El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha mostrado signos de fallos cognitivos que han generado preocupaciones sobre su capacidad para asumir nuevamente la presidencia del país. Con 78 años, Trump se ha convertido en el candidato presidencial de mayor edad en la historia de Estados Unidos, y si gana la reelección en noviembre, terminará su mandato apenas unos meses antes de cumplir 83 años, dos años mayor que el actual Biden. Estas inquietudes no son solo un tema de debate entre los demócratas, sino que también han captado la atención de líderes republicanos y medios de comunicación.
Max Burns, un veterano estratega demócrata y fundador de Third Degree Strategies, recientemente expuso sus preocupaciones en un artículo de opinión titulado: “Es hora de hablar de la edad de Donald Trump” publicado en The Hill. En su artículo, Burns argumenta que la avanzada edad de Trump debería ser tratada con la misma seriedad con la que se abordaron las preocupaciones sobre el presidente Joe Biden. Según Burns, Trump puede disipar estas dudas sometiéndose a una prueba cognitiva pública, tal como lo prometió el pasado 12 de julio, afirmando que lo haría “por el bien del país”.
Signos de fallos cognitivos
Las comparaciones entre las imágenes del anuncio presidencial de Trump en 2015 y las de principios de este año muestran a un hombre que ya no es el mismo. Durante un mitin en Nashville a principios de este año, Trump tuvo dificultades para terminar sus oraciones y rutinariamente confundió nombres, incluyendo el de su propio médico. Estos signos de fallos cognitivos han sido documentados por varios observadores, quienes señalan que los problemas de memoria del expresidente son evidentes desde hace años. Un ejemplo claro es su incapacidad para recordar qué estaba haciendo o con quién habló durante gran parte del día del 6 de enero de 2021.
Trump ha afirmado en repetidas ocasiones que todos los candidatos presidenciales deberían someterse a una prueba cognitiva independientemente de su edad. Sin embargo, hasta la fecha, no ha cumplido con su promesa de someterse a dicha prueba públicamente. Este patrón de deterioro cognitivo ha sido motivo de preocupación, no solo para los demócratas, sino también para algunos republicanos. El 60% de los votantes cree ahora que Trump es demasiado viejo para ocupar el cargo, según una encuesta reciente de ABC News/Washington Post/Ipsos, un aumento significativo respecto al 44% de hace poco más de un año.

El vaticinio de Nikki Haley
La exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley, advirtió a los votantes republicanos que “el primer partido que retire a su candidato de 80 años será el que gane las elecciones”. Hasta ahora, solo los demócratas han respondido a esta preocupación nacional actuando en beneficio del país. Con la salida de Biden de la carrera presidencial y el enfoque en Kamala Harris como la candidata presunta, Trump enfrenta una agenda de campaña mucho más activa de lo que está acostumbrado.
Kamala Harris, con casi 20 años menos que Trump, ha estado recorriendo el país para movilizar a los votantes en torno a temas populares como la libertad reproductiva. Este cambio ha dejado a Trump con menos tiempo para dedicarse a sus actividades habituales, como jugar al golf, y ha planteado dudas sobre su capacidad para llevar a cabo una campaña a gran escala. Algunos votantes, que vieron la actuación de Trump en el debate del mes pasado, creen que el expresidente debería retirarse de la carrera y centrarse en su salud mental, dado que eran evidentes los signos de fallos cognitivos, a los que no se atendía, porque los del adversario eran peores.
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Joe Biden pegó primero
La campaña de Trump ha sido sacudida por la decisión de Biden de alejarse de la campaña de 2024. Después de gastar cientos de millones de dólares en una campaña basada en la idea de que Biden es senil y vacilante, Trump ahora se enfrenta a un candidato más joven y enérgico. Esto ha generado una respuesta mixta dentro del Partido Republicano, con algunos incluso amenazando con demandar al Partido Demócrata para mantener a Biden en la boleta, a pesar de que Biden nunca fue nombrado formalmente como el candidato demócrata.

La capacidad de Trump para mantenerse al día con la exigente tarea de montar una campaña presidencial ha sido cuestionada, especialmente en comparación con la recaudación de fondos y el entusiasmo generado por Harris. Harris ha logrado recaudar más de 250 millones de dólares en solo dos días, eliminando la ventaja de recaudación de fondos del Comité Nacional Republicano (RNC). Este impulso ha puesto a Trump en una posición difícil, obligándolo a demostrar su energía y vigor en un entorno de campaña mucho más competitivo. Muchos creen que, ante los signos de fallos cognitivos de Trump, este debe someterse a un examen para robustecer su credibilidad. Pero, ¿será suficiente?
Trump y su historial de mentiras
Hace apenas dos semanas, Trump prometió acompañar a la candidata demócrata a un consultorio médico donde ambos se someterían a una prueba cognitiva de “unidad”. Sin embargo, hasta ahora, no ha cumplido con esta promesa. La falta de acción por parte de Trump ha aumentado las preocupaciones sobre su estado mental y su capacidad para liderar el país de manera efectiva. La pregunta sigue siendo si Trump permitirá que un neurólogo lo revise, tal como lo ha sugerido Burns y otros críticos.
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Los signos de fallos cognitivos en Trump han sido tema de debate no solo en los círculos políticos, sino también entre los votantes que buscan claridad sobre la capacidad de su posible futuro presidente. En un momento en que la salud mental de los líderes mundiales está bajo escrutinio, es crucial que Trump demuestre su disposición a someterse a una evaluación cognitiva para disipar cualquier duda sobre su aptitud para el cargo.
El contexto político actual y las preocupaciones sobre la edad y la salud mental de Trump han creado un escenario en el que es imperativo que el expresidente tome medidas proactivas. Someterse a una prueba cognitiva no solo ayudaría a disipar las dudas sobre su capacidad para liderar, sino que también reforzaría su compromiso con la transparencia y el bienestar del país. Mientras tanto, el debate sobre la salud mental de los candidatos presidenciales continúa siendo un tema de importancia crítica en el panorama político estadounidense.