El efecto dominó: de la guerra comercial a la seducción asiática
Las políticas arancelarias de la administración de Donald Trump, concebidas como un golpe de presión estratégica contra China, han terminado generando un efecto colateral de proporciones históricas: la acelerada aproximación de los países africanos a Beijing. Según el Instituto Peterson de Economía Internacional, más de 20 naciones del África Subsahariana han incrementado en más del 40% sus acuerdos comerciales con China desde la imposición de aranceles estadounidenses en 2018.
Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la Organización Mundial del Comercio (OMC), advirtió recientemente: “La guerra comercial no solo redefine flujos de bienes, redefine alianzas políticas. África está siendo testigo de un realineamiento que no ocurría desde la Guerra Fría.”
China aprovecha el vacío: inversiones estratégicas y préstamos sin condiciones
Mientras Washington endurecía sus políticas de acceso a mercados, China desplegó una ofensiva diplomática y financiera sin precedentes. De acuerdo con el China-Africa Research Initiative de la Universidad Johns Hopkins, entre 2019 y 2023 el gigante asiático concedió préstamos por más de 160.000 millones de dólares, la mayoría destinados a infraestructura crítica: puertos, carreteras, parques industriales y redes de telecomunicaciones.
Wang Yi, ministro de Relaciones Exteriores chino, subrayó en su última gira africana que “la cooperación con África se basa en el respeto mutuo y la no injerencia”, un mensaje que contrasta con la percepción de condicionalidad de muchos programas occidentales.

El académico Cobus van Staden, del South African Institute of International Affairs, sostiene que “las restricciones comerciales de EE.UU. le dieron a China la narrativa perfecta: la de socio fiable frente a un Occidente imprevisible.”
Agricultura, textiles y minerales: los sectores más impactados
Los aranceles estadounidenses afectaron especialmente las exportaciones africanas de algodón, cacao, textiles y minerales estratégicos. Por ejemplo, la industria textil de Kenia y Etiopía, que antes encontraba en EE.UU. un mercado privilegiado gracias a la African Growth and Opportunity Act (AGOA), se vio súbitamente presionada por costos logísticos y arancelarios crecientes.
En paralelo, China se presentó como comprador de último recurso, ofreciendo contratos preferenciales y precios estables, mientras Estados Unidos imponía nuevos requisitos regulatorios.
“La ironía es que la intención de Trump era aislar a China económicamente, pero en el caso africano, el resultado fue reforzar su influencia,” explica Judd Devermont, director del programa África en el Center for Strategic and International Studies (CSIS).
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La diplomacia de las infraestructuras y la deuda: ¿oportunidad o dependencia?
China no solo actúa como importador. Su Iniciativa de la Franja y la Ruta ha multiplicado la construcción de megaproyectos. Desde el puerto de Lamu en Kenia hasta el corredor ferroviario Lagos-Ibadan en Nigeria, el sello chino se ha convertido en sinónimo de modernización… pero también de preocupación por la sostenibilidad de la deuda.
Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, declaró: “El endeudamiento acelerado por inversiones chinas requiere una gobernanza sólida para que se traduzca en crecimiento inclusivo.”
Aun así, muchos líderes africanos defienden este modelo. William Ruto, presidente de Kenia, afirmó que “China nos ve como socios estratégicos, no como beneficiarios asistidos. Esa es una diferencia esencial.”
La fractura de la influencia occidental en África
Lo que comenzó como una pugna comercial bilateral ha terminado por erosionar décadas de influencia diplomática estadounidense en la región. El Departamento de Estado, bajo la administración Biden, ha intentado reencauzar el vínculo a través de nuevas iniciativas, pero muchos observadores consideran que el daño reputacional ya es profundo.
“El pragmatismo africano busca resultados, no discursos,” subraya Moussa Faki Mahamat, presidente de la Comisión de la Unión Africana. “Y mientras EE.UU. aplica restricciones, China pone cheques sobre la mesa.”