El declive del matrimonio se ha convertido en un tema central en las discusiones contemporáneas sobre las relaciones de pareja, especialmente en el contexto heteronormativo. Anna Louie Sussman, periodista del New York Times, aporta una perspectiva crítica a esta problemática en su trabajo sobre género, relaciones y reproducción. Su análisis, enmarcado en la realidad de mujeres como Sarah Camino, revela una compleja trama de factores socioeconómicos y emocionales que impactan en la formación y sostenibilidad de las relaciones matrimoniales.
Sarah Camino, una esteticista y empleada de hostelería de 37 años, representa un ejemplo significativo de este declive. Tras quedar embarazada de un hombre que conoció en su lugar de trabajo, Camino se enfrentó a la realidad de criar sola a su hija. El padre de la niña, pese a mostrar entusiasmo inicial, se alejó debido a problemas con drogas y un historial laboral inestable. Esta situación deja a Camino y a su hija viviendo con sus padres en Florida, reflejando la creciente tendencia de familias monoparentales lideradas por mujeres.

Mirada al declive del matrimonio
El declive del matrimonio no solo se evidencia en historias individuales como la de Camino, sino que también se refleja en el discurso público y académico. Columnistas y escritores, como Brad Wilcox del Institute for Family Studies, han abogado por la promoción del matrimonio, argumentando que las familias biparentales ofrecen mejores resultados para los hijos. Sin embargo, estas reprimendas a menudo se basan en estudios que no toman en cuenta la realidad diaria de muchas mujeres heterosexuales y los desafíos que enfrentan al buscar parejas estables y responsables.
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La merma del matrimonio heterosexual, por tanto, no se debe únicamente a un cambio en las preferencias individuales o a la evolución de las normas sociales, sino que está profundamente arraigado en desafíos estructurales y personales. Los hombres, tal como se evidencia en el caso de Camino, a menudo no están preparados para asumir las responsabilidades que conlleva una relación matrimonial y paternal. Este fenómeno se ha denominado como la ‘deriva masculina’, caracterizada por hombres que abandonan sus estudios, el mercado laboral o descuidan su salud y bienestar emocional.
Los hombres y las emociones
La economista Melissa Kearney señala que la mejora de la posición económica de los hombres podría hacerlos parejas más atractivas. Sin embargo, esto ignora el aspecto cualitativo de la experiencia de tener citas con hombres y los desafíos emocionales y de compatibilidad que enfrentan las mujeres. Por ejemplo, Camino ha intentado volver al mundo de las citas, pero se encuentra con hombres que no comparten sus valores o que no están emocionalmente disponibles.
El declive del matrimonio también se manifiesta en la creciente disparidad educativa entre hombres y mujeres. Marcia Inhorn, antropóloga de Yale, en su libro «Motherhood on Ice», discute cómo las mujeres con educación superior a menudo congelan sus óvulos debido a la dificultad de encontrar una pareja masculina adecuada. Esta brecha en la educación y las expectativas complica aún más la posibilidad de formar relaciones estables y matrimonios.

Desafíos del matrimonio
El matrimonio, históricamente considerado como un pilar de la estabilidad social y familiar, enfrenta hoy desafíos sin precedentes. No se trata solo de un cambio en las prioridades individuales, sino de una transformación profunda en la dinámica de las relaciones heterosexuales. Las mujeres, en su búsqueda de una pareja, se encuentran con hombres que no cumplen con sus expectativas o necesidades, tanto en el plano económico como emocional.
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El declive del matrimonio no es un fenómeno aislado, sino que está intrínsecamente vinculado con la evolución de las normas de género y las expectativas sociales. En un mundo donde las mujeres han ganado mayor autonomía y reconocimiento en diversos ámbitos, la estructura tradicional del matrimonio heteronormativo parece desfasada. Las mujeres, ahora más empoderadas y con mayores expectativas, buscan parejas que sean compatibles con sus nuevos roles y aspiraciones.
Hombres que no están preparados
El matrimonio, por tanto, enfrenta una encrucijada. Por un lado, se encuentra la presión social y académica que aboga por su promoción como un ideal a alcanzar por razones de bienestar familiar y social. Por otro lado, se encuentra la realidad de las mujeres heterosexuales, que a menudo se encuentran con hombres que no están preparados o dispuestos a cumplir con las expectativas y responsabilidades de una relación matrimonial.
En conclusión, el declive del matrimonio no es simplemente una cuestión de elección individual o un reflejo de cambios culturales superficiales. Es el resultado de un complejo entramado de factores socioeconómicos, emocionales y educativos que afectan tanto a hombres como a mujeres. Para abordar esta problemática, es esencial no solo fomentar políticas que promuevan la estabilidad económica y social, sino también entender y atender las necesidades emocionales y de compatibilidad de las parejas potenciales. Solo así se podrá entender plenamente el declive del matrimonio y buscar soluciones efectivas y realistas para su revitalización.