La transición a la democracia es un proceso complejo y multifacético, sin una receta preestablecida ni un camino único a seguir. Así lo destaca Andrés Cañizález, periodista e investigador venezolano, en su reciente colaboración para el portal PRODAVINCI, titulada “De qué hablamos cuando hablamos de transiciones democráticas”. Cañizález, doctor en Ciencia Política por la Universidad Simón Bolívar de Caracas, subraya que Venezuela, una vez más, se enfrenta a la posibilidad de una transición democrática, pero en esta ocasión el enfoque se ha desplazado hacia la participación electoral activa, a pesar de las condiciones adversas y la histórica resistencia de algunos líderes opositores.
Andrés Cañizález, un reconocido periodista e investigador, escribe para PRODAVINCI y cuenta con un doctorado en Ciencia Política otorgado por la Universidad Simón Bolívar de Caracas. En su artículo “De qué hablamos cuando hablamos de transiciones democráticas”, Cañizález examina la evolución del discurso sobre la transición a la democracia en Venezuela. A diferencia de épocas anteriores, donde la presión internacional y las discusiones sobre la legitimidad del poder eran centrales, la coyuntura actual se caracteriza por una apuesta firme hacia la vía electoral. Este cambio de estrategia refleja una movilización social alrededor del voto, una herramienta que, aunque imperfecta en su implementación, ha demostrado ser crucial en otros contextos de transición democrática en el mundo.
Transición a la democracia
La presente situación en Venezuela, donde la oposición ha decidido competir electoralmente contra Nicolás Maduro, aún bajo condiciones desventajosas, marca un hito en la historia política del país. La idea de que una abstención masiva podría deslegitimar el régimen ha quedado en el pasado. En cambio, la participación activa en elecciones, aunque plagada de irregularidades, se ha convertido en la estrategia dominante. Esta decisión se alinea con experiencias internacionales donde la movilización electoral ha sido una piedra angular para los cambios democráticos. Sin embargo, Cañizález advierte que esta ruta no garantiza el éxito, ya que en muchos casos, los regímenes autoritarios han truncado estos procesos sin contemplaciones.
Cañizález dice tener el “know how” para la transición a la democracia, pero su análisis se basa en una lectura detallada del libro “Transiciones democráticas. Enseñanzas de líderes políticos”, escrito por Sergio Bitar y Abraham Lowenthal. Este volumen, promovido por el International Institute for Democracy and Electoral Assistance (IDEA) y presentado en Venezuela por el Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, ofrece entrevistas con líderes clave en procesos de redemocratización alrededor del mundo. A través de estas entrevistas, se extrae una lección clara: no existe un único camino hacia la democracia. Cada país y contexto presentan desafíos únicos que requieren soluciones adaptadas a sus particularidades.
Una “jugada de librito”
El libro de Bitar y Lowenthal enfatiza que el estudio de las transiciones democráticas es más una ciencia forense que predictiva. Los protagonistas de estos procesos, muchas veces, no eran plenamente conscientes de que sus acciones desencadenarían profundas transformaciones democráticas. Solo después de ocurrida una transición se puede analizar retrospectivamente para identificar sus inicios, figuras clave y momentos decisivos. En este sentido, la justicia y la transición no siempre van de la mano. En Venezuela, donde hay una investigación abierta por crímenes de lesa humanidad y numerosos informes de violaciones de derechos humanos, existe una fuerte expectativa de sanciones inmediatas en caso de un cambio de gobierno. Sin embargo, Cañizález señala que las experiencias documentadas en el libro indican que la justicia a menudo se pospone hasta después de restablecer la democracia.
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La experiencia brasileña de los años 70 y 80 ilustra este punto. La dictadura militar, que duró desde 1964 hasta 1985, comenzó su apertura democrática de manera gradual en 1974. Esta apertura permitió la participación electoral en espacios locales y municipales, un proceso que la oposición democrática decidió aprovechar a pesar de las restricciones impuestas por la dictadura. Fernando Henrique Cardoso, una figura clave en ese periodo, abogó por la participación electoral como un camino lento pero seguro hacia la recuperación de la democracia. Este enfoque gradual culminó en 1985 con la elección de Tancredo Neves y José Sarney, fruto de negociaciones entre militares y opositores, marcando el inicio de la transición a la democracia en Brasil.
España post franquista
El caso de España también ofrece valiosas lecciones sobre las transiciones pactadas. Tras la muerte de Francisco Franco en 1975, el país se embarcó en una transición que utilizó las propias leyes e instituciones del régimen franquista para facilitar el cambio. La designación de Adolfo Suárez como presidente por el Rey Juan Carlos y la rápida implementación de la Ley de Reforma Política, que legalizó los partidos políticos y estableció el voto universal, directo y secreto, fueron pasos decisivos hacia la democracia. La capacidad de incluir a diversas fuerzas políticas en las decisiones y mantener ciertas negociaciones en secreto fueron factores clave para el éxito de la transición a la democracia en España.
En contraste, la transición en Filipinas estuvo marcada por un fraude electoral. En 1986, Corazón Aquino, viuda del líder opositor asesinado Benigno Aquino, se convirtió en un símbolo del movimiento prodemocracia. A pesar de las irregularidades y el control del régimen de Ferdinand Marcos, la movilización de la sociedad civil y la presión internacional culminaron en un alzamiento pacífico que obligó a Marcos a abandonar el poder. Aquino asumió la presidencia, marcando el inicio de una nueva era democrática en Filipinas.
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Clave: la participación electoral
Estas experiencias internacionales, aunque diversas en sus métodos y contextos, comparten un tema común: la importancia de la participación electoral y la negociación como herramientas para la transición a la democracia. Sin embargo, como advierte Cañizález, no hay garantías de éxito. Las transiciones a la democracia son procesos complejos que dependen de una combinación de factores internos y externos. En Venezuela, la actual apuesta por la vía electoral, a pesar de las condiciones adversas, refleja una estrategia que ha demostrado ser efectiva en otros contextos. No obstante, el resultado final dependerá de la capacidad de la sociedad civil para movilizarse y la disposición del régimen para negociar genuinamente.
Cañizález nos recuerda que no hay una receta mágica ni un camino único hacia la democracia. Cada país debe encontrar su propio camino, aprendiendo de las experiencias de otros pero adaptando las estrategias a su realidad particular. La transición a la democracia en Venezuela es un proceso en evolución, y solo el tiempo dirá si la actual apuesta por la vía electoral resultará en un cambio duradero y significativo.
