Max Burns: El trumpismo puede ser ahora el movimiento político más poderoso de EE.UU.

En el panorama político estadounidense, una sombra creciente se cierne con una influencia inusitada: el trumpismo. Max Burns, veterano estratega demócrata y fundador de Third Degree Strategies, ha llegado a una conclusión contundente: «Las primarias del Partido Republicano efectivamente terminaron; ahora depende de los medios salvarnos de Trump». Esta declaración marca no solo un cambio en el juego político, sino también un punto de inflexión en la comprensión del poder del trumpismo dentro de la esfera política de Estados Unidos.

La historia reciente de las primarias republicanas ilustra este dominio. Figuras prominentes del Partido Republicano como Jeb Bush, Marco Rubio, y más recientemente Ron DeSantis y Nikki Haley, han intentado desafiar el creciente poder de Donald Trump, solo para enfrentarse a derrotas humillantes. Estas derrotas no son meras coincidencias sino un reflejo de la influencia y la fidelidad que Trump ha forjado dentro de su partido. El trumpismo, una mezcla de nacionalismo populista y retórica incendiaria, ha demostrado ser una fuerza política no solo resiliente sino también sorprendentemente poderosa.

Trumpismo avasalló en New Hampshire

La reciente derrota de Nikki Haley en New Hampshire por un margen significativo de 10 puntos contra Trump es un ejemplo revelador. A pesar de las expectativas y algunas encuestas favorables, la realidad se impuso con fuerza: el trumpismo sigue siendo el movimiento dominante dentro del Partido Republicano. Esto lleva a la inquietante conclusión de que, salvo circunstancias imprevistas, Trump no enfrenta oposición significativa dentro de su propio partido.

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¿Qué significa que un movimiento liderado por una figura tan polarizadora y controvertida como Donald Trump se haya convertido en el más poderoso dentro de uno de los dos principales partidos políticos del país? Ilustración MidJourney

Esta situación plantea serias preguntas sobre la naturaleza y el futuro del trumpismo en la política estadounidense. ¿Qué significa que un movimiento liderado por una figura tan polarizadora y controvertida como Donald Trump se haya convertido en el más poderoso dentro de uno de los dos principales partidos políticos del país? Los datos son claros: según un informe de la Brookings Institution, más del 80% de los republicanos aprueban la gestión de Trump, un indicador de la profunda lealtad que ha cultivado entre las bases del partido.

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Un partido dentro de otro

Además, el trumpismo ha desafiado no solo las normas políticas tradicionales sino también los límites de la retórica y la acción política. Desde promesas de «inmunidad total» hasta un flirteo con ideas autoritarias y teorías de conspiración, como las de QAnon, Trump ha redefinido lo que significa ser un líder en el Partido Republicano. Sus acciones y declaraciones, que en otra época habrían sido consideradas extremas o inaceptables, ahora se reciben con aplausos y apoyo incondicional por una significativa porción de la población estadounidense.

Este fenómeno no solo preocupa a los demócratas sino también a aquellos dentro del Partido Republicano que ven con alarma la transformación de su partido. Figuras como Liz Cheney y Mitt Romney han expresado su preocupación y oposición a este giro hacia el extremismo, pero sus voces parecen ahogarse en un mar de apoyo fervoroso hacia Trump.

Medios de comunicación

El papel de los medios de comunicación en este escenario es igualmente crítico. Los medios, en su búsqueda de ratings y ganancias publicitarias, han contribuido a la dramatización de las primarias republicanas, tratándolas como una carrera competitiva cuando la realidad muestra una narrativa muy diferente. Este tratamiento mediático no solo distorsiona la realidad política, sino que también refuerza el poder y la influencia del trumpismo, al darle una plataforma y legitimidad que quizás no se merezca.

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Desde promesas de «inmunidad total» hasta un flirteo con ideas autoritarias y teorías de conspiración, como las de QAnon, Trump ha redefinido lo que significa ser un líder en el Partido Republicano. Ilustración MidJourney

La preocupación central, sin embargo, va más allá de las primarias o incluso de las próximas elecciones. Reside en las consecuencias a largo plazo del trumpismo en la política estadounidense. Si las tendencias actuales continúan, Estados Unidos se enfrenta a un futuro político donde el diálogo, el compromiso y la moderación son desplazados por la retórica incendiaria, las promesas extremas y una polarización aún más profunda. Las palabras de Ty Cobb, ex abogado de Trump, resuenan en este contexto: Trump representa una «amenaza grave e inminente para nuestra democracia».

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Fundamentos de la democracia

Ante esta realidad, el papel de los medios y de la sociedad civil es crucial. No se trata solo de oponerse a un líder o a un partido, sino de preservar los fundamentos de la democracia estadounidense. Esto implica cuestionar, investigar y, sobre todo, exigir responsabilidades no solo a las figuras políticas sino también a aquellos que, desde los medios de comunicación o la sociedad, facilitan o perpetúan la propagación de un movimiento que amenaza con redefinir el país de manera irrevocable.

El trumpismo ha evolucionado de ser un fenómeno político a convertirse en el posible movimiento político más poderoso de Estados Unidos. Esta evolución representa un desafío sin precedentes para la política estadounidense y plantea preguntas fundamentales sobre el futuro de la democracia en el país. La respuesta a este desafío definirá no solo el futuro del Partido Republicano sino también el de la nación entera.

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