La posibilidad de que Estados Unidos caiga por el resbaladero de la recesión ha pasado de ser una inquietud marginal a convertirse en una preocupación central para los economistas, inversionistas y ciudadanos por igual. La combinación de políticas monetarias restrictivas, tensiones geopolíticas y una desaceleración en el consumo interno ha creado un entorno propicio para una contracción económica. La gran pregunta que domina el discurso financiero es si esta situación es inevitable o si aún queda margen para evitar el temido escenario de recesión.
La respuesta, como en la mayoría de las crisis económicas, es compleja y está sujeta a una multitud de factores interrelacionados que hacen que el futuro económico de Estados Unidos penda de un hilo. El término «resbaladero de la recesión» define a la perfección el contexto actual: una economía que, tras haber mostrado signos de fortaleza tras la pandemia, ahora enfrenta una serie de desafíos estructurales que podrían desencadenar una caída inevitable hacia la contracción.
¿EE.UU. en el resbaladero de la recesión?
El análisis sobre la posibilidad de que Estados Unidos entre en recesión ha sido abordado recientemente por Caitlin McCabe, reportera de mercados para The Wall Street Journal en Londres. McCabe ha dedicado añ os a cubrir el comportamiento de los grandes fondos de cobertura y las estrategias de los inversores institucionales. Previamente, desde la sede del Journal en Nueva York, McCabe se centró en el auge de los inversionistas minoristas y la popularización de las plataformas de trading, fenómeno que se intensificó durante la manía de las acciones «meme» en 2021. Su trabajo sobre este tema fue galardonado con el prestigioso premio Gerald Loeb y el Front Page Award del Newswomen’s Club de Nueva York. Recientemente, McCabe publicó un artículo titulado: “¿Estados Unidos se encamina hacia una recesión? Esto es lo que dicen los expertos”, en el cual explora las predicciones de los economistas más influyentes de Wall Street y los factores que podrían determinar si la economía estadounidense podrá resistir la presión o finalmente cederá ante la recesión.

En su informe, McCabe señala que los economistas de bancos globales han comenzado a ajustar sus previsiones de manera preocupante. JPMorgan Chase elevó el riesgo de recesión en 2025 al 40%, un aumento significativo desde el 30% estimado a principios de año. Bruce Kasman, economista en jefe de JPMorgan, advirtió que las políticas monetarias agresivas y la incertidumbre política en Estados Unidos están ejerciendo una presión adicional sobre la economía, lo que podría acelerar la caída por el resbaladero de la recesión. En una línea similar, los economistas de Goldman Sachs, liderados por Jan Hatzius, aumentaron la probabilidad de una recesión en los próximos 12 meses al 20%, frente al 15% anterior. Hatzius indicó que este pronóstico podría seguir aumentando si la administración del presidente Trump continúa aplicando políticas proteccionistas y fiscales que han generado tensiones comerciales y una contracción en la inversión empresarial.
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Bajo crecimiento e inflación
Uno de los factores que más preocupa a los economistas es la combinación de bajo crecimiento económico y una inflación persistente. Morgan Stanley, bajo la dirección de Michael Gapen, ha ajustado su previsión de crecimiento del PIB real para 2025 al 1,5%, por debajo de las estimaciones anteriores. Para 2026, la proyección es aún más pesimista, con un crecimiento del 1,2%. Al mismo tiempo, el banco prevé que el índice de precios de los gastos de consumo personal (PCE), el indicador de inflación preferido por la Reserva Federal, aumente un 2,5% interanual en diciembre. Esto implica que, aunque el crecimiento económico se debilita, los precios seguirán subiendo, creando un entorno económico de «estanflación», una situación en la que el estancamiento económico y la inflación elevada coexisten, dificultando la capacidad de la Reserva Federal para aplicar medidas correctivas.
La respuesta de la administración Trump a estas señales de alerta ha sido inconsistente. Mientras que el presidente ha minimizado las preocupaciones sobre una recesión, asegurando que la economía está en una trayectoria sólida, el secretario de Comercio, Howard Lutnick, ha adoptado un tono más cauteloso. Lutnick declaró recientemente que «no habrá recesión en Estados Unidos», una afirmación que contrasta con el análisis de los principales bancos de inversión y con los datos económicos que reflejan una desaceleración en la producción industrial, el mercado laboral y el consumo interno. La incertidumbre política y el riesgo de un cierre gubernamental también han añadido presión a los mercados financieros, alimentando la percepción de que Estados Unidos podría estar al borde del resbaladero de la recesión.
Caída del poder adquisitivo
Los mercados bursátiles también han reflejado esta tensión. El índice S&P 500 ha experimentado una volatilidad significativa en las últimas semanas, con caídas abruptas seguidas de repuntes moderados, a medida que los inversionistas intentan evaluar el impacto de las políticas monetarias y fiscales. La Reserva Federal ha mantenido un enfoque restrictivo en materia de tasas de interés, lo que ha elevado el costo de financiamiento para las empresas y ha enfriado la actividad crediticia. Este entorno ha creado un ciclo en el que las empresas enfrentan dificultades para expandirse, mientras que los consumidores ven reducido su poder adquisitivo debido al incremento en las tasas de interés y la inflación. Este círculo vicioso ha colocado a Estados Unidos en una posición vulnerable, donde una pequeña perturbación podría desencadenar una recesión formal.

El resbaladero de la recesión también está siendo impulsado por factores externos. Las tensiones geopolíticas, en particular el conflicto comercial con China y las sanciones impuestas a Rusia, han perturbado las cadenas de suministro y aumentado los costos para las empresas estadounidenses. La guerra en Ucrania ha intensificado la presión sobre los mercados energéticos, provocando un aumento en los precios de los combustibles que ha impactado negativamente en la inflación y en los márgenes de ganancia de las empresas. Al mismo tiempo, el endurecimiento de las políticas monetarias por parte de los bancos centrales europeos y asiáticos ha reducido la liquidez en los mercados financieros globales, restringiendo el flujo de capital hacia las economías emergentes y generando una presión adicional sobre la economía estadounidense.
En manos de la Reserva Federal
Sin embargo, algunos economistas sostienen que la recesión aún podría evitarse si la Reserva Federal adopta un enfoque más flexible en materia de tasas de interés y si la administración Trump reconsidera algunas de sus políticas comerciales y fiscales más controversiales. La historia económica de Estados Unidos muestra que la capacidad de recuperación de la economía ha sido notable en el pasado, incluso frente a crisis severas como la Gran Recesión de 2008 o la caída del mercado en 1987. La clave para evitar una recesión radica en encontrar un equilibrio entre el control de la inflación y el estímulo al crecimiento económico, una tarea que exige coordinación entre la Reserva Federal, el Departamento del Tesoro y el sector privado.
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El camino hacia el futuro económico de Estados Unidos está lleno de incertidumbres y desafíos. Si las actuales políticas restrictivas y las tensiones geopolíticas continúan profundizándose, es probable que Estados Unidos termine cayendo por el resbaladero de la recesión. Pero si los responsables políticos y los líderes empresariales logran ajustar el rumbo a tiempo, aún existe la posibilidad de que la economía estadounidense evite una contracción prolongada. La respuesta definitiva a esta incógnita solo se revelará en los próximos meses, a medida que los datos económicos y las decisiones políticas definirán el curso de la economía más grande del mundo.

