Pena de muerte: Solo en enero en Irán han sido ejecutadas judicialmente 69 personas

En un sombrío inicio de año, Irán ha marcado un precedente alarmante de 69 personas ejecutadas judicialmente tan solo en el mes de enero, señalando una escalada preocupante en el uso de la pena capital. Este repunte en las ejecuciones se produce en un contexto de creciente presión internacional y llamamientos a Teherán para que modere su aplicación de la justicia más extrema. Con la llegada de Nada Al-Nashif, Alta Comisionada Adjunta de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, a Irán el próximo 3 de febrero, se espera que la comunidad internacional renueve su enfoque en la crítica situación de los derechos humanos dentro del país, particularmente en lo que respecta a la pena de muerte y las violaciones de los derechos de las mujeres.

La serie de ejecuciones, que incluyó a cuatro hombres kurdos acusados de planear un atentado en nombre de Israel, ha suscitado una condena generalizada. Las ejecuciones del 29 de enero, confirmadas por los medios de comunicación estatales iraníes, fueron el colofón de un proceso plagado de irregularidades, según los críticos. Las familias de los condenados han utilizado las redes sociales para denunciar la falta de derechos básicos durante el juicio, incluido el acceso a la defensa legal y la comunicación con sus seres queridos, además de alegar que las confesiones fueron obtenidas bajo tortura.

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Mahmood Amiry-Moghaddam, director de la organización de derechos humanos Iran Human Rights, con sede en Oslo, destaca que el promedio de tres ejecuciones diarias representa un marcado aumento. Ilustración MidJourney

Crece número de personas ejecutadas judicialmente

Esta reciente oleada de ejecuciones refleja una tendencia alarmante en Irán, que parece haberse intensificado desde el inicio de la guerra de Gaza. Mahmood Amiry-Moghaddam, director de la organización de derechos humanos Iran Human Rights, con sede en Oslo, destaca que el promedio de tres ejecuciones diarias representa un marcado aumento en comparación con años anteriores. Este aumento es particularmente notorio en los casos relacionados con delitos de drogas, donde el número se ha multiplicado por veinte en el último trienio.

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El aparente desinterés de la comunidad internacional y de instituciones como la ONU en esta situación ha sido criticado por defensores de los derechos humanos, quienes argumentan que tal apatía solo sirve para empoderar a las autoridades iraníes en su uso de la violencia y la intimidación contra la disidencia. La falta de atención a los derechos humanos y al alarmante número de personas ejecutadas judicialmente parece reflejar una omisión grave en las prioridades de los países occidentales, lo que, según Amiry-Moghaddam, beneficia al corrupto sistema político de la República Islámica, incapaz de resolver los problemas cotidianos de la población.

El corredor de la muerte

Además de las personas ejecutadas judicialmente mencionadas, numerosos presos políticos permanecen en las listas de condenados a muerte en las cárceles iraníes, aunque el número exacto se mantiene en secreto. Las familias de los condenados enfrentan intimidación, lo que a menudo les impide denunciar públicamente las condenas. Muchas de estas ejecuciones solo se conocen años después, cuando los familiares deciden hablar. Tras las protestas nacionales bajo el lema «Mujer, Vida, Libertad», se temía que muchos detenidos fueran ejecutados, pero la presión política internacional y las sanciones impuestas a los responsables de violar los derechos humanos en Irán lograron frenar temporalmente el ritmo de las ejecuciones.

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La visita de la funcionaria de la ONU Nada Al-Nashif a Irán podría representar un punto de inflexión que detenga el número de personas ejecutadas judicialmente. Ilustración MidJourney

Sin embargo, la reciente reanudación de las ejecuciones a gran escala indica que la maquinaria de la pena de muerte en Irán está funcionando a plena capacidad una vez más. La ejecución de Mohammed Ghobadlu, de 24 años, detenido durante las protestas nacionales, y Farhad Salimi, un preso kurdo que había estado detenido durante 14 años, el 23 de enero, subraya la urgencia de la situación.

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Nada Al-Nashif irá a Teherán

La visita de la funcionaria de la ONU Nada Al-Nashif a Irán podría representar un punto de inflexión que detenga el número de personas ejecutadas judicialmente, si logra llamar la atención sobre estas cuestiones. La Premio Nobel de la Paz iraní Shirin Ebadi ha instado a Al-Nashif a cancelar su visita en protesta por las ejecuciones o a reunirse con personas condenadas a muerte durante su estancia, lo que podría ejercer una presión significativa sobre el gobierno iraní.

Este reportaje subraya la compleja intersección entre la política internacional, los derechos humanos y la justicia penal en Irán. Con la comunidad internacional observando de cerca, el futuro inmediato podría ofrecer una oportunidad crítica para abordar y potencialmente mitigar la frecuencia de las ejecuciones judiciales en Irán, en un momento en que la presión mundial parece ser el único medio efectivo para instigar un cambio en la política de la pena de muerte del país.

La situación en Irán no solo es un reflejo de su sistema judicial y político, sino también un desafío para la comunidad internacional en su conjunto, que debe encontrar maneras efectivas de promover el respeto por los derechos humanos y la dignidad en todos los rincones del mundo.

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