Petro tiene miedo de terminar al estilo de Ernesto Samper: defendiendo la corrupción

Petro tiene miedo. Así lo afirma Juan Pablo Calvás, periodista colombiano con una larga trayectoria en W Radio y actual columnista para EL PAÍS de España. Conocido por sus escritos sobre música, arte y arquitectura, Calvás incursiona en el ámbito político de su país para explorar los temores del presidente colombiano en su pieza editorial titulada Petro asustado. En ella, Calvás argumenta que Gustavo Petro, actual presidente de Colombia, teme terminar su mandato de manera similar a Ernesto Samper, defendiendo la corrupción. En su artículo, el periodista señala que Petro no solo tiene miedo de ser intrascendente y de no pasar a la historia como el reformista que proclamaba ser, sino también de que su gobierno se vea manchado por la corrupción que tanto criticaba.

Petro tiene miedo, repite Calvás, aludiendo a una proyección del propio presidente cuando en sus discursos menciona que “están asustados”. En un reciente discurso, Petro utilizó esta frase buscando el aplauso de las multitudes, logrando una respuesta eufórica de su audiencia. Sin embargo, Calvás cuestiona si ese “están asustados” no es más bien un reflejo del propio temor del presidente. “Un presidente no debería celebrar la angustia de sus conciudadanos”, afirma el periodista, destacando que el líder de una nación debería ser un bálsamo que alivie las preocupaciones del pueblo y no un generador de divisiones.

Petro tiene miedo

En Colombia, el miedo y la incertidumbre no son infundados. La desaceleración económica ha causado estragos en diversas áreas del país, afectando tanto a grandes corporaciones como a pequeños y medianos empresarios. Petro tiene miedo, afirma Calvás, porque las promesas de cambio y desarrollo no han dado los frutos esperados. La economía tambalea, y con ella, la confianza de los ciudadanos y empresarios. Las políticas económicas del presidente, en lugar de fomentar el crecimiento, parecen haber asustado a los inversionistas y a la industria en general. Para un país que necesita un aparato productivo robusto, esta situación es preocupante.

Petro tiene miedo
Petro tiene miedo porque su administración ha fracasado en cumplir con las expectativas de sus seguidores y del país. En lugar de los ríos de leche y miel que prometió, los ciudadanos se enfrentan a un panorama desolador, similar al que llevó a los europeos a cambiar de rumbo político recientemente. Ilustración MidJourney

Petro tiene miedo porque, a dos años de su mandato, muchas de sus promesas se han quedado en el aire. La gran revolución educativa que prometió no ha avanzado significativamente. Las expectativas puestas en la ciencia como motor de desarrollo han quedado en promesas vacías. La paz con el ELN y otros grupos armados sigue siendo un objetivo lejano, mientras el narcotráfico continúa siendo una realidad ineludible. Incluso las restricciones absurdas sobre la marihuana, que Petro había prometido levantar, siguen vigentes, afectando especialmente al departamento del Cauca, donde el conflicto sigue sin resolución.

Una proyección de su yo

El presidente, según Calvás, proyecta su propio temor en sus discursos. Petro tiene miedo porque su administración ha fracasado en cumplir con las expectativas de sus seguidores y del país. En lugar de los ríos de leche y miel que prometió, los ciudadanos se enfrentan a un panorama desolador, similar al que llevó a los europeos a cambiar de rumbo político recientemente. No es el fascismo lo que gana, argumenta Calvás, sino la decepción de un pueblo que ve cómo las promesas de dignidad y empleo se desvanecen.

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Petro tiene miedo también de la sombra de la corrupción. Como Ernesto Samper, Petro se encuentra en una encrucijada donde la corrupción amenaza con empañar su legado. A pesar de sus discursos contra la corrupción, la realidad es que los escándalos y las acusaciones no han dejado de rondar su administración. Calvás subraya que la corrupción no solo mina la confianza en el gobierno, sino que también paraliza las reformas y las iniciativas que podrían haber cambiado el rumbo del país.

Mucha presión en los hombros

Petro tiene miedo porque sabe que sus detractores están al acecho, listos para capitalizar cualquier error. La oposición no ha dejado de criticar cada paso en falso, cada promesa incumplida. La presión aumenta, y con ella, el temor de Petro de quedar como un presidente más que no pudo cumplir con su visión de cambio. La comparación con Ernesto Samper no es fortuita; ambos presidentes llegaron al poder con promesas de cambio y ambos se enfrentaron a la sombra de la corrupción.

Juan Pablo Calvás no escatima en señalar las falencias de la administración de Petro. La decepción de los ciudadanos es palpable, y el periodista no duda en expresar que esta decepción es lo que podría llevar a un cambio de rumbo en las próximas elecciones. Petro tiene miedo porque sabe que su tiempo se agota y las oportunidades de redención son cada vez más escasas. Los logros que tanto prometió parecen lejanos y, en muchos casos, inalcanzables.

Petro tiene miedo
Petro tiene miedo porque sabe que sus detractores están al acecho, listos para capitalizar cualquier error. La oposición no ha dejado de criticar cada paso en falso, cada promesa incumplida. La presión aumenta, y con ella, el temor de Petro de quedar como un presidente más que no pudo cumplir con su visión de cambio. Ilustración MidJourney.

Muchas son las debilidades

La gestión de Petro, marcada por discursos grandilocuentes y promesas de cambio, enfrenta la dura realidad de un país que aún lucha contra problemas estructurales profundos. La economía, la paz, la educación y la lucha contra la corrupción son áreas donde su gobierno ha mostrado debilidades significativas. Petro tiene miedo porque la historia no perdona, y él podría ser recordado no como el reformista que aspiraba a ser, sino como un presidente que terminó defendiendo lo indefendible.

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Petro tiene miedo porque la narrativa de su gobierno se desmorona. Las esperanzas de un cambio verdadero se diluyen en la maraña de políticas mal implementadas y promesas incumplidas. La sombra de la corrupción que tanto denunció ahora amenaza con definir su legado. En un país donde la confianza en las instituciones es frágil, cualquier indicio de corrupción es devastador. Petro, consciente de esto, enfrenta una lucha interna entre su discurso y la realidad de su administración.

Petro tiene miedo porque sabe que su mandato será evaluado no solo por sus intenciones, sino por sus resultados. Los ciudadanos esperan acciones concretas, no solo palabras. Las elecciones se acercan, y con ellas, el juicio del pueblo. Calvás concluye que Petro, al igual que Samper, podría terminar su gobierno defendiendo la corrupción, una ironía amarga para alguien que llegó al poder con la promesa de erradicarla. Petro tiene miedo, y con razón: su legado está en juego.

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