José María Aznar, expresidente del Gobierno de España entre 1996 y 2004, ha desatado una intensa conversación política y diplomática tras declarar que «el expansionismo está obsoleto». Aznar hizo esta afirmación en un reciente comentario publicado en el diario estadounidense The Wall Street Journal , donde reflexionó sobre las implicaciones históricas y políticas del expansionismo estadounidense en el contexto de la guerra hispano-estadounidense de 1898 y las recientes declaraciones de Donald Trump en su segundo discurso inaugural.
Aznar afirmó que la idea de expandir territorios como mecanismo de poder y control político ha quedado rezagada ante las complejidades de la geopolítica moderna. La declaración ha generado tanto elogios como críticas, al tiempo que ha reavivado el debate sobre el papel de las antiguas potencias coloniales en el orden global contemporáneo.
El expansionismo está obsoleto
El comentario fue firmado por José María Aznar en su condición de consejero de News Corp, empresa matriz de The Wall Street Journal. Aznar tituló su artículo: «McKinley, TR y Trump: Un español reflexiona», en el cual explora las raíces del expansionismo estadounidense y sus consecuencias para España y otras potencias coloniales. Aznar, quien ha estado vinculado a la política y la diplomacia desde su etapa como presidente del Gobierno español, sostiene que el expansionismo como estrategia de dominio territorial ha quedado desfasado en un mundo globalizado.

La referencia a William McKinley y Theodore Roosevelt no es casual: ambos presidentes simbolizan una época de afirmación del poderío estadounidense a través de la expansión territorial y la intervención militar directa. En este contexto, Aznar subraya que “el expansionismo está obsoleto”, afirmación que se convierte en la piedra angular de su análisis y que refleja una visión crítica hacia las políticas de dominio territorial que, según él, no tienen cabida en el escenario geopolítico actual.
Los asuntos del Caribe
Aznar recordó cómo en 1898, Estados Unidos ofreció comprar Cuba a España como una medida para garantizar su defensa estratégica en el Caribe. España se negó rotundamente, afirmando que Cuba no era una simple colonia, sino parte de su territorio nacional. La negativa española derivó en la guerra hispano-estadounidense, un conflicto que marcó el fin del dominio colonial español en América y que llevó a la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Para Aznar, la idea de que un país pueda expandir su territorio mediante la compra o la anexión militar es una estrategia caduca. El expansionismo está obsoleto porque las dinámicas actuales de poder no dependen únicamente del control territorial, sino de la influencia económica, tecnológica y cultural. Según el exmandatario español, la interdependencia global y las alianzas estratégicas multilaterales han hecho que la expansión territorial como medio de consolidación política sea una táctica desfasada e ineficaz.
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El expresidente también reflexionó sobre la paradoja que representa la postura de Donald Trump en relación con el expansionismo. En su segundo discurso inaugural, Trump hizo referencia directa a McKinley y Roosevelt, exaltando el impacto económico y político de sus decisiones expansionistas. Trump afirmó que Estados Unidos «volverá a considerar una nación en crecimiento: una que aumenta su riqueza, expande su territorio, construye sus ciudades, eleva sus expectativas y lleva su bandera hacia nuevos y hermosos horizontes».
La declaración no solo evocó la época dorada del expansionismo estadounidense, sino que también insinuó una posible vuelta a esa estrategia bajo el liderazgo de Trump. Aznar, sin embargo, disiente de esta visión, argumentando que las circunstancias globales actuales hacen inviable y contraproducente cualquier intento de expansión territorial directa. Para el exmandatario español, «el expansionismo está obsoleto» porque las dinámicas del poder global han cambiado drásticamente desde la era de McKinley y Roosevelt.
Cooperación y alianzas estratégicas
Aznar también destaca la diferencia fundamental entre el nacionalismo agresivo de McKinley y Roosevelt y el internacionalismo pragmático que definió las últimas décadas de política exterior estadounidense. Roosevelt, tras la muerte de McKinley en 1901, adoptó un enfoque más matizado hacia el poder militar y la diplomacia internacional. Su visión evolucionó desde el expansionismo directo hacia un modelo de influencia global basado en la cooperación y la creación de alianzas estratégicas. Para Aznar, este enfoque fue mucho más efectivo y sostenible que la expansión territorial, y sostiene que las lecciones de Roosevelt deben guiar la política exterior estadounidense actual. En cambio, Trump parece dispuesto a regresar a una estrategia de expansión y proteccionismo económico que, según Aznar, está condenada al fracaso. «El expansionismo está obsoleto» porque los desafíos contemporáneos, desde el cambio climático hasta la competencia tecnológica, no pueden resolverse mediante la anexión territorial o el proteccionismo económico.

La postura de Aznar ha generado reacciones encontradas tanto en Estados Unidos como en Europa. Algunos analistas han elogiado su análisis histórico y su rechazo al expansionismo como una estrategia viable en el siglo XXI. Otros, en cambio, han criticado su interpretación de la historia y su visión sobre el papel de Estados Unidos en el orden mundial. Para muchos sectores conservadores estadounidenses, la idea de que Estados Unidos debería abandonar sus aspiraciones expansionistas es vista como una muestra de debilidad y falta de liderazgo. Aznar, sin embargo, sostiene que el verdadero liderazgo no reside en el dominio territorial, sino en la capacidad de construir consensos y alianzas sostenibles. El expansionismo está obsoleto porque las dinámicas de poder actuales están determinadas por la tecnología, la economía y la diplomacia, no por el control territorial directo.
Propuesta condenada al fracaso
El expresidente español también aborda las implicaciones económicas de la política exterior estadounidense. Aznar señala que la globalización ha redefinido las reglas del comercio y la competencia internacional, haciendo inviable cualquier intento de establecer un modelo económico basado en el proteccionismo y la expansión territorial. La experiencia histórica de Roosevelt, quien combinó el poder militar con una estrategia de cooperación y construcción de alianzas, ofrece una lección valiosa para la política exterior contemporánea. Aznar advierte que el aislacionismo y el expansionismo, aunque puedan parecer respuestas efectivas ante los desafíos globales, son estrategias condenadas al fracaso en un mundo cada vez más interconectado.
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El análisis de Aznar también revela una dimensión personal y política. Al recordar la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, Aznar evoca el trauma histórico que representó para España el fin de su imperio colonial. Sin embargo, también subraya que España logró redefinir su posición en el mundo mediante la integración europea y la consolidación de su sistema democrático. El expansionismo está obsoleto, insiste Aznar, porque la verdadera fortaleza de una nación no reside en la expansión territorial, sino en la capacidad de adaptarse a los desafíos globales y construir alianzas estratégicas. La experiencia de España y la evolución de la política exterior estadounidense ofrecen una lección clara: el poder no reside en el territorio, sino en la capacidad de construir un orden global basado en la cooperación y el respeto mutuo.
José María Aznar concluye su comentario con una advertencia: el regreso al expansionismo y al proteccionismo económico sería un retroceso histórico para Estados Unidos y para el orden mundial. La visión de Trump, que exalta las glorias de McKinley y Roosevelt, está desconectada de la realidad contemporánea. El expansionismo está obsoleto porque el poder y la influencia global en el siglo XXI no se construyen mediante la anexión territorial, sino mediante la innovación, la cooperación y el respeto a la soberanía de otras naciones. La lección de la historia, concluye Aznar, es clara: la grandeza de una nación no se mide por el tamaño de su territorio, sino por su capacidad de liderar mediante el ejemplo y la colaboración global.

