Una segunda ola migratoria contra el sur de Estados Unidos es un asunto “delicado”

En un contexto donde una segunda ola migratoria se cierne sobre el sur de Estados Unidos, expertos como Christopher Richardson, abogado de inmigración y exdiplomático estadounidense, y Ben McEuen, asistente legal y candidato a doctor en Derecho, alertan sobre las implicancias de esta situación. En su artículo “Cuidado con la próxima crisis migratoria” para The Hill, delinean un panorama complejo, exacerbado por las políticas migratorias de la administración Biden y las amenazas de Trump de revertirlas.

El presidente Biden, en un intento por controlar la crisis migratoria, implementó un programa que otorga libertad condicional a personas en Estados Unidos, siempre que la soliciten desde el extranjero y eviten cruzar ilegalmente la frontera. Este programa, aunque exitoso inicialmente, ha plantado las semillas de una crisis inminente. Iniciado en enero de 2023, está programado para expirar alrededor de la segunda toma de posesión de Biden o del expresidente Trump, lo que podría dejar a dos millones de personas en un limbo legal.

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Frente a la posibilidad de una segunda ola migratoria, la administración Biden y el Congreso deben buscar soluciones. Ilustración MidJourney

Una barrera para a segunda ola migratoria

La libertad condicional humanitaria ha sido una herramienta vital por más de 70 años, utilizada para admitir a personas de países en conflicto como Hungría, Cuba y Vietnam. Bajo la administración Biden, se extendió para incluir a ciudadanos de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela, permitiendo a 30,000 personas al mes entrar a Estados Unidos para vivir y trabajar. Estos inmigrantes han sido esenciales para la economía estadounidense, patrocinados por hasta un millón de ciudadanos estadounidenses. Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, incluso atribuye a estos inmigrantes el mérito de mantener a flote la economía.

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Sin embargo, la amenaza de Trump de deshacer estas políticas pone en riesgo no solo a los inmigrantes, sino también a la economía. Durante su campaña, Trump prometió la mayor deportación en la historia de Estados Unidos, incluyendo la cancelación de la libertad condicional humanitaria. Esto podría significar la pérdida del estatus legal de dos millones de trabajadores inmigrantes, su encarcelamiento y deportación masiva. Además, está gestando una segunda ola migratoria que podría crear un desastre logístico en la frontera sur.

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Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal, incluso atribuye a estos inmigrantes el mérito de mantener a flote la economía. Ilustración MidJourney

Soluciones formales

Frente a la posibilidad de una segunda ola migratoria, la administración Biden y el Congreso deben buscar soluciones. Una de ellas podría ser extender las protecciones del Estatus de Protección Temporal (TPS) a estas personas, lo que les daría la oportunidad de solicitar una tarjeta verde mientras se encuentran en los EE. UU. Además, se debería impulsar la aprobación de la Ley de Ajuste Afgano, que ofrecería protección a unas 60,000 personas.

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El sistema de inmigración de Estados Unidos, que apenas ha cambiado desde la década de 1990, necesita una reforma urgente. La administración Biden debe utilizar todas las medidas disponibles para alinear el sistema con las necesidades de cientos de miles de solicitantes de libertad condicional y los intereses económicos internos. La inacción del Congreso complica aún más este escenario, dejando en evidencia la necesidad de una política migratoria que responda a las realidades actuales y futuras.

Este desafío migratorio no solo pone a prueba la capacidad de Estados Unidos para gestionar sus fronteras y procesos legales, sino que también refleja la urgencia de abordar las causas fundamentales de la migración, como la inestabilidad política y económica en los países de origen. La situación requiere un enfoque delicado y matizado, que equilibre la seguridad fronteriza con la humanidad y el reconocimiento del valor que los inmigrantes aportan a la sociedad estadounidense. La solución no es sencilla, pero es imperativa para la estabilidad y el futuro del país.

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