Atlantic Council: Misiles de largo alcance entran a la guerra de Ucrania demasiado tarde

La guerra en Ucrania, un conflicto que ha cambiado la geopolítica global en los últimos años, recibe un nuevo elemento que podría alterar su dinámica: los misiles de largo alcance ATACMS proporcionados por Estados Unidos. Sin embargo, esta decisión, anunciada recientemente por la administración Biden, llega demasiado tarde para aprovechar todo su potencial estratégico. A pesar de los elogios por este paso, los críticos señalan que el retraso en su implementación ha permitido a Rusia reorganizarse y minimizar el impacto de estas armas en el campo de batalla.

John E. Herbst, director principal del Centro Eurasia en el Atlantic Council y embajador de Estados Unidos en Ucrania entre 2003 y 2006, es la voz detrás de un análisis crítico sobre esta decisión. En un reciente artículo titulado: “Putin se metió en la cabeza de Biden con lo de las ‘líneas rojas’ en Ucrania. Trump no debe ser tan tímido”, publicado en el portal del Atlantic Council, Herbst expone cómo la vacilación de la Casa Blanca en proveer armas de mayor alcance ha debilitado la capacidad ucraniana para contrarrestar los movimientos rusos. Con décadas de experiencia diplomática y militar, Herbst resalta que la llegada tardía de los ATACMS, en lugar de ser un factor decisivo inmediato, se enfrenta a un contexto donde Moscú ya ha adaptado su estrategia para mitigar los efectos de estas armas.

ATACMS entran demasiado tarde

El retraso en el envío de los misiles ATACMS ha permitido a Rusia reposicionar estratégicamente sus centros logísticos y su poder aéreo fuera del alcance de estas armas. Herbst subraya que, de haber llegado antes, los ATACMS podrían haber infligido un daño significativo al ejército ruso, alterando el equilibrio de poder en la región. Sin embargo, ahora las fuerzas ucranianas se enfrentan a un desafío mayor para maximizar la efectividad de estos sistemas, cuyo alcance, aunque significativo, no se compara con el de tecnologías más avanzadas como los misiles Tomahawk. La frase “demasiado tarde” resuena no solo en el análisis de Herbst, sino también en las implicaciones tácticas y políticas de esta decisión.

El retraso en el envío de los misiles ATACMS ha permitido a Rusia reposicionar estratégicamente sus centros logísticos y su poder aéreo fuera del alcance de estas armas. Herbst subraya que, de haber llegado antes, los ATACMS podrían haber infligido un daño significativo al ejército ruso, alterando el equilibrio de poder en la región. Ilustración MidJourney

La guerra, lejos de reducir su intensidad, ha tomado un nuevo giro con la incorporación de hasta diez mil soldados norcoreanos al conflicto, un movimiento que subraya el alcance global de esta contienda. Además, Herbst señala que Moscú lleva meses en una ofensiva intensa para capturar el centro estratégico logístico de Pokrovsk, en el este de Ucrania, al mismo tiempo que enfrenta intentos ucranianos de recuperar territorio en el óblast de Kursk. Los ATACMS y los misiles de largo alcance franceses y británicos, también recientemente autorizados, representan una complicación logística para Rusia, pero el momento en que se despliegan estos recursos podría haber limitado su impacto.

¿Valor en las negociaciones?

Herbst plantea que esta decisión no solo tiene implicaciones tácticas inmediatas, sino que también influirá en las futuras negociaciones de paz. Según el embajador, el presidente ruso, Vladimir Putin, busca desesperadamente recuperar el control de territorios estratégicos antes de que se establezcan acuerdos definitivos. En este contexto, las armas occidentales de mayor alcance pueden otorgar a Ucrania una posición más fuerte en la mesa de negociaciones. Sin embargo, Herbst reitera que este fortalecimiento podría haber sido mucho más contundente si las armas se hubieran desplegado con mayor celeridad y no en este punto que parece demasiado tarde.

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El análisis no se detiene en el impacto militar. Herbst también examina las implicaciones políticas de la decisión de Biden, calificándola como un reflejo de la cautela excesiva que ha caracterizado su política hacia Ucrania. Esta “timidez”, como él la denomina, se ha manifestado en la demora para proporcionar sistemas de armas clave que podrían haber cambiado el curso de la guerra. Según Herbst, esta postura responde en parte a las amenazas nucleares de Putin, que han logrado influir en las decisiones estratégicas de la Casa Blanca, incluso cuando los aliados occidentales han cruzado repetidamente las “líneas rojas” del Kremlin sin enfrentar represalias significativas.

Trump podría marcar un contraste

El autor destaca que, mientras Biden toma medidas para ampliar la ayuda militar a Ucrania, el enfoque de la administración entrante de Trump podría marcar un contraste. El círculo cercano del expresidente ha indicado que considera proporcionar a Ucrania armas más avanzadas y con menos restricciones de uso, tanto como un medio para presionar a Rusia a negociar como para disuadir futuras agresiones. Herbst ve en este cambio potencial una oportunidad para fortalecer la posición de Ucrania, pero advierte que la política estadounidense debe ir más allá de los ATACMS, cuyas limitaciones técnicas y antigüedad reducen su efectividad en el escenario actual.

En este contexto, Herbst enfatiza la necesidad de equipar a Ucrania con tecnología militar más moderna, como los misiles Tomahawk, que tienen un alcance significativamente mayor y podrían representar un cambio drástico en el campo de batalla. La decisión de introducir los ATACMS, aunque bienvenida, es solo un paso en una estrategia más amplia que requiere innovación y audacia para contrarrestar la agresión rusa. Sin embargo, como él mismo afirma, este cambio llega “demasiado tarde” para maximizar su impacto en una guerra que evoluciona rápidamente.

Mientras tanto, en el terreno, los soldados ucranianos enfrentan una ardua lucha para recuperar territorio y resistir los avances rusos y norcoreanos. La incorporación de estos misiles de largo alcance, aunque tardía, aún ofrece la posibilidad de complicar las operaciones logísticas rusas y dar a Ucrania un respiro necesario. Ilustración MidJourney.

Intimidación del Kremlin

El simbolismo detrás de la entrega de los ATACMS también tiene un peso considerable en la narrativa política. Herbst resalta que, aunque la decisión de Biden ha generado críticas por su tardanza, también envía un mensaje claro sobre el compromiso continuo de Occidente con la defensa de Ucrania. La respuesta del Kremlin, limitada a retórica y advertencias sobre una escalada nuclear, demuestra que las amenazas de Putin han perdido gran parte de su efectividad. Esto, según Herbst, debería servir como una lección para los líderes futuros, incluido Trump, sobre la importancia de no ceder ante la intimidación del Kremlin.

Mientras tanto, en el terreno, los soldados ucranianos enfrentan una ardua lucha para recuperar territorio y resistir los avances rusos y norcoreanos. La incorporación de estos misiles de largo alcance, aunque tardía, aún ofrece la posibilidad de complicar las operaciones logísticas rusas y dar a Ucrania un respiro necesario en una guerra que sigue cobrándose vidas a diario. Sin embargo, Herbst concluye que el éxito de esta estrategia depende de que los aliados occidentales actúen con mayor celeridad y decisión en el futuro.

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En un conflicto donde cada decisión tiene consecuencias estratégicas, la llegada de los ATACMS es un recordatorio de las complejidades de la guerra moderna y de cómo las dinámicas políticas y militares se entrelazan en el escenario global. La frase “demasiado tarde” se convierte en un lamento recurrente en este análisis, encapsulando tanto las oportunidades perdidas como las lecciones que deben guiar las decisiones futuras.

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