Los debates presidenciales en Estados Unidos han sido una tradición arraigada en el proceso electoral desde 1976, ofreciendo a los votantes una plataforma en la que los principales contendientes exponen sus ideas y argumentos de manera directa. Sin embargo, en las elecciones de 2024, la relevancia de estos debates ha sido puesta en duda por diversos actores políticos, entre ellos el expresidente Donald Trump, quien se ha rehusado a participar en un segundo debate, alegando que el primero fue “amañado” en su contra. A pesar de estas críticas, figuras como Ryan Clancy, estratega jefe de No Labels, insisten en que un segundo debate es necesario para los votantes, lo cual plantea la interrogante: si estos encuentros son considerados inútiles por algunos, ¿por qué Clancy y otros defensores creen que aún es importante realizar otro debate presidencial?
Ryan Clancy, un frecuente colaborador del portal especializado en política estadounidense The Hill, abordó esta cuestión en su artículo titulado “Los votantes necesitan un segundo debate presidencial que sea muy diferente al primero”. Clancy destaca que desde 1976, en cada ciclo electoral presidencial, los principales candidatos han participado en al menos dos debates presidenciales, y en muchos años, hasta tres. Sin embargo, la situación para las elecciones de 2024 es inusual, ya que solo se ha celebrado un debate entre Donald Trump y Kamala Harris, y es posible que no se lleve a cabo otro. Para Clancy, esto no es suficiente, ya que aún existe un 18% de votantes indecisos que no han tomado una decisión clara entre Trump y Harris. No obstante es menester aclarar que los debates no ganan elecciones.
La importancia de los debates presidenciales
A pesar de que Trump argumenta que los debates presidenciales son una farsa sesgada, Clancy sostiene que estos encuentros, aunque imperfectos, son vitales para proporcionar claridad a los votantes sobre los temas más críticos que enfrenta el país. Clancy destaca cómo, históricamente, los debates presidenciales han sido momentos cruciales en los que los candidatos han sido confrontados sobre sus posturas, y los votantes han tenido la oportunidad de evaluar cómo los contendientes se desenvuelven bajo presión. Sin embargo, para que un segundo debate sea verdaderamente útil, Clancy subraya que deben hacerse ajustes significativos.

Uno de los aspectos más criticados del primer debate presidencial de 2024, según Clancy, fue la parcialidad percibida en la moderación. Durante ese encuentro, los moderadores de ABC News, David Muir y Linsey Davis, verificaron repetidamente los datos presentados por Trump, mientras que Harris no fue sometida al mismo escrutinio. Clancy cita a Frank Fahrenkopf, copresidente de la Comisión de Debates Presidenciales, quien señaló que los moderadores no deben actuar como verificadores de hechos, ya que esa responsabilidad recae en los candidatos rivales. Esta percepción de parcialidad es uno de los motivos por los cuales algunos consideran que los debates presidenciales han perdido su valor. Sin embargo, Clancy sostiene que, en lugar de eliminar los debates, se debería ajustar su formato y asegurar la imparcialidad mediante la inclusión de moderadores de diversas cadenas de noticias.
Faltó profundidad
Además de la parcialidad percibida, Clancy argumenta que los temas abordados en el primer debate fueron insuficientes y superficiales. Si bien se discutieron cuestiones importantes como la guerra en Ucrania y las relaciones internacionales, muchas preguntas críticas quedaron sin respuesta. Por ejemplo, durante el debate, Trump fue interrogado sobre si creía que lo mejor para Estados Unidos era que Ucrania ganara la guerra contra Rusia. Sin embargo, lo que faltó en ese intercambio fue una discusión más profunda sobre cómo Trump o Harris definen un resultado favorable en ese conflicto. Harris ha prometido apoyo continuo a Ucrania y a la OTAN, mientras que Trump asegura que puede poner fin al conflicto “en un día”, pero los detalles específicos sobre cómo ambos candidatos planean lograr estos objetivos aún no se han esclarecido y para eso son los debates presidenciales.
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Otro tema que Clancy considera que fue omitido en el primer debate presidencial es la situación económica de Estados Unidos, especialmente en lo que respecta al creciente déficit nacional. Según Clancy, el déficit de 2024 podría superar los dos billones de dólares, y la deuda nacional acumulada es más alta que en cualquier otro momento desde la Segunda Guerra Mundial. A pesar de esta crisis fiscal, ni Trump ni Harris han articulado soluciones concretas durante la campaña. Ambos candidatos han presentado propuestas que, en teoría, beneficiarían a los estadounidenses, como exenciones fiscales y subsidios, pero Clancy destaca que no han ofrecido respuestas claras sobre cómo financiarían estos programas sin empeorar el déficit. Un segundo debate presidencial podría brindar a los votantes la oportunidad de escuchar cómo Trump y Harris planean abordar este desafío.
La superficialidad es ineludible
Para Clancy, uno de los principales problemas con el formato actual de los debates presidenciales es que no permite a los candidatos profundizar lo suficiente en los temas. Los debates suelen estar estructurados para abarcar una amplia gama de temas en un tiempo limitado, lo que lleva a discusiones superficiales y respuestas preparadas de antemano. En cambio, Clancy aboga por un formato que permita una discusión más detallada y seria sobre los temas que realmente preocupan a los votantes, como la política exterior, la economía y el estado de las instituciones democráticas. Un segundo debate podría ser la oportunidad para que ambos candidatos expliquen cómo planean liderar el país en tiempos de gran incertidumbre global y económica.
A pesar de sus críticas a los debates presidenciales, Clancy reconoce que no son un formato perfecto. Las habilidades que se necesitan para sobresalir en un debate no son necesariamente las mismas que se requieren para gobernar eficazmente. Sin embargo, Clancy insiste en que los debates siguen siendo una de las pocas oportunidades en que los candidatos deben exponer sus ideas frente a millones de votantes sin la mediación de anuncios de campaña o discursos cuidadosamente controlados. En este sentido, los debates presidenciales siguen siendo un espacio crucial en el que los votantes pueden ver cómo los candidatos se enfrentan cara a cara en temas que afectan el futuro del país.

Nunca ha sido solo uno
Clancy argumenta que el electorado estadounidense merece algo más que un solo debate presidencial. Si bien Trump y sus partidarios pueden ver los debates como un ejercicio fútil, Clancy sostiene que estos encuentros son una parte fundamental del proceso democrático. Para él, la clave no está en eliminar los debates, sino en mejorarlos. Los votantes necesitan ver a los candidatos en un escenario neutral, donde sus ideas y políticas puedan ser evaluadas sin el filtro de los medios partidistas o las redes sociales. Solo a través de un segundo debate presidencial más equitativo y profundo, argumenta Clancy, los votantes podrán tomar una decisión informada sobre el futuro liderazgo de Estados Unidos.
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Aunque los debates presidenciales pueden no ser perfectos, Clancy cree firmemente que aún son necesarios. Los votantes, especialmente aquellos que aún están indecisos, necesitan más oportunidades para escuchar directamente a los candidatos y ver cómo abordan los desafíos más urgentes del país. Si bien los debates pueden tener sus fallas, Clancy insiste en que representan una de las pocas ocasiones en que los candidatos deben responder directamente a las preguntas difíciles que enfrentan como posibles líderes de la nación.