El partido republicano podría desaparecer. Esa es la advertencia que resuena cada vez con más fuerza dentro del ala más crítica del partido, que observa con preocupación cómo Donald Trump, el expresidente, ha secuestrado la identidad del Partido Republicano. Con una popularidad arrasadora dentro de su base, pero con una polarización aún mayor entre los votantes generales, el futuro del Partido Republicano parece estar en juego si Trump no logra volver a la Casa Blanca en las próximas elecciones. Liz Cheney, una de las críticas más notorias de Trump, no solo cuestiona su liderazgo, sino que también ha planteado la posibilidad de que el partido, tal como lo conocemos, se enfrente a su propia desaparición.
El corresponsal jefe de la Casa Blanca para The New York Times, Peter Baker, quien cubre al presidente Biden y su administración, abordó esta compleja situación en un artículo titulado “Liz Cheney sugiere que podría ser necesario un nuevo partido político”. Baker, con una amplia trayectoria cubriendo temas políticos y de seguridad nacional, relata cómo la exrepresentante Cheney ha llegado a la conclusión de que el Partido Republicano, bajo la influencia de Trump, ha perdido su esencia. De acuerdo con Baker, Cheney sostiene que el propio partido ha «rechazado la Constitución en nombre de apoyar a Trump». Esta afirmación, contundente y cargada de significado, podría ser la primera chispa que encienda una profunda transformación en la estructura política de Estados Unidos.
El partido republicano podría desaparecer
Cheney no es ninguna arribista dentro del Partido Republicano. Es hija del exvicepresidente Dick Cheney y ha sido una defensora acérrima de las causas conservadoras a lo largo de su carrera. Sin embargo, su postura frente a Trump, especialmente desde los eventos del 6 de enero de 2021, la ha puesto en una posición única: una republicana que no solo desafía al expresidente, sino que también cuestiona el futuro del partido bajo su control. Para Cheney, el partido republicano podría desaparecer si Trump continúa dominando su agenda. Esta advertencia no solo es una crítica a Trump, sino también a los republicanos que han permitido que el expresidente se convierta en la figura central del Partido Republicano.

Es en este contexto donde se empiezan a escuchar rumores sobre la posible creación de un nuevo partido político. Cheney ha insinuado que, si el Partido Republicano no es capaz de reformarse y distanciarse de Trump, la formación de una nueva organización política podría ser inevitable. Aunque la creación de un nuevo partido en la historia reciente de Estados Unidos parece improbable, el precedente histórico no debe subestimarse. De hecho, el Partido Republicano fue fundado en la década de 1850 precisamente como una respuesta a la fragmentación de otros partidos políticos de la época. No obstante, en la era moderna, los obstáculos estructurales y políticos para formar una nueva fuerza que desafíe al Partido Demócrata y al Republicano son enormes.
Liz Cheney contra Trump
Cheney sugiere que el partido republicano podría desaparecer no solo por el liderazgo de Trump, sino por lo que él representa para una gran parte del electorado conservador. El «trumpismo», como lo llaman algunos, no es simplemente una facción dentro del Partido Republicano, sino un movimiento que ha redefinido lo que significa ser republicano para muchos electores. Este fenómeno ha llevado a la erosión de los valores tradicionales del partido, desde el respeto por la Constitución hasta el conservadurismo fiscal. En lugar de eso, la lealtad personal a Trump se ha convertido en el principal criterio para determinar el éxito dentro del partido.
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A pesar de la aparente fortaleza de Trump entre sus seguidores más leales, existe una creciente preocupación sobre su viabilidad como candidato general en las elecciones presidenciales. Si bien Trump sigue dominando las encuestas dentro del Partido Republicano, las elecciones generales son otra cuestión completamente distinta. Los republicanos moderados, los votantes independientes e incluso algunos conservadores tradicionales, como Liz Cheney, se sienten cada vez más alienados por la figura de Trump. Si Trump pierde en 2024, el impacto sobre el partido republicano podría ser devastador. No solo podría dividir aún más al Partido Republicano, sino que también podría conducir a su desaparición como una fuerza política cohesionada.
¿Sobrevivirá otra derrota?
El escenario que Cheney plantea no es descabellado. Si Trump pierde las elecciones, el partido republicano podría desaparecer o, al menos, fracturarse de manera irreparable. Ya ha habido intentos de crear alternativas dentro del propio Partido Republicano, con figuras como Mitt Romney y otros conservadores tratando de distanciarse de la sombra de Trump. Sin embargo, ninguno de estos esfuerzos ha logrado consolidarse como una alternativa viable. El control de Trump sobre el partido sigue siendo abrumador, y cualquier intento de desafiarlo parece condenado al fracaso a menos que ocurra una derrota contundente en las urnas.
A medida que se acerca el ciclo electoral, la tensión dentro del Partido Republicano solo aumentará. La pregunta que muchos se hacen es si el partido puede sobrevivir a otra derrota electoral de Trump. Para algunos, como Liz Cheney, la respuesta parece clara: el partido republicano podría desaparecer si no se distancia de Trump y de lo que él representa. Otros, en cambio, ven en Trump la única esperanza para recuperar la Casa Blanca y creen que el partido debe unirse aún más en torno a su figura.

Alarmante y fascinante
El futuro del Partido Republicano está en juego, y las próximas elecciones podrían determinar si sigue siendo una fuerza política relevante en Estados Unidos o si, como advierte Cheney, el partido republicano podría desaparecer. En un país donde los dos grandes partidos han dominado el escenario político durante más de un siglo, la posibilidad de que uno de ellos colapse es tanto alarmante como fascinante. A medida que avanza la campaña, los republicanos se enfrentarán a una elección difícil: continuar bajo el liderazgo de Trump o buscar una nueva dirección que permita al Partido Republicano sobrevivir en el panorama político cambiante de Estados Unidos.
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Sin embargo, la creación de un nuevo partido no es tarea fácil. La maquinaria electoral y los recursos necesarios para competir con el Partido Demócrata y el mismo Partido Republicano son inmensos. Liz Cheney lo sabe, pero sigue advirtiendo que, de no producirse un cambio profundo, «el partido republicano podría desaparecer». La pregunta es si los líderes republicanos están dispuestos a arriesgar todo su capital político en un hombre que ha polarizado tanto al país, o si el GOP está listo para reinventarse antes de que sea demasiado tarde.