La creciente influencia del bloque BRICS+, compuesto por Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica y más, ha comenzado a redefinir las dinámicas geopolíticas en América Latina. Este grupo, al expandirse e incluir a nuevos miembros, ha ampliado su impacto, especialmente en países que buscan alternativas a la hegemonía estadounidense y europea. Sin embargo, esta reconfiguración del poder global también ha planteado serias preocupaciones sobre el futuro de la democracia en la región. Frente a este panorama, resucitar a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se vislumbra como una estrategia vital para restablecer el terreno al BRICS+ y, a la vez, refrescar la democracia en América Latina. La revitalización de Unasur no solo podría fortalecer los mecanismos de integración regional, sino también proporcionar una plataforma robusta para la defensa de los derechos humanos y la promoción de gobiernos democráticos.
Monica Herz y Andrea Ribeiro Hoffmann, profesoras del Instituto de Relaciones Internacionales de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro (PUC-Rio), exploraron esta problemática en un artículo titulado “La crisis de Venezuela muestra lo difícil que es garantizar los derechos humanos y la democracia”, publicado en The Conversation España. Herz, profesora titular, y Ribeiro Hoffmann, profesora asociada, argumentan que la reconstrucción de instituciones regionales fuertes, como Unasur, es crucial para enfrentar los desafíos democráticos que quedan a la región. Según los académicos, el debilitamiento de estas instituciones ha dejado a América Latina vulnerable a la influencia de potencias globales como China y Rusia, que forman parte de los BRICS+, complicando aún más la situación en países como Venezuela, donde el autoritarismo ha erosionado significativamente los principios democráticos.
Aconsejan refrescar la democracia
El caso de Venezuela, que Herz y Ribeiro Hoffmann utilizan como ejemplo central, ilustra la fragilidad de la democracia en la región. Las elecciones presidenciales más recientes, en las que Nicolás Maduro fue reelegido con un 51% de los votos según cifras oficiales, han sido objeto de controversia internacional debido a denuncias de fraude y la inhabilitación de figuras opositoras clave como María Corina Machado. La reacción de la comunidad internacional ha sido polarizada: mientras que Estados Unidos y la Unión Europea han rechazado los resultados y solicitaron la verificación independiente de los comicios, naciones como China y Rusia han apoyado la reelección de Maduro, profundizando las divisiones geopolíticas. México, Colombia y Brasil, todas naciones de izquierda, tienen mucho en juego. En este contexto, revitalizar Unasur se torna indispensable para refrescar la democracia, creando un contrapeso regional que permita la mediación y resolución de conflictos sin la intervención directa de potencias extrarregionales.

La Unasur, desde su fundación en 2008, fue concebida como un espacio para la integración y cooperación entre las naciones sudamericanas, con énfasis en el fortalecimiento de la democracia y el respeto a los derechos humanos. Durante sus primeros años, la organización destacó un papel clave en la mediación de conflictos regionales, como la crisis entre Colombia y Ecuador en 2008, y promovió iniciativas para mejorar la gobernabilidad democrática. No obstante, la organización comenzó a debilitarse debido a las divisiones políticas internas y la falta de consenso entre sus miembros, lo que culminó en la suspensión de sus actividades en 2018. A pesar de su debilitamiento, la reactivación de Unasur podría ofrecer una solución efectiva para contrarrestar la influencia de los BRICS+ y refrescar la democracia en la región.
Los odios descarnados
Refrescar a democracia es antídoto contra la polarización política, un fenómeno que Herz y Ribeiro Hoffmann destacan en su análisis, ha sido un factor determinante en la desintegración de los mecanismos de cooperación regional. La ascensión de gobiernos de derecha y el aumento del autoritarismo en varios países sudamericanos han exacerbado las tensiones internas en Unasur, debilitando su capacidad para actuar como mediador en situaciones de crisis. Sin embargo, la urgencia de reforzar la democracia en América Latina, especialmente en un contexto global donde la influencia de potencias como China y Rusia es cada vez más palpable, exige un esfuerzo concertado para reactivar y revitalizar Unasur. Al hacerlo, se podría no solo contrarrestar la influencia de los BRICS+, sino también fortalecer los lazos entre los países sudamericanos, fomentando un entorno político más estable y democrático.
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La reactivación de Unasur también podría desempeñar un papel crucial en la promoción de los derechos humanos, un aspecto que Herz y Ribeiro Hoffmann consideran fundamental para limitar el uso de la violencia y proteger las libertades civiles. En su artículo, los académicos señalan cómo la supervisión electoral y la observancia de los derechos humanos han sido herramientas clave en la construcción de la democracia en la región. No obstante, el debilitamiento de estos mecanismos ha permitido que los gobiernos autoritarios utilicen las elecciones como un simple formalismo para perpetuarse en el poder. En este sentido, Unasur podría actuar como una garantía de la democracia, asegurando que los procesos electorales en la región sean transparentes y justos, y que los derechos de los ciudadanos sean respetados.
Un bloque necesario
El resurgimiento de Unasur también podría contribuir a reducir la influencia de los BRICS+ en América Latina, especialmente en un momento en que la región se encuentra en una encrucijada geopolítica. La creciente presencia de China y Rusia en América Latina, a través de inversiones económicas y alianzas políticas, ha generado preocupación entre los defensores de la democracia, quienes temen que esta influencia pueda socavar los valores democráticos en la región. Al reactivar Unasur, los países sudamericanos podrían establecer un bloque más cohesionado y autónomo, capaz de negociar en mejores condiciones con potencias extranjeras y de defender sus propios intereses democráticos sin ceder terreno a la influencia de los BRICS+.

Además, la revitalización de Unasur podría ofrecer una alternativa viable a la creciente influencia de bloques como el BRICS+, fortaleciendo las relaciones entre los países sudamericanos y promoviendo una agenda regional que priorice la democracia y los derechos humanos. Esta reactivación no solo será un contrapeso a la influencia de China y Rusia, sino también una oportunidad para refrescar la democracia en la región, mediante la creación de un espacio en el que los países puedan trabajar juntos para resolver sus diferencias y enfrentar desafíos comunes.
Autoritarismo y la polarización
Resucitar a Unasur para quitar terreno al BRICS+ podría ser una estrategia clave para fortalecer la democracia en América Latina. La revitalización de esta organización regional no solo proporcionará un contrapeso a la influencia de potencias extranjeras, sino que también permitirá a los países sudamericanos unirse en la defensa de los derechos humanos y la gobernabilidad democrática.
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Como han señalado Monica Herz y Andrea Ribeiro Hoffmann, la reconstrucción de instituciones regionales robustas es esencial para garantizar que América Latina pueda enfrentar los desafíos actuales y futuros de manera efectiva, evitando que la región caiga en la trampa del autoritarismo y la polarización. Así, Unasur podría resurgir no solo como un pilar de la integración regional, sino también como un faro de esperanza para refrescar la democracia en un momento de incertidumbre global.