Imaginar un mundo en el que las principales potencias globales cooperan en lugar de competir puede parecer una utopía, pero este es el planteamiento que Andrew Latham, profesor de relaciones internacionales en Macalester College en Saint Paul, Minnesota, expone en su reciente artículo para The Hill titulado “Concierto para una nueva era: El poder estadounidense y el desafío multipolar”. En su análisis, Latham destaca la necesidad de una «cooperación multipolar» como respuesta a los desafíos del siglo XXI, subrayando que el actual orden internacional, anclado en estructuras de poder obsoletas, no se ajusta a la realidad contemporánea.
Andrew Latham, un académico con destacadas credenciales como miembro principal del Instituto para la Paz y la Diplomacia y miembro no residente de Defense Priorities en Washington, DC, sostiene que el orden mundial actual, diseñado para una era pasada, no logra gestionar adecuadamente las dinámicas de poder actuales. En su artículo, Latham invita a imaginar “un mundo en el que las reglas e instituciones de la gobernanza global reflejaran en realidad la distribución subyacente del poder en el escenario mundial”. Este llamado a la imaginación es crucial para entender la viabilidad de una cooperación multipolar en un contexto internacional en rápida evolución.
Cooperación multipolar
En el mundo actual, la base material de la política internacional es indiscutiblemente multipolar. La competencia entre grandes potencias, el multialineamiento y el surgimiento del Sur Global son características definitorias del siglo XXI. Sin embargo, la superestructura institucional, como el Consejo de Seguridad de la ONU y otras instituciones del orden de posguerra, sigue anclada en el pasado. Esta disyunción entre poder y gobernanza es una fuente importante de desorden global. La cooperación multipolar se presenta entonces como una solución posible para cerrar esta brecha, ofreciendo un marco más flexible y adaptado a la realidad contemporánea.

Un ejemplo histórico que Latham menciona es el Concierto de Europa, establecido después de las Guerras Napoleónicas. Este sistema, aunque imperfecto, logró mantener un equilibrio de poder y relativa estabilidad en Europa durante gran parte del siglo XIX. Tras la derrota de Napoleón en 1815, Austria, Prusia, Rusia y el Reino Unido formaron alianzas para impedir el regreso de Napoleón al poder y defender los acuerdos territoriales establecidos por el Congreso de Viena. Esta confederación se basó en la diplomacia, las conferencias y la acción militar colectiva para abordar las crisis. A pesar de sus defectos, este modelo ofrece lecciones valiosas para el diseño de un nuevo «Concierto de Potencias» contemporáneo.
Estados Unidos debe ceder
Para que un nuevo concierto de cooperación multipolar funcione, Estados Unidos necesitaría abandonar las alianzas rígidas heredadas de la Guerra Fría y adoptar un enfoque más flexible basado en cuestiones específicas. Esto no significaría abandonar todas las asociaciones de seguridad, sino forjar coaliciones ad hoc con varias potencias dependiendo del desafío específico. Por ejemplo, Estados Unidos podría cooperar con China en estrategias de mitigación del cambio climático mientras trabaja con Rusia en iniciativas de no proliferación. Este enfoque reflejaría mejor la realidad multipolar y permitiría a Estados Unidos navegar por las complejidades de la competencia entre grandes potencias sin alienar a socios potenciales.
Tambièn puedes leer: Copa América EE.UU. 2024: el principal rival de la Vinotinto es Venezuela
Latham reconoce que esta visión de un nuevo concierto no está exenta de desafíos. Generar confianza entre las principales potencias con relaciones históricamente antagónicas e intereses divergentes será difícil. Además, el aumento del nacionalismo y el populismo en muchos países podría complicar aún más la cooperación a escala global. Sin embargo, la alternativa –aferrarse a un orden extinto e inadecuado para el siglo XXI– es mucho peor. El sistema actual genera inestabilidad, obstaculiza la acción colectiva sobre cuestiones globales apremiantes y aumenta el riesgo de conflictos involuntarios entre las principales potencias.
Desmontar el viejo orden
El Consejo de Seguridad de la ONU, tal como está constituido actualmente, no puede servir como manifestación institucional de un nuevo Concierto de Potencias. Producto del orden internacional liberal posterior a la Segunda Guerra Mundial, el Consejo de Seguridad carece de la agilidad del histórico Concierto de Europa. Su engorrosa estructura, que requiere la unanimidad entre los miembros permanentes, no se adapta a las realidades siempre cambiantes de un mundo multipolar. Un nuevo Concierto de Potencias necesitaría un marco institucional más flexible, que permita la inclusión de potencias emergentes y fomente un proceso más dinámico de consulta y toma de decisiones.

El éxito de este nuevo Concierto dependería de la capacidad de las grandes potencias (Estados Unidos, China, India, la Unión Europea, Japón y Rusia) para encontrar puntos en común sobre un conjunto de principios básicos. Estos principios podrían incluir el respeto a la integridad territorial, la resolución pacífica de disputas y la acción colectiva ante amenazas globales. El concierto también necesitaría establecer mecanismos claros de comunicación, deliberación y solución de disputas. Sería esencial celebrar cumbres periódicas entre los líderes de las principales potencias, junto con grupos de trabajo dedicados a áreas temáticas específicas dentro de la cooperación multipolar.
El Sur Global a la escena
El nuevo Concierto de Potencias también podría aprovechar las fortalezas existentes de las organizaciones regionales. Estos organismos, como la Unión Africana, la Liga Árabe y la Organización de los Estados Americanos, poseen un profundo conocimiento de los desafíos y oportunidades que enfrentan sus respectivas regiones. Al incorporar estas organizaciones regionales al marco del concierto, las principales potencias pueden asegurar una participación más amplia de una gama más amplia de países y fomentar un sentido de legitimidad para las decisiones del concierto.
Tambièn puedes leer: Atlantic Council tamiza con cuatro expertos el ascenso de Mark Rutte a la OTAN
El camino hacia un nuevo Concierto de Potencias será sin duda desafiante. Las principales potencias tendrán que superar la desconfianza histórica, forjar nuevas relaciones y sortear las complejidades de un mundo multipolar. Sin embargo, la alternativa –un mundo con una creciente competencia entre grandes potencias, amenazas globales desenfrenadas y un orden internacional disfuncional– es mucho más peligrosa. Ha pasado el tiempo de aferrarse a los vestigios de una época pasada. El siglo XXI exige un nuevo enfoque de la gobernanza global, uno que refleje las realidades del poder y fomente la cooperación frente a los desafíos compartidos.
Estados Unidos, al liderar el camino para forjar un nuevo Concierto de Potencias, puede asegurar su papel continuo como actor vital en el escenario mundial y ayudar a marcar el comienzo de una nueva era de paz y prosperidad internacionales. En última instancia, la creación de un sistema de cooperación multipolar basado en principios de equidad y mutuo respeto puede ofrecer la estabilidad necesaria para enfrentar los desafíos del siglo XXI, desde el cambio climático hasta la proliferación nuclear y el terrorismo global. La historia nos enseña que un mundo mejor es posible cuando las potencias se unen para cooperar en lugar de competir. Es hora de que los líderes mundiales tomen nota y actúen en consecuencia, adaptando las estructuras internacionales para reflejar las realidades de un mundo multipolar y promover un futuro de cooperación y paz.