Elon Musk recuperará lo que pagó al invertir más de 26.000 millones de dólares en la plataforma que solía ser Twitter y que hoy es X, una apuesta con múltiples críticas y controversias. El magnate de Tesla y SpaceX, al adquirir la plataforma, marcó un nuevo hito en su influencia mediática y, según algunos analistas, logró un poder inestimable. Con las elecciones presidenciales en EE.UU. a la vuelta de la esquina y Donald Trump como un potencial ganador, el valor que Musk podría extraer de X aumenta considerablemente. Ian Chaffee, consultor de medios de tecnología y startups, lo plantea con precisión en su reciente análisis para The Hill, titulado: “Puede que Musk haya pagado de más por Twitter, pero ahora es rico en influencia inestimable (y peligrosa)”.
Chaffee observa que Musk ha transformado X en un megáfono para sus opiniones y, a menudo, para las de Trump. En el proceso, ha creado un entorno mediático en el que no solo influye en los usuarios y en la opinión pública sino también en la política y el discurso social. Cuando Musk fabricó la compra, recibió críticas por pagar de más, pero su estrategia se ha revelado con mayor claridad: un espacio que domina la conversación pública y que podría ser crucial en un posible gobierno de Trump. A pesar de que la plataforma ha visto una caída del 23% en su uso en Estados Unidos, X aún representa una referencia para medios y usuarios, un lugar donde se discuten noticias, ideas y opiniones, aunque no siempre verificados en tiempo real.
Elon Musk recuperará lo que pagó
Si Trump vuelve a la Casa Blanca, Elon Musk recuperará lo que pagó, pero no en efectivo. En un nuevo mandato, Trump podría otorgarle beneficios y contratos que, directa o indirectamente, fortalecerían las operaciones de Musk en X, así como sus otras empresas. Según Chaffee, los intereses empresariales de Musk, que van desde la automotriz Tesla hasta los proyectos de SpaceX, podrían consolidarse con el acceso a fondos federales. Las posibles colaboraciones entre el gobierno de Trump y las empresas de Musk serán un impulso financiero y una plataforma para hacer crecer sus operaciones en diversas áreas. Esta conexión entre Musk y Trump, aunque no se expresa oficialmente, representa una alianza de conveniencia que se evidencia en el acceso a casi 100 contratos de empresas de Musk con 17 agencias federales.

Desde la óptica de Chaffee, el potencial de Musk para “recuperar lo que pagó” va más allá de lo financiero. Se trata de una influencia política que recuerda al emporio mediático de William Randolph Hearst, quien usaba sus periódicos para moldear la opinión pública en Estados Unidos. Con X, Musk ha alcanzado un poder similar, aunque digital, en una era en la que las redes sociales moldean la percepción y la realidad de millones. Es una influencia que, como señala Chaffee, podría inclinar decisiones políticas y afectar la percepción de la ciudadanía, ya sea un favor o en contra de políticas clave.
El más duro de los microblogging
Elon Musk recuperará lo que pagó al convertir X en una herramienta de influencia. La compra de la plataforma ha sido vista por críticos como uno de los peores movimientos financieros en los últimos años, debido al impacto negativo en las finanzas de los bancos que apoyan en su compra y al descenso en su base de usuarios. Sin embargo, Chaffee destaca que, aunque servicios de microblogging como Mastodon, Bluesky y Threads han intentado reemplazar a X, ninguno ha alcanzado su relevancia. La capacidad de X para reunir en un solo sitio todas las facetas de una economía digital de clics y memes, en la que la atención es la moneda principal, la convierte en un canal de comunicación difícil de sustituir.
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La nueva estrategia de Musk para monetizar la plataforma incluye el aumento en el tiempo que los usuarios permanecen en X, una cifra que ha crecido un 12% en los últimos meses. Esta estadística refleja que, aunque la plataforma esté perdiendo usuarios, quienes se quedan pasan más tiempo conectados. Además, el diseño de X permite a Musk ejercer una especie de control sobre las narrativas que circulan en línea, lo que podría ser muy útil para Trump, quien aún cuenta con una base de seguidores considerable en la plataforma. Con Trump en el poder, Musk podría entender los algoritmos de X para potenciar mensajes a favor del expresidente, consolidando así su posición en el espacio digital.
Iría contra Boeing
Elon Musk recuperará lo que pagó, aprovechando un posible nuevo mandato de Trump para promover políticas que beneficien sus proyectos en energías renovables y tecnología aeroespacial. Como lo destaca el reportaje de Chaffee, esta relación entre Musk y Trump podría tener implicaciones profundas. La administración Trump, con su enfoque pragmático, podría ser favorable para las políticas de eficiencia y reducción de costos que Musk propone desde su propia visión empresarial, incluyendo la cancelación del contrato Starliner de la NASA con Boeing, uno de sus competidores directos. Esta colaboración, aunque indirecta, abriría la puerta para que Musk reciba un respaldo gubernamental que le permita desarrollar proyectos estratégicos con fondos federales.
El éxito de Musk en X, sin embargo, va acompañado de un gran costo social, ya que ha permitido que la plataforma sea una fuente de contenido divisivo y, en muchos casos, desinformación. Chaffee observa que Musk ha explotado esta debilidad para ganar influencia y que su modelo de negocios se basa, en parte, en el refuerzo de las creencias y prejuicios de los usuarios. Si Trump gana, esta estrategia podría intensificarse, con Musk ofreciendo una plataforma que amplifica los mensajes favorables al gobierno y debilita a los opositores. Desde la perspectiva de Chaffee, este manejo de la información, aunque lucrativo, representa un riesgo considerable para la sociedad, pues X se convierte en un altavoz de discursos polarizados.

El gran influencer
Por tanto, Elon Musk recuperará lo que pagó en una plataforma que, aunque costosa, le permite consolidarse como una figura de poder e influencia en el escenario político estadounidense. Esta posición le permite, además, mantener un rol de liderazgo en temas clave como la exploración espacial y la tecnología de energía limpia. A medida que el país se encamina hacia una posible reelección de Trump, la posibilidad de que Musk obtenga concesiones o contratos que favorezcan a sus empresas aumente, beneficiándose así tanto de su inversión en X como de sus relaciones estratégicas.
En última instancia, el alcance del poder de Musk con X lo coloca en una posición inusual para cualquier empresario. Su papel como uno de los mayores apoyos de Trump en redes sociales le da un protagonismo en la arena política que pocos han tenido. Esta capacidad de Musk para moldear las conversaciones en X no solo incrementa el valor de la plataforma en términos de influencia, sino que también lo convierte en un factor decisivo en la construcción de la narrativa política del país. Como afirma Chaffee, “Musk vive en un futuro que él mismo quiso que existiera”, un futuro en el que domina la narrativa y decide qué voces tienen eco en el ámbito público.
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El dinero compra poder
Elon Musk recuperará lo que pagó, incluso si el valor de X como plataforma de redes sociales sigue siendo discutible. Más allá del aspecto económico, la adquisición ha sido un paso decisivo en la consolidación de su figura como un referente en la opinión pública, capaz de influir en las decisiones y en la percepción de millones de personas. La influencia de Musk es tal que se ha convertido en un líder de opinión en temas que van desde la política hasta la ciencia, logrando una penetración que trasciende fronteras.
Para quienes siguen de cerca el crecimiento de X bajo la dirección de Musk, la plataforma es ahora un experimento de poder y comunicación sin precedentes. En este sentido, la elección de Trump representa una oportunidad para Musk de recuperar su inversión no solo monetariamente, sino en términos de la posición de poder que busca consolidar.

