El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha decidido enfriar las relaciones diplomáticas con los Estados Unidos en respuesta a lo que él llama la «pertinaz injerencia estadounidense en México». En una declaración contundente durante su conferencia de prensa matutina, López Obrador anunció que su gobierno estaba poniendo «pausa» a las relaciones con la embajada de Estados Unidos, marcando un nuevo capítulo en las tensiones entre ambos países. Esta medida representa un giro inesperado en la política exterior mexicana y ha generado reacciones en ambos lados de la frontera.
Simón Romero, corresponsal internacional del The New York Times, es el autor de un reciente artículo titulado “México pone en pausa la relación diplomática con EE. UU. UU. por críticas a su propuesta judicial”. Romero, quien reside en la Ciudad de México y cubre temas relacionados con México, América Central y el Caribe, explicó que la decisión de López Obrador responde a críticas realizadas por el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, respecto a una serie de reformas judiciales impulsadas por el presidente mexicano. Estas reformas, según Romero, han sido vistas por muchos como un intento de socavar la independencia del poder judicial en México.
Pertinaz injerencia estadounidense en México
En su artículo, Romero destaca que la pertinaz injerencia estadounidense en México se ha intensificado en los últimos meses, a medida que las reformas judiciales de López Obrador han generado un debate candente tanto en México como en el extranjero. El presidente ha argumentado que los cambios son necesarios para combatir la impunidad y asegurar que la justicia esté al alcance de todos los ciudadanos, no solo de aquellos con recursos económicos. Sin embargo, estas propuestas han sido recibidas con escepticismo por parte de actores internacionales, incluidos funcionarios estadounidenses, que temen que estas puedan poner en riesgo la democracia en México.

Las declaraciones de López Obrador, en las que acusó a Estados Unidos de una «pertinaz injerencia» en los asuntos internos de México, han avivado un fuego latente en las relaciones diplomáticas entre ambos países. En un posible intento de suavizar la situación, la secretaría de Relaciones Exteriores de México, Alicia Bárcena Ibarra, aseguró que la relación con Estados Unidos sigue siendo “prioritaria y fundamental”, y que, a nivel cotidiano, la cooperación entre ambos países no se ha visto afectado. Aun así, la «pausa» anunciada por López Obrador genera incertidumbre sobre el futuro de las relaciones bilaterales, especialmente en el ámbito comercial, donde México se ha convertido en el principal socio comercial de Estados Unidos.
Nacidos el cuatro de julio
En la conferencia de prensa donde se anunció la pausa diplomática, López Obrador dejó claro que su paciencia con lo que él percibe como una pertinaz injerencia estadounidense en México se ha agotado. Afirmó que la relación no volverá a la normalidad hasta que haya una «ratificación de que van a ser respetuosos de la independencia de México». Este lenguaje resuena con un tono de soberanía nacionalista que ha sido característico del discurso del presidente mexicano desde su llegada al poder en 2018. Para muchos, esta postura representa un claro desafío a la política exterior de los Estados Unidos y a sus representantes en México.
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Las críticas del embajador estadounidense Ken Salazar se centraron en la propuesta de López Obrador de reformar profundamente el poder judicial mexicano, permitiendo la elección popular de jueces. Salazar argumentó que estas medidas podrían socavar la confianza en el sistema legal de México y que representan un «riesgo de importancia» para la relación comercial entre ambos países. Además, advirtió que estas reformas podrían envalentonar a los cárteles de la droga al enfrentar a jueces inexpertos y con motivaciones políticas. Este tipo de comentarios, según López Obrador, constituyen una clara «pertinaz injerencia estadounidense en México».
Canadá irá también a la nevera
La medida de pausar las relaciones también se extiende a la embajada de Canadá, después de que su embajador, Graeme Clark, expresó preocupaciones similares en torno a los cambios judiciales propuestos. Esta acción ha sido vista por algunos analistas como un intento de López Obrador de reafirmar la autonomía de su gobierno frente a las presiones extranjeras, a pesar de las posibles repercusiones económicas. La pertinaz injerencia estadounidense en México no solo es percibida como una intromisión en los asuntos internos del país, sino también como un desafío a la soberanía y el control que México ejerce sobre su sistema político y judicial.
Claudia Sheinbaum, presidenta electa y cercana aliada de López Obrador, ha defendido públicamente las reformas propuestas, argumentando que, lejos de debilitar la independencia del poder judicial, fortalecerán la justicia en el país. «Hay esta idea de que con la reforma judicial se pierde la independencia y la autonomía del Poder Judicial. Es al revés», declaró Sheinbaum a los medios de comunicación, apoyando así la postura de López Obrador frente a la «pertinaz injerencia estadounidense en México «.
Pausa para contar hasta diez
Las implicaciones de esta «pausa» en las relaciones diplomáticas aún son inciertas. Aunque López Obrador ha aclarado que las relaciones generales entre Estados Unidos y México, particularmente en el ámbito comercial, no se verán afectadas, muchos observadores se preguntan qué significa realmente esta medida y cómo afectará la cooperación en áreas críticas como la migración, el comercio y la seguridad. A medida que se acerca el final de su mandato, López Obrador parece estar dispuesto a confrontar a los Estados Unidos con una postura de mayor autonomía y menos concesiones.

La pausa diplomática anunciada por López Obrador también coincide con un momento de creciente tensión en México, donde millas de jueces y trabajadores del poder judicial han protagonizado paros nacionales y protestas en varias ciudades del país. Estos manifestantes acusan al presidente de intentar debilitar la independencia judicial para consolidar su poder. “Pretenden desaparecernos como institución”, afirmó José Fernando Miguez, portavoz de los trabajadores en paro, quien denunció la medida como un ataque directo a la autonomía del poder judicial mexicano.
Mientras la legislatura del Congreso de México se prepara para votar sobre los cambios propuestos, la pertinaz injerencia estadounidense en México continúa siendo un punto de fricción en la relación bilateral. La comunidad internacional observa con atención, preocupada por el posible impacto de estas reformas en la estabilidad política y económica de México. Para muchos, la situación actual recuerda episodios similares en otros países donde la represión de los tribunales ha facilitado el ascenso de gobiernos autocráticos.
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Justicia más equitativa y transparente
López Obrador, sin embargo, parece convencido de que estos cambios son esenciales para garantizar una justicia más equitativa y transparente en México. Al mismo tiempo, su retórica contra la pertinaz injerencia estadounidense en México refuerza su imagen como un líder que defiende la soberanía y los intereses nacionales, incluso a costa de generar tensiones con sus principales socios comerciales y aliados políticos.
La decisión de AMLO de aplicar la «ley del hielo» a la diplomacia estadounidense refleja una compleja dinámica de poder, en la que la independencia judicial, la soberanía nacional y los intereses económicos se entrelazan de manera tensa. Lo que está en juego no es solo el futuro de la relación entre México y Estados Unidos, sino también el rumbo de la democracia en México, en un momento crítico de su historia política.