Jackie Higgins, autora del libro Sentient: What Animals Reveal About Our Senses, sostiene que los humanos poseen 12 sentidos, una afirmación que va más allá de los cinco sentidos tradicionales enseñados desde la infancia. Esta idea, aunque revolucionaria, es respaldada por investigaciones contemporáneas y desafía la noción establecida hace más de 2300 años por Aristóteles. Mientras que Higgins propone una lista de 12 sentidos, algunos científicos argumentan que el número podría ascender a 30 o más, reflejando la complejidad y diversidad de nuestra percepción sensorial.
El reportaje de André Biernath, un reconocido reportero de salud y ciencia de la BBC News Brasil, arroja luz sobre esta fascinante propuesta. Biernath, con sede en Londres, es el fundador y primer presidente electo de la Red Brasileña de Periodistas y Comunicadores Científicos. Ha cubierto más de 100 congresos científicos y ha ganado 15 premios de periodismo. Recientemente, escribió para BBC Mundo un artículo titulado «La idea de los 5 sentidos es un mito»: la investigadora que postula que tenemos 12 (y tal vez más), donde explora las tesis de Jackie Higgins sobre la multiplicidad de los sentidos humanos.
Jackie Higgins: una zoóloga con vista
Es curioso cómo ciertas ideas persisten en nuestra mente sin ser cuestionadas, como la noción de que solo tenemos cinco sentidos. Este concepto, originado por Aristóteles, sigue vigente a pesar de los avances científicos que demuestran una realidad mucho más compleja. Jackie Higgins, licenciada en Zoología por la Universidad de Oxford, donde fue alumna del famoso biólogo Richard Dawkins, ha dedicado su carrera a explorar esta complejidad. Su libro, publicado en inglés en 2021, examina 12 sentidos, ampliando nuestra comprensión de cómo interactuamos con el mundo.

Los 12 sentidos que Higgins describe en su libro incluyen los cinco tradicionales: vista, oído, olfato, gusto y tacto, pero añade otros menos conocidos como el sentido del color, el placer y el dolor, el deseo, el equilibrio, el tiempo, la dirección y la propiocepción (la percepción del cuerpo en el espacio). Cada uno de estos sentidos juega un papel crucial en nuestra vida diaria, aunque no siempre seamos conscientes de ello. Por ejemplo, el sentido del color nos permite distinguir entre diferentes tonalidades, mientras que el sentido del tiempo regula nuestros ritmos circadianos.
Explicaciones interesantes
Jackie Higgins argumenta que el placer y el dolor son sentidos fundamentales, ya que nos ayudan a responder a estímulos externos y a protegernos de peligros potenciales. El deseo, mediado por feromonas, influye en nuestras interacciones sociales y reproductivas. El equilibrio nos permite mantenernos erguido, y la propiocepción nos proporciona una conciencia constante de nuestra postura y movimientos. Estos sentidos adicionales no solo enriquecen nuestra experiencia sensorial, sino que también subrayan la sofisticación de nuestros mecanismos perceptuales.
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La investigación de Higgins se basa en años de estudios científicos y observaciones meticulosas. Su interés en los sentidos se despertó mientras trabajaba como guionista y directora de documentales sobre la naturaleza para la BBC, National Geographic y Discovery Channel. En una entrevista con BBC News Brasil, Higgins explicó que su objetivo era transmitir la idea de que vivimos en un mundo lleno de señales y estímulos, pero solo percibimos aquellos que nuestros órganos sensoriales pueden captar y llevar al cerebro.
En su libro, Higgins no solo explora los sentidos humanos, sino que también compara nuestras capacidades sensoriales con las de otros animales. Esta comparación revela que muchas especies tienen sentidos altamente desarrollados que superan a los nuestros en ciertos aspectos. Por ejemplo, los perros tienen un sentido del olfato extremadamente agudo, y algunos camarones pueden ver colores que son invisibles para los humanos. Estas diferencias subrayan la diversidad de la percepción sensorial en el reino animal y nos invitan a reconsiderar nuestra visión antropocéntrica del mundo.
