología de uso diario. Pero lo que hace que estos ataques sean especialmente perturbadores es la invasión de nuestra vida personal. El túnel del tiempo del bíper es, en este sentido, una metáfora del modo en que la tecnología ha viajado a través de las décadas, desde su origen como herramienta de comunicación hasta su perversión como instrumento de muerte.

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La conexión entre la tecnología y el terrorismo plantea preguntas profundas sobre nuestra seguridad y confianza en los dispositivos que usamos a diario. Según Manuel R. Torres, uno de los mayores desafíos que enfrentan las organizaciones terroristas hoy en día es el equilibrio entre la necesidad de comunicaciones eficientes y el riesgo de ser interceptados. Las redes de comunicación modernas, aunque imprescindibles para coordinar grandes operaciones, se convierten en vulnerabilidades latentes. El bíper, en su simplicidad, parecía una opción segura, pero su manipulación demostró que cualquier dispositivo puede estar comprometido.

Cualquier dispositivo puede matar
Las implicaciones psicológicas de estos ataques van más allá del daño físico.
La sensación de que cualquier dispositivo personal puede convertirse en una bomba genera una profunda desconfianza en la tecnología. El túnel del tiempo del bíper no solo es una representación de la evolución tecnológica, sino también del miedo que ahora acompaña a cada innovación. Cada vez que escuchamos el sonido de un teléfono, un mensaje de texto, o la vibración de un bíper olvidado en alguna caja de tecnología obsoleta, hay una parte de nosotros que recuerda que estos dispositivos no son invulnerables. La tecnología, alguna vez vista como una extensión de nuestra vida cotidiana, ahora parece tener un hilo oculto, invisible pero siempre presente.

La manipulación de los bípers en Líbano no fue un incidente aislado. Desde la década de los 90, diferentes grupos han intentado utilizar dispositivos tecnológicos comunes como armas. Ilustración MidJourney.

La muerte que viajó en el túnel del tiempo del bíper nos recuerda que, aunque avancemos en la creación de tecnologías más sofisticadas, el peligro siempre estará presente. Los expertos en seguridad han advertido que ningún dispositivo, por más seguro que parezca, está completamente libre de ser manipulado. Esto ha llevado a que se revisen los protocolos de seguridad en la fabricación y distribución de tecnología. Sin embargo, como señala Torres, es imposible anticipar cada nueva amenaza. Los terroristas, siempre en busca de nuevas formas de atacar, también evolucionan y adaptan sus tácticas. El túnel del tiempo del bíper, por tanto, se extiende hacia un futuro incierto, donde la mejor tecnología será la que nunca veamos, la que sea completamente invisible, y por fin, no pueda ser utilizada en nuestro contra.

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El legado del bíper es ambiguo. Lo que una vez fue una herramienta de comunicación esencial ha dejado una marca oscura en la historia de la tecnología. El túnel del tiempo del bíper no solo conecta dos épocas distintas, sino también dos realidades paralelas: la de la comodidad tecnológica y la del miedo a lo desconocido. Es un recordatorio de que, en el mundo moderno, la línea entre lo útil y lo peligroso es cada vez más delgada. Y mientras esa línea siga difuminándose, el túnel del tiempo del bíper permanecerá abierto, llevando consigo tanto las esperanzas como los temores de quienes alguna vez confiaron en su sonido familiar.

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