Egipto ve políticamente incorrecto alojar a los desplazados de la guerra entre Israel y Hamás

En medio de la creciente crisis humanitaria derivada del conflicto entre Israel y Hamás, la posición de Egipto frente a la acogida de palestinos desplazados por la violencia ha capturado la atención internacional.

La negativa del gobierno egipcio a abrir sus fronteras a los refugiados palestinos, a pesar de las crecientes presiones internacionales y las alarmantes cifras de víctimas, ha suscitado un debate acalorado sobre las responsabilidades y las políticas de los países vecinos en contextos de conflicto armado.

Este reportaje, basado en el análisis de Liyana Kayali, investigadora postdoctoral de la Universidad de Sydney y firmante de declaraciones de solidaridad con Palestina, explora las complejas razones detrás de la decisión de Egipto y las implicaciones de esta postura. Entre muchas, una de las explicaciones más morales es que se niega a apoyar a Israel en lo que considera es una limpieza étnica que reaiza en la Franja de gaza.

Egipto y sus razones

Liyana Kayali, en su artículo para The Conversation titulado: “Por qué Egipto se niega a abrir su frontera a los palestinos desplazados por la fuerza de Gaza”, proporciona un análisis detallado de la situación que enfrentan aproximadamente 1,5 millones de civiles palestinos en Rafah, al sur de Gaza. Desplazados por los continuos ataques y bombardeos israelíes, estos individuos se encuentran en condiciones extremadamente precarias, con enfermedades y hambrunas al acecho. El conflicto ha escalado a tal punto que la Corte Internacional de Justicia ha considerado las acciones de Israel como un posible caso de genocidio, con más de 29.000 palestinos muertos hasta la fecha.

Egipto
Una de las principales razones de la oposición egipcia a la acogida de refugiados es el temor a facilitar una limpieza étnica por parte de Israel. Ilustración MidJourney

La firme oposición de Egipto a facilitar la entrada de refugiados palestinos no solo responde a presiones políticas, sino también a un conjunto de consideraciones históricas, sociales y de seguridad. El presidente egipcio Abdel Fattah Al-Sisi ha calificado la aceptación de refugiados palestinos como una «línea roja», argumentando que esto podría «liquidar la causa palestina«. Esta posición ha sido respaldada por el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, quien ha señalado que desplazar a los habitantes de Gaza a Egipto sería catastrófico tanto para el país como para los propios palestinos, quienes probablemente no se les permitiría regresar.

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Facilitar una limpieza étnica

Una de las principales razones de la oposición egipcia a la acogida de refugiados es el temor a facilitar una limpieza étnica por parte de Israel. Documentos filtrados y declaraciones de miembros del gobierno israelí han revelado planes para el reasentamiento forzoso de la población de Gaza en el desierto del Sinaí, lo que Egipto interpreta como una amenaza a la existencia misma del pueblo palestino. Además, la histórica solidaridad del público egipcio con Palestina y la memoria colectiva de la Nakba, durante la cual cientos de miles de palestinos fueron desplazados, juegan un papel crucial en la postura de Egipto.

Egipto
La construcción por parte de Egipto de una zona amurallada de amortiguamiento en el Sinaí, aunque sea como medida de contingencia, sugiere preparativos para una posible expulsión masiva o éxodo de palestinos. Ilustración MidJourney.

La complicada relación entre Egipto y Hamás, marcada tanto por la cooperación en materia de seguridad como por el antagonismo político, añade otra capa de complejidad a la situación. Desde el derrocamiento de Mohamed Morsi en 2013, el gobierno de Sisi ha tomado medidas enérgicas contra los Hermanos Musulmanes y, por extensión, contra Hamás. La preocupación por la estabilidad interna y la seguridad en el Sinaí, donde Egipto ha luchado contra insurgencias islamistas, influye en la reticencia a acoger a refugiados que podrían desestabilizar aún más la región.

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Siembra de desesperanza

A pesar de la retórica de apoyo a Palestina por parte de Egipto y otros países árabes, la realidad en el terreno refleja limitaciones y desafíos significativos para una intervención efectiva. Los informes de sobornos y cierres intermitentes del cruce de Rafah subrayan una sensación de desesperanza y abandono entre aquellos que buscan escapar de la violencia. La construcción por parte de Egipto de una zona amurallada de amortiguamiento en el Sinaí, aunque sea como medida de contingencia, sugiere preparativos para una posible expulsión masiva o éxodo de palestinos, planteando graves preocupaciones sobre los derechos humanos y la dignidad de los desplazados.

Este complejo entramado de factores políticos, históricos y de seguridad subraya la delicada posición de Egipto en el conflicto palestino-israelí. Mientras el mundo observa con creciente alarma la escalada de violencia y la profundización de la crisis humanitaria en Gaza, la negativa de Egipto a abrir sus fronteras a los desplazados no solo es una decisión política, sino un reflejo de las intrincadas dinámicas regionales que dificultan la búsqueda de soluciones sostenibles y justas para el pueblo palestino. En este contexto, el futuro de los desplazados en Rafah y la posibilidad de una resolución pacífica al conflicto parecen cada vez más inciertos, dejando a la comunidad internacional frente a la urgente necesidad de replantear su enfoque y compromiso con la región.

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