Cultura y la tecnología
Higgins también destaca la influencia de la cultura y la tecnología en nuestra percepción sensorial. En la vida moderna, estamos rodeados de estímulos artificiales que pueden interferir con nuestros sentidos naturales. Las luces brillantes de las ciudades, el ruido constante y los olores industriales son solo algunos ejemplos de cómo nuestro entorno ha cambiado drásticamente en comparación con el de nuestros antepasados. Estos cambios pueden afectar nuestra salud y bienestar, subrayando la importancia de comprender y cuidar nuestros sentidos.
El concepto de los cinco sentidos es atractivo por su simplicidad y tangibilidad. Desde una edad temprana, aprendemos a asociar ciertos órganos con funciones sensoriales específicas: los ojos con la vista, los oídos con el oído, la nariz con el olfato, la lengua con el gusto y la piel con el tacto. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. Jackie Higgins argumenta que limitar nuestra comprensión a estos cinco sentidos es reductivo y no refleja la verdadera diversidad de nuestra percepción.
¿Y qué hablar de la burbuja interna?
La propiocepción es uno de los sentidos menos comprendidos. pero más fascinantes que Jackie Higgins explora. Este sentido nos permite percibir la posición y el movimiento de nuestro cuerpo en el espacio, una habilidad esencial para la coordinación y el equilibrio. Sin la propiocepción, actividades cotidianas como caminar, correr o incluso sentarse serían extremadamente difíciles. Higgins dedica un capítulo entero a este sentido, desafiando a los lectores a imaginar la vida sin esta capacidad fundamental.
Otro sentido intrigante es el de la dirección, o nuestra «brújula interna». Este sentido nos ayuda a orientarnos en el espacio, utilizando señales visuales, auditivas y de otro tipo para determinar nuestra posición y dirección. Aunque no siempre seamos conscientes de su funcionamiento, este sentido es crucial para la navegación y la supervivencia. La investigación de Higgins sugiere que la evolución ha dotado a los humanos de una capacidad innata para orientarse, aunque esta habilidad puede variar considerablemente entre individuos.

Somos el tiempo percibido
El sentido del tiempo también juega un papel vital en nuestras vidas, regulando nuestros ritmos biológicos y ciclos de sueño-vigilia. Este sentido está mediado por estructuras en el cerebro que responden a la luz y otros estímulos externos, sincronizando nuestro reloj interno con el entorno. La vida moderna, con sus viajes intercontinentales y horarios irregulares, puede desajustar este sentido, causando problemas como el desfase horario. Higgins argumenta que entender cómo funciona nuestro sentido del tiempo es esencial para mantener una buena salud y bienestar.
Jackie Higgins no está sola en su afirmación de que tenemos más de cinco sentidos. Otros científicos también han propuesto listas ampliadas, que a veces incluyen hasta 30 o más sentidos. Estas listas varían en función de cómo se defina un sentido. Algunos criterios se basan en los tipos de receptores sensoriales presentes en el cuerpo, mientras que otros se centran en las experiencias perceptuales resultantes. Independientemente del criterio utilizado, la conclusión es clara: la percepción humana es mucho más rica y diversa de lo que se enseñaba tradicionalmente.
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Desafiando mitos arraigados
La exploración de los sentidos humanos no solo tiene implicaciones académicas, sino también prácticas. Comprender mejor nuestros sentidos puede conducir a avances en medicina, tecnología y diseño, mejorando nuestra calidad de vida. Por ejemplo, los conocimientos sobre la propiocepción y el equilibrio podrían informar el desarrollo de prótesis más avanzadas y terapias de rehabilitación. Del mismo modo, entender cómo percibimos el tiempo y la dirección podría mejorar la navegación y la planificación urbana.
Jackie Higgins ha abierto una nueva ventana a la comprensión de nuestra percepción sensorial, desafiando mitos arraigados y ampliando nuestro conocimiento de los sentidos humanos. Su trabajo nos invita a reconsiderar cómo interactuamos con el mundo y a apreciar la complejidad de nuestros sentidos. En un mundo cada vez más tecnológico y artificial, esta comprensión es más crucial que nunca. Higgins nos recuerda que, aunque la ciencia avanza y cambia nuestra visión del mundo, la esencia de la percepción humana sigue siendo una fuente inagotable de maravilla y descubrimiento.