En el actual panorama político de Estados Unidos, marcado por un ciclo electoral de 2024 lleno de intrigas, la figura de William S. Becker emerge con un mensaje claro y contundente: la necesidad de aplicar la «Cláusula de Descalificación». Becker, coeditor y colaborador de obras como “Democracy Unchained: How to Rebuild Government for the People” y “Democracy in a Hotter Time”, y director ejecutivo del Proyecto Presidencial de Acción Climática (PCAP), enfatiza la claridad y la urgencia de utilizar esta cláusula en el actual contexto político estadounidense.
La Sección 3 de la 14ª Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, informalmente conocida como la Cláusula de Descalificación, establece que los funcionarios públicos que participan en una insurrección contra la Constitución están descalificados para servir en el gobierno estatal o federal. Esta disposición, que parece apuntar directamente a figuras como Donald Trump y otros participantes en los sucesos del 6 de enero de 2021, tiene una relevancia sin precedentes en el clima político actual.
La Cláusula de Descalificación debe aplicarse
Bajo este de la Cláusula de Descalificación, la Corte Suprema de Estados Unidos enfrenta la posibilidad de dictaminar la inelegibilidad de Trump para volver a ser presidente, dada su implicación en la rebelión contra la Constitución. Además, esta cláusula podría desencadenar una purga en el Congreso, afectando a más de la mitad de sus miembros republicanos, y abriendo la puerta a una colaboración histórica entre demócratas e independientes para restaurar la confianza en la democracia.

La aplicación de la Sección 3 de la 14ª Enmienda, no es solo teórica, sino que se fundamenta en eventos recientes. El 6 de enero de 2021, 147 republicanos votaron en contra de certificar la victoria electoral de Joe Biden. A pesar de las peticiones de un grupo bipartidista de ex miembros de la Cámara de Representantes para investigar estos actos, la Oficina de Ética del Congreso no ha tomado medidas significativas. Incluso algunos de los implicados han ascendido a posiciones de mayor poder en el Congreso, como Kevin McCarthy y Mike Johnson.
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En Colorado hacen historia
Los tribunales estatales han abordado la cuestión de la elegibilidad de Trump para futuras elecciones con fallos mixtos y a veces cuestionables. En Colorado, la jueza Sarah Wallace sugirió que la Sección 3 podría no aplicarse a Trump, basándose en interpretaciones técnicas del lenguaje de los juramentos. En Michigan, un juez trasladó la responsabilidad al Congreso, alegando que la elegibilidad de Trump es más una cuestión política que legal.
Sin embargo, la Cláusula de Descalificación ha sido invocada raramente desde su implementación en 1868, con sólo una aplicación en la era moderna, cuando un juez de Nuevo México ordenó la destitución de un comisionado del condado implicado en el ataque al Capitolio. Becker argumenta que es momento de aplicar esta cláusula de manera más amplia para proteger la integridad de la democracia estadounidense.
Hay necesidad de “anticuerpos”
En un país donde la capacidad de votar está bajo ataque, el autoritarismo en aumento y más de 1.200 grupos de odio y antigubernamentales activos, la necesidad de «anticuerpos» constitucionales es más apremiante que nunca. Según Becker, no se trata de convertir la Constitución en un arma, sino de utilizar las herramientas que ya están presentes para defender la democracia. Con la Cláusula de Descaifiación como un mecanismo potencialmente poderoso, Becker aboga por su uso efectivo en la actual coyuntura política, un llamado a la acción que resuena en un momento crítico para la nación.

La discusión sobre la Sección 3 se sitúa en un contexto más amplio de tensión y polarización política en Estados Unidos. En las elecciones de mitad de mandato del año pasado, el país presenció una agudización de estas divisiones, manifestándose no sólo en el Congreso sino también a nivel estatal y local. El papel que los miembros del Congreso jugaron en los eventos del 6 de enero y su posterior ascenso a posiciones de mayor influencia subraya una preocupación creciente: la erosión de las normas democráticas y el aumento de la retórica partidista extrema. Esto plantea una pregunta crucial: ¿Cómo puede la Cláusula de Descalificación servir como un mecanismo para reafirmar la fidelidad a la Constitución y actuar como un freno ante estas tendencias perturbadoras?
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Oportunidad para reevaluar
Becker, con su amplia experiencia en el gobierno y su trabajo en la política climática, percibe esta situación como una oportunidad para reevaluar y fortalecer las bases de la democracia estadounidense. Argumenta que la aplicación de la Cláusula de Descalificación no debería verse como un acto de venganza política, sino como un esfuerzo necesario para preservar el orden constitucional y la integridad del proceso democrático. La relevancia de esta cláusula trasciende el caso de Trump y se extiende a cualquier funcionario que haya traicionado su juramento. Esto incluiría a aquellos miembros del Congreso y funcionarios estatales que han mostrado una disposición a socavar la democracia para obtener ventajas políticas.
El debate sobre la Cláusula de Descalificación también refleja una lucha más amplia en la sociedad estadounidense sobre el significado y la aplicación de la ley. Mientras algunos ven en esta cláusula una herramienta legal clara para sancionar a aquellos que violan sus juramentos, otros la consideran una reliquia poco práctica de una era pasada, con una aplicación potencialmente divisiva en el presente. La interpretación y aplicación de esta cláusula, por lo tanto, no solo tiene implicaciones legales sino también simbólicas, representando una lucha por el alma de la democracia estadounidense. En este contexto, la voz de Becker y otros como él cobra una importancia crucial, no solo en el ámbito legal, sino también en el terreno de la opinión pública y el debate político.