Asli Aydintasbas cree que Trump en cuatro años no podría ser dictador ¿Y en ocho?

La política internacional y sus complejas dinámicas siempre han generado un torrente de especulaciones y análisis. En este contexto, Asli Aydintasbas, una ex periodista turca y miembro visitante del Centro de la Brookings Institution para Estados Unidos y Europa, ha aportado una perspectiva única sobre la potencial trayectoria autoritaria de Donald Trump. Aydintasbas, con su experiencia en la observación del ascenso del autoritarismo en Turquía bajo Recep Tayyip Erdogan, ofrece una visión ilustrativa para comprender las posibles consecuencias de un segundo mandato de Trump en la democracia estadounidense.

Aydintasbas argumenta que, aunque muchos demócratas temen que un segundo mandato de Trump podría desencadenar una deriva hacia la dictadura, esta preocupación, aunque legítima, podría no ser completamente realista en el corto plazo. Según su análisis, basado en la experiencia turca, el camino hacia un régimen autocrático es gradual y requiere tiempo para desmantelar las instituciones democráticas y para generar un consenso social que respalde tal transformación.

Asli Aydintasbas: Trump sentó las bases

En este sentido, Asli Aydintasbas sostiene que otros cuatro años de Trump no serían suficientes para convertir a Estados Unidos en una dictadura. Esta conclusión se basa en su observación de cómo Erdogan, en Turquía, tardó dos décadas en consolidar su poder autoritario. Aydintasbas subraya la importancia de un «período de incubación del despotismo», en el que se llevan a cabo cambios legislativos, se desmantelan instituciones y se construyen alianzas estratégicas. A su juicio, incluso con un esfuerzo concertado, Trump necesitaría más de cuatro años para alcanzar un nivel comparable de control autocrático.

Asli Aydintasbas
Aydintasbas subraya la importancia de un «período de incubación del despotismo», en el que se llevan a cabo cambios legislativos, se desmantelan instituciones y se construyen alianzas estratégicas. Ilustración MidJourney

No obstante, Asli Aydintasbas advierte que un segundo mandato de Trump podría sentar las bases para un cambio más profundo hacia el autoritarismo. Durante su primera administración, Trump logró inclinar el equilibrio de poder en la Corte Suprema y nombró a un número significativo de jueces federales. Estas acciones, junto con la promoción de medios alineados con sus intereses y la negación de los resultados electorales, indican una inclinación hacia prácticas antidemocráticas. Sin embargo, aún está lejos de alcanzar un control total sobre las instituciones estadounidenses.

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La llave del autoritarismo

El ejemplo de Erdogan en Turquía es particularmente ilustrativo para Aydintasbas. Erdogan tuvo que emplear una variedad de tácticas para consolidar su control sobre los medios de comunicación, incluyendo la utilización de la autoridad fiscal y legal para presionar y eventualmente obligar a la venta de medios independientes. Este proceso fue gradual y encontró resistencia en cada paso. Asli Aydintasbas subraya que un proceso similar en Estados Unidos enfrentaría obstáculos aún mayores, dada la robustez de las instituciones y la diversidad de los medios de comunicación en el país.

Además, Aydintasbas señala que la autocratización en Estados Unidos se vería complicada por la estructura del sistema judicial. A pesar de los nombramientos significativos de Trump, el sistema judicial estadounidense está diseñado para resistir influencias políticas excesivas. Los jueces federales, nombrados de por vida, proporcionan un amortiguador contra intentos rápidos de cambio autoritario. Este diseño institucional ofrece una barrera considerable contra el establecimiento de una dictadura.

Progresistas en la resistencia

Aydintasbas también destaca el papel de las ciudades y los estados con líneas partidistas e ideológicas contrarias a las de Trump como centros de resistencia al autoritarismo. Las democracias que han experimentado giros autoritarios han visto cómo las ciudades grandes se convierten en bastiones de la disidencia. Esto es evidente en Turquía, donde Erdogan perdió el control de las principales ciudades en las elecciones locales de 2019. De manera similar, en Estados Unidos, ciudades como Nueva York y San Francisco podrían desempeñar un papel crucial en la oposición a un régimen autoritario.

Asli Aydintasbas
Si Donald Trump resultara victorioso en las elecciones de 2024, podría dar inicio a una visión única de país, fuertemente apoyada por un segmento de la población que se siente marginado y resentido con el status quo. Ilustración MidJourney

Finalmente, Asli Aydintasbas aboga por la organización y la formación de alianzas como los métodos más efectivos para combatir el ascenso del autoritarismo. La experiencia en Turquía, Polonia y Hungría demuestra que, incluso en democracias menos sólidas, se necesitan años para desmantelar el Estado de derecho y establecer un régimen autoritario. Por tanto, un segundo mandato de Trump, aunque preocupante, no sería suficiente para transformar completamente a Estados Unidos en una dictadura.

Una preocupación válida

El análisis de Asli Aydintasbas sugiere que, si bien la preocupación por un giro autoritario en Estados Unidos bajo Trump es válida, la realidad institucional y social del país presenta obstáculos significativos para tal transformación. La resistencia a nivel judicial, mediático y urbano, junto con la necesidad de un consenso social e institucional, haría que un cambio hacia un régimen dictatorial en cuatro años fuera altamente improbable. Sin embargo, esto no debe llevar a la complacencia, y Aydintasbas enfatiza la importancia de la vigilancia y la organización política para salvaguardar la democracia.

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Si Donald Trump resultara victorioso en las elecciones de 2024, podría dar inicio a una visión única de país, fuertemente apoyada por un segmento de la población que se siente marginado y resentido con el status quo. Esta base de apoyo, que se identifica profundamente con el lema «Hacer a Estados Unidos Grande Otra Vez», podría proporcionarle la plataforma y el impulso necesarios para implementar cambios radicales. Trump, conocido por su habilidad para capitalizar el descontento y la insatisfacción, podría aprovechar este respaldo para promover una agenda nacionalista y proteccionista, redefiniendo las políticas internas y externas del país.

Su influencia en el poder judicial y los medios de comunicación, combinada con la lealtad ferviente de sus seguidores, podría facilitarle un control más efectivo a nivel nacional, dando forma a una América que refleje su visión particular de grandeza, posiblemente a expensas de las normas democráticas tradicionales. En este escenario, Trump no solo buscaría consolidar su poder, sino también explayar su interpretación personal de lo que significa «Hacer a Estados Unidos Grande Otra Vez», una interpretación que podría alterar significativamente el paisaje político y social de la nación.

